Los fieles de la Parroquia Nuestra Señora del Carmen, en Puntarenas, oraron por el 59 aniversario de la partida a la Casa del Padre de Fray Casiano de Madrid. La actividad tuvo lugar el 29 de junio a las 9 a.m. en el templo parroquial.
Este recordado religioso franciscano se llamó Juan Morera Coll, hijo de Juan Morera y María Coll. Nació en octubre de 1892 en Madrid, España.
Fray Casiano se crió en un hogar religioso y más adelante descubrió su vocación en el servicio y la dedicación al pueblo de Dios.
Con el pasar de los años ingresó al Convento de los Padre Capuchinos de Tarragona, España. Una vez convertido en fraile, escogió el nombre de Casiano en honor a San Casiano, mártir capuchino. Por ser de origen madrileño se le agrega “de Madrid”.
En el año de 1926, Fray Casiano recibió la orden de viajar a América. Primero llegó a Panamá, pero en 1929 fue enviado a Costa Rica. Fue en Puntarenas, conocida como la Perla del Pacífico, donde su obra social comenzó a dejar una huella imborrable.
La obra de Fray Casiano de Madrid se centró en la niñez desamparada. Toda su vida la dedicó a buscar el bienestar de aquellos niños que fueron víctimas de la incomprensión de sus padres, quedaron huérfanos a muy temprana edad o bien, por alguna circunstancia especial se encontraban en una situación difícil de desorganización familiar.
Para 1934, su madre se unió a él y juntos fundaron el primer hogar para niños en condición vulnerable en Puntarenas, hoy conocido como el Hogar Monserrat. En ese lugar, Fray Casiano tuvo a su cuidado 121 niños, a quienes sacó adelante gracias a donaciones de la comunidad.
El 28 de junio de 1965, cuando contaba con 73 años de edad, Fray Casiano falleció en el Hogar Monserrat a causa de un infarto, justo un día antes de viajar a España. Su muerte fue un golpe para la comunidad, que lloró profundamente. Sus restos yacen en la iglesia de El Carmen en Puntarenas, un lugar que sigue siendo un símbolo de su amor y dedicación a los más necesitados.
Llegaron en una pequeña lancha, un domingo por la mañana hace casi 10 años, el 13 de noviembre de 2013. Eran cuatro, venían procedentes de México, con mucha ilusión. Una vez en la isla, subieron a la cabina de un vehículo y llegaron a la capilla de la comunidad, donde los vecinos les tenían preparada una calurosa bienvenida.
Las Misioneras del Señor de los Corazones y de Santa María de Guadalupe y la Isla de Chira protagonizan una historia de amor, del amor de Dios para la Diócesis de Puntarenas, cuyo 25 aniversario celebrará el próximo 17 de abril.
Allí también las recibió Mons. Óscar Fernández, obispo diocesano. “Hoy es un día en el que la palabra “gracias” se debe escuchar a cada momento”, exclamó, justo en la entrada del templo.
Este viernes 19 de marzo, en la Solemnidad de San José, son ordenados diáconos los jóvenes Anthony José Solano e Isaac Barrientos, de las diócesis de Alajuela y Puntarenas respectivamente.
En la fiesta de la Conversión de San Pablo, apóstol, la Iglesia puntarenense se regocija hoy lunes 25 de enero con la ordenación presbiteral del joven Ricardo Brenes, la cual se llevó a cabo en la Catedral diocesana Sagrado Corazón de Jesús.
La Santa Misa fue presidida por el obispo local Monseñor Óscar Fernández Guillén y concelebrada por el presbiterio diocesano, junto a sacerdotes formadores del Seminario Nacional y de otras diócesis del país. Dadas las restricciones por la pandemia el aforo en el templo fue reducido. Solo la familia y allegados de Ricardo junto a otros pocos fieles lo pudieron acompañar físicamente.
Templo porteño es patrimonio nacional desde el año 2002
La Catedral de Puntarenas, dedicada al Sagrado Corazón de Jesús, es una bella edificación de piedra con una historia muy particular.
Se caracteriza, entre otros detalles, por tener su puerta principal hacia el este, en lugar del oeste, como casi todos los otros templos católicos.
Recientemente el Centro de Patrimonio del Ministerio de Cultura destacó cómo el templo es “un ejemplo de la utilización y adecuación de lenguajes arquitectónicos de influencia foránea, materializados de forma creativa y particular, cuyas características lo sitúan como ejemplo excepcional de sincretismo local o criollo”.
Según la investigación histórica realizada por el Centro de Patrimonio, su estructura primaria de piedra finalizó en 1905, el material fue traído del tajo “Los Guapinoles”, en Esparza, y luego de otro de Barranca. Para tallar la piedra se contrató a canteros cartagineses, quienes enseñaron su oficio a los trabajadores porteños, cuya labor era preparar la argamasa de cal y arena utilizada como mortero para pegar los bloques de piedra.