A la Congregación de la Misión, fundada por San Vicente de Paúl, la Iglesia en Costa Rica le debe mucho, por sus obras tan significativas que desarrollaron en Costa Rica.
Tres “Padres Paulinos alemanes”, de la Congregación de la Misión de la Provincia Alemana, llegaron a Costa Rica, el año 1878, entre ellos Bernardo Augusto Thiel, electo segundo obispo de Costa Rica en 1880, a los 30 años de edad. Fundaron el Colegio Seminario de segunda enseñanza, con mucho prestigio formativo. Monseñor Thiel, les confió la formación de los sacerdotes en el seminario, en 1883, servicio que prestaron insignes y sabios sacerdotes alemanes, hasta el año 1967, en que pasó la responsabilidad formativa de los futuros pastores al clero diocesano costarricense, hasta hoy.
El año 1892, Monseñor Thiel envió un equipo de misioneros venidos de Alemania a Limón, territorio de misión, insalubre, con muchas dificultades de comunicación y con numerosas comunidades que atender. Solo por tren se podía viajar al Puerto del Atlántico desde San José.
El 16 de febrero de 1921 fue creado el Vicariato Apostólico de Limón por el Papa Benedicto XV y elevado el 30 de diciembre de 1994 a Diócesis, por el Papa Juan Pablo II. Los cuatro primeros obispos, vicarios apostólicos fueron alemanes y de la Congregación de la Misión, el último Vicario Apostólico de Limón, fue el sacerdote diocesano Monseñor Alfonso Coto Monge, de la Arquidiócesis de San José.
Durante el tiempo del Vicariato Apostólico y un tiempo corto como Diócesis, los misioneros alemanes de la Congregación de la Misión permanecieron en el territorio de Limón y el Cantón de Turrialba de la Provincia de Cartago. A ellos, la Iglesia Particular de la Diócesis de Limón, les reconoce y agradece profundamente su arduo trabajo misionero en tiempos muy difíciles de la Zona Atlántica.
Como primer Obispo de la Diócesis de Limón, tuve el privilegio de tener entre los sacerdotes colaboradores en la Diócesis de Limón el último grupo de eximios misioneros paulinos de la Región Atlántica: Los padres: Bernardo Drug, Bernardo Kock, Jorge Grunken, José Funke y Christian Muiser (holandés), todos ellos, gozando de la Misión eterna que el Padre le encomendó a su Hijo para salvar el mundo. ¡Que hayan recibido su recompensa!
Servidor en seis parroquias
El pasado 29 de junio de 2024 falleció el Padre José Funke, a los 93 años, sirviendo a Costa Rica desde 1958, en que desembarcó en el Puerto de Limón, proveniente de su querida Alemania y es quien cierra con broche de oro el grupo de valientes misioneros sacerdotes y obispos, que por 132 años, entregaron gran parte de su vida al servicio de la misión evangelizadora de la Región Caribeña, con sus diversas etnias: habitantes originarios indígenas, afrocaribeños, originarios chinos y otros, para quienes todos ellos, los misioneros alemanes tenían una palabra de Evangelio, gestos de cariño y proyectos de promoción social. Todos y cada uno de ellos dejaron huella a lo largo y a lo ancho de la Provincia de Limón.
El Padre José Funke realizó su ministerio pastoral en seis parroquias del Vicariato Apostólico de Limón, hoy Diócesis (Jiménez de Pococí, Santa Teresita, la Suiza y San Buenaventura en Turrialba, Cairo en Siquirres y Bribri en Talamanca). El Padre José, como buen alemán tenía un carácter fuerte, pero no grosero. Era casi fanático de la puntualidad, al estilo de la formación alemana que recibimos en el Seminario Nacional.
Era un sacerdote que estaba al día en el caminar eclesial, para ello siempre estaba estudiando, en formación permanente, con lecturas actuales, noticias y, cuando yo lo visitaba, me compartía sus inquietudes sobre la acción pastoral eclesial u otros asuntos de interés.
El Padre Funke tenía una mente muy abierta al cambio y afirmaba que la Iglesia debía cambiar para poder evangelizar el mundo. Manejaba los documentos de las Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano (CELAM): Medellín y Puebla. Tenía aportes muy positivos para el Plan Pastoral Diocesano.
En una ocasión me enteré de que el Padre José Funke, a una edad avanzada se propuso actualizar sus conocimientos de Sagrada Escritura y participó de cursos en el Seminario Nacional con el gran profesor de Biblia, el querido Padre Víctor Hugo Munguía. Era muy apreciado por todo el clero y muy cercano al obispo.
En estas seis comunidades parroquiales se distinguió por su inquietud y sentido social, en cada una de ellas dejó una obra de carácter social al servicio de los pobres. Para finalizar su vida con su sensibilidad social sirvió a las Hermanas de Santa Teresa de Calcuta, que tienen como carisma el servicio a los más pobres entre los pobres.
¡Que el Señor y la Virgen María lo tengan en su presencia gozando de la felicidad eterna, por todo lo que hizo en la tierra a favor del Reino!
Continúan la misión de sus antecesores alemanes, un equipo de misioneros de la Congregación de la Misión, en la parroquia indígena San Santiago Apóstol de Amubri, Talamanca, en la Diócesis de Limón.
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