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Sábado, 20 Abril 2024
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Manuel Eduardo Zamora Salazar se convierte a partir de este sábado 30 de diciembre en nuevo presbítero de la Diócesis de Limón. Este día, en el que su Iglesia particular celebra 29 años de erigida, recibe la ordenación presbiteral en una solemne eucaristía presidida por Monseñor Javier Román Arias, obispo diocesano.

Manuel ha tomado como lema de ordenación el versículo 16 de 1 Jn, 4: “He conocido al Amor y he creído en Él”. Su primera misa será el lunes 8 de enero, fiesta del Bautismo del Señor, en su parroquia de origen, Sagrado Corazón de Jesús, en Guápiles.

Como parte de su proceso pastoral, la Diócesis de Limón ha dado inicio al  ciclo de asambleas parroquiales, bajo el lema: “Caminando juntos, en comunión, participación y misión… discípulos misioneros en salida”. Las asambleas iniciaron en algunas comunidades el pasado 29 de octubre y concluirán en este mes de noviembre.

No todos los seminaristas hablaban español, sin embargo, el amor demostró ser el idioma universal.

Un grupo de 30 seminaristas estadounidenses vivió la semana pasada una experiencia misionera en la Diócesis de Limón, como parte de su proceso formativo hacia el sacerdocio.

Se trató de jóvenes del Notre Dame Seminary, de Nueva Orleans, uno de los dos más grandes del país norteamericano, que en total posee 48 casas de formación sacerdotal. Su visita fue gestionada a través del Padre Pablo Escrivá, sacerdote misionero español que actualmente sirve en la Diócesis de Limón.

Acompañados por el vicerrector el Padre Joseph Krafft y las colaboradoras laicas Lauren Lagarte y Stacy Pellerin, desarrollaron distintas actividades, desde el diálogo con el obispo, sacerdotes y seminaristas, el encuentro con las Hermanas de la Caridad de la Madre Teresa, hasta la visita y presencia misionera en varias comunidades indígenas de la diócesis.

En sus palabras de bienvenida, Monseñor Javier Román les agradeció escoger esta Iglesia particular para su experiencia de misión. Les habló de sus proyectos y de cómo ha aprendido que lo importante de ser sacerdote es estar con el pueblo de Dios, “ser uno más de ellos, caminar a su lado y sentir con ellos todas sus alegrías y tristezas”.

Junto a las Hermanas de la Caridad, los seminaristas conocieron el servicio que se ofrece a personas en vulnerabilidad del centro de la provincia, como son los habitantes de la calle. Las apoyaron en la cocina, la limpieza y el orden en general de la casa.

En todo momento, vestidos con su camisa y cuello clerical, como se acostumbra que lo hagan los seminaristas en Estados Unidos, demostraron voluntad de servicio y ganas de entregarse como futuros sacerdotes, tal y como fue agradecido por las propias religiosas.

 

El lenguaje del amor

 Luego el grupo se preparó para ingresar al territorio indígena de la diócesis. Específicamente se dirigieron a las comunidades de Alto Cohen, Arrocera y Bellavista. Hasta un punto determinado llegaron en vehículos de colaboradores de la diócesis y posteriormente tuvieron que caminar durante varias horas para llegar a su destino.

Ya instalados, los jóvenes cumplieron uno de sus sueños: poder desarrollar una misión entre las familias indígenas. No todos hablaban español, sin embargo, el amor demostró ser el idioma universal: junto a la celebración de los sacramentos, como la Eucaristía, compartieron con los habitantes, les ayudaron en sus tareas, les sirvieron alimentos y hasta jugaron con los niños.

Monseñor Javier Román, Obispo de Limón, dio a conocer hoy una Carta Abierta dirigida a quienes postulan sus nombres a la Presidencia de la República y como diputados para la provincia de Limón. En ella, el pastor asegura que la clase política de nuestro país tiene una deuda con las y los limonenses, y por eso les pide compromiso y verdad.

"La impostación y la falsedad campean. Las palabras se las lleva el viento, las promesas se diluyen y la esperanza poco a poco es apagada en el corazón de quienes ansían verdaderamente un cambio de rumbo", asegura Monseñor Román en su carta.

Lo que más duele, asegura, es la ausencia de un verdadero plan para el desarrollo humano integral de Limón. Compartimos íntegro el texto de la Carta de Mons. Román.

 

Carta abierta a quienes postulan sus nombres a la Presidencia de la República y como diputados para la provincia de Limón

Como ciudadano, cristiano y pastor de la Diócesis de Limón, siento la obligación de dirigirme a cada uno de los que han presentado sus nombres para los puestos de elección popular en los comicios de febrero del año entrante 2022. Lo hago desde el fondo de mi corazón habiendo caminado de cerca con este pueblo desde el año 2015. Especialmente me dirijo a quienes aspiran a ocupar la Presidencia de la República y a quienes desean representarnos a las y los limonenses en la Asamblea Legislativa.

Nuestro país atraviesa una grave crisis que no es únicamente sanitaria o económica, es una crisis de profundas raíces antropológicas, interrelacionada e interconectada que cruza todos los campos y quehaceres humanos. Subyace una crisis de principios, de valores, de identidad, de arraigo y de sentido de la vida. Mantener esta perspectiva de largo alcance les permitirá tener no solo una visión desde la política, sino de verdaderas personas estadistas y reformadoras sociales, que son las que ocupa nuestro país.

Esta crisis, a su vez, es global, y por su naturaleza tiende a excluir más que a incluir, a separar y a alejar más que a unir y acercar. Como siempre, la peor parte la llevan los pueblos más pobres, excluidos de los beneficios del desarrollo, de la educación y las oportunidades. El Papa Francisco, en su Encíclica Fratelli Tutti lo señala con claridad: “No es posible conformarse con lo que ya se ha conseguido en el pasado e instalarse, y disfrutarlo como si esa situación nos llevara a desconocer que todavía muchos hermanos nuestros sufren situaciones de injusticia que nos reclaman a todos”[1].

El egoísmo, la división y la mentira son manifestaciones de esta crisis. Hoy es difícil encontrar auténticos referentes de verdad, solidaridad y compasión, especialmente con quienes están siendo dejados atrás en la sociedad. Hay quienes lucran con la división de la sociedad, sacando partido de los conflictos y las controversias que vuelven enemigos a quienes deberían verse como hermanos.

La impostación y la falsedad campean. Las palabras se las lleva el viento, las promesas se diluyen y la esperanza poco a poco es apagada en el corazón de quienes ansían verdaderamente un cambio de rumbo.

Ustedes, que hoy tienen el valor de postularse para puestos de elección popular, entiendan por caridad esto: llegan a servir y no a servirse, cargan sobre sus espaldas los sueños y anhelos de quienes los apoyan en las urnas, no pueden defraudarlos, no pueden darle la espalda ni ocultarse de ellos una vez que sean elegidos, que por ese tipo de actos la democracia se debilita y gana terreno el populismo que lucra con los pobres y destruye la sociedad, muestra de ello son hermanos países que enfilaron sus pasos a estos trechos oscuros que hoy los tienen sumergidos en la miseria. Bien lo ha recordado el Papa Francisco en su mensaje por la Jornada Mundial de oración por la paz de enero de 2019, cuando señala que “la política es un vehículo fundamental para edificar la ciudadanía y la actividad del hombre, pero cuando aquellos que se dedican a ella no la viven como un servicio a la comunidad humana, puede convertirse en un instrumento de opresión, marginación e incluso de destrucción”.

Sepan que serán interpelados y deberán dar respuestas claras, fundamentadas en hechos, sobre su trabajo por Costa Rica y en particular por nuestra provincia. Limón no necesita más mentiras, Limón no quiere más promesas falsas. Limón urge de personas que se entreguen, que luchen y que se sacrifiquen y que estén dispuestas a darlo todo por las causas que nos afligen como sociedad.

Ahora todo se achaca a la pandemia, pero los limonenses sufrimos situaciones desde hace mucho tiempo, no son nuevas, solo se han agudizado y se han convertido en una herida abierta en nuestra dignidad.

Nos duele la miseria en la que sobreviven tantas de nuestras familias, la falta de oportunidades de empleo, las escuelas y colegios cayéndose o con cierres sanitarios, el alarmante tráfico de drogas que destruye el futuro de muchos de nuestros jóvenes, la inseguridad que campea en nuestras calles, la violencia intrafamiliar, el poco apoyo a los empresarios, mejoras en el sistema hospitalario, el cuidado de nuestros recursos, los migrantes, los proyectos como la nueva Ruta 32 que no avanzan y el olvido sistemático de los hermanos indígenas, en fin, nos duele la ausencia de un verdadero plan para el desarrollo humano integral de Limón.

Da pena mirar atrás y preguntarnos dónde quedó, el proyecto Limón Ciudad Puerto, las obras de gran impacto de Japdeva, o la transformación que tendría nuestra provincia con el Canon de APM Terminals (nos hablaron de una marina, de un muelle de cruceros, de un mejor aeropuerto y hasta de un nuevo ferrocarril de carga), pero son tantas las promesas incumplidas que es objetivamente difícil conservar la esperanza de que la situación pueda cambiar.

Le vendría bien a la provincia y porque no al país, sumar todas las propuestas concretas y buenas que cada uno tiene para mejorar la calidad de vida de nuestros habitantes, cada uno se presenta como la solución, pues si en realidad sus intenciones son tan nobles y nos dejamos de mezquindades una vez pasadas las elecciones nos vendría a bien conjuntar, trabajar y sumar esfuerzos ¿o es que solo sirven o me pongo al servicio siempre y cuando quede electo o electa? De ser así sería esto un buen termómetro para darnos cuenta con quien podemos contar. Tengamos presente lo que nos ha dicho el Papa Francisco: “La buena política busca caminos de construcción de comunidades en los distintos niveles de la vida social, en orden a reequilibrar y reorientar la globalización para evitar sus efectos disgregantes…. con renuncias y paciencia un gobernante puede ayudar a crear ese hermoso poliedro donde todos encuentran un lugar. En esto no funcionan las negociaciones de tipo económico. Es algo más, es un intercambio de ofrendas en favor del bien común. Parece una utopía ingenua, pero no podemos renunciar a este altísimo objetivo”[2]

A pesar de todo, mantenemos una visión positiva, porque sabemos del valor de nuestra gente para sobreponerse a las dificultades, su creatividad, emprendimiento y amor que sienten por esta tierra que los vio nacer. Gracias a ellos y ellas, los ciudadanos de esta provincia, Limón sigue adelante proyectándose al país y al mundo de una forma positiva, aportando toda su riqueza humana, cultural y natural para el desarrollo de Costa Rica. Pero se necesita mucho más apoyo.

“Como en los tiempos de la Colonia”, fue la reacción de una seguidora en redes sociales cuando se sorprendió de ver las condiciones en las que sobreviven las familias de Isla Calero, en la Diócesis de Limón.

Hasta esta parte extrema de nuestro país, colindante con Nicaragua y escenario de fuertes disputas políticas recientes entre ambos gobiernos, llegó el pasado jueves 28 de mayo el Obispo de Limón, Monseñor Javier Román, y un grupo de colaboradores de la Parroquia de Santa Rita de Casia, en Pococí, a la cual pertenece Isla Calero.

La intención de la gira fue entregar diarios de alimentos a las familias de la comunidad, que fueron donados por la Asociación Obras del Espíritu Santo, instalar una imagen del Sagrado Corazón de Jesús, que ese convertirá en el patrono y protector del pueblo, y celebrar la Santa Misa con los pobladores, pues, dadas las difíciles condiciones de acceso, es muy poca la posibilidad que tienen de vivir la Eucaristía.

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