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Jueves, 18 Abril 2024
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Cuando la brutal represión por parte del gobierno nicaragüense de Daniel Ortega en 2018 alcanzaba sus niveles más altos, Verónica y su familia tenían una clínica clandestina para atender a los golpeados y heridos en las manifestaciones.

Cabe mencionar que, a quienes protestaban, muchas veces les negaban la atención en los centros hospitalarios o corrían el riesgo de ser apresados si se acercaban a uno. 

Verónica y sus padres son médicos, por lo que decidieron atenderlos en casa. No obstante, después de tres meses de brindar apoyo humanitario, estuvieron en la mira de las fuerzas represivas y de los seguidores de Ortega.

“Se creó una redada, se llamó Operación Limpieza, consistía en descabezar a los líderes en las ciudades, entre esos estábamos nosotros, el 15 de julio varios grupos paramilitares, armados, iban en camionetas y entraron a mi ciudad La Concepción, en Masaya, con el fin de asesinarnos o meternos presos”, relató.

Gracias a Dios, habían tomado previsiones. Días antes, habían asesinado a un joven al confundirlo con su hermano mayor, por lo que tanto él como ella buscaron un lugar donde ocultarse. Verónica estuvo escondida en un convento en Managua.

Las casas de refugio para quienes eran perseguidos fue algo frecuente en esa época. No obstante, sus padres y su otro hermano no habían salido para cuando llegaron los paramilitares a su ciudad, cuando escucharon que venían huyeron de la casa, estuvieron muy cerca de ser atrapados.

Anoche, en medio de las manifestaciones en el marco del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, algunas personas ocasionaron daños en la Parroquia Inmaculada Concepción de María, en Liberia. Ante esta situación la Diócesis de Tilarán-Liberia reafirmó su compromiso con las mujeres.

Mediante un comunicado de prensa, la iglesia diocesana transmitió su rechazo categórico a toda forma de discriminación y violencia contra la mujer.

“Repudio el mal uso de la fuerza policial en Cañas, hubo un exceso que no debió darse. Se causó daño a ciudadanos inocentes. Hubo adultos mayores y personas enfermas, incluso de Covid-19, que tuvieron que salir de sus casas a causa de los gases lacrimógenos”.

Estas fueron declaraciones de Mons. Manuel Eugenio Salazar, obispo de Tilarán-Liberia, quien se manifestó en contra de los hechos de violencia que se presentaron ayer en el cantón de Cañas, durante una acción policial para levantar bloqueos. El prelado también expresó su repudio a todo acto de vandalismo en las protestas, "venga de donde venga".

Mons. Salazar, como pastor de la diócesis de Tilarán-Liberia, indicó que tanto los agentes de policía como los vecinos de Cañas, son ovejas de su rebaño, a quienes envía un mensaje a favor de la paz y el perdón entre hermanos. "Esto no se arregla con odios ni rencores", afirmó. 

Aclaró que no está de acuerdo con los bloqueos, pues señaló que se causa daño a muchas personas y al a economía del país, lo cual perjudica sobre todo a los más pobres. Sin embargo, calificó como inaceptable que la Fuerza Pública se excediera en su autoridad. "No estoy de acuerdo con los bloqueos, pero entiendo la indignación del pueblo costarricense y cañero", dijo.

La Municipalidad de Cañas también denunció que los agentes antimotines agredieron a personas que protestaban pacíficamente y a otros que ni siquiera estaban en la manifestación, informa que ni siquiera había bloqueos al momento de la intervención policial.

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