Mal acostumbrados a vaciar de sentido las fiestas de fe, podemos correr el riesgo en esta Navidad de quedarnos sin lo esencial: Nuestro Señor Jesucristo.
Navidad es Jesús y sin Él no hay Navidad verdadera. Este ha sido un año muy difícil pero de muchos aprendizajes, uno de ellos acerca de nuestra fragilidad y de la interdependencia que nos une como familia humana.