Temprano, al salir el sol, las campanas de los templos repicaron, porque la iglesia costarricense está de fiesta, pues este 16 de febrero se conmemora el Centenario de la erección de la Provincia Eclesiastica de Costa Rica.
Se trata de un hecho histórico que permitió a la iglesia costarricense caminar y desarrollar sus propias iniciativas sin depender de una diócesis cuya sede estaba en otro país, como ocurría entonces cuando únicamente existía la Diócesis de Costa Rica y Nicaragua, con sede en León.
El 16 de febrero de 1921 se erigió la Provincia Eclesiástica de Costa Rica, por consiguiente se creó la Arquidiócesis de San José, la Diócesis de Alajuela y el Vicariato de Limón (actual Diócesis de Limón).
La celebración también coincide con el Año de San José, proclamado por el Papa Francisco, lo que cobra una importancia especial para la Arquidiócesis, la única iglesia particular en el mundo dedicada al padre adoptivo de Jesús.
"Soñemos con una Costa Rica más unida"
"Como creyentes, este centenario de la creación de la Provincia Eclesiástica de Costa Rica, no podemos verlo como un simple acto histórico administrativo de la autoridad suprema, sino, que la voluntad salvífica del Señor se nos ha manifestado".
Así habló Mons. José Rafael Quirós, Arzobispo de San José, durante la Santa Eucaristía celebrada en la Catedral Metropolitana para dar gracias al Señor por este primer centenario. La ceremonia tuvo lugar después de realizar un acto conmemorativo en el lugar donde se construyó la primera ermita en la ciudad (entonces Villa de la Boca del Monte), en Calle 2, entre Avenidas 0 y 1.
El prelado mencionó diversos hechos históricos en los que destacó el papel de la iglesia costarricense al desarrollo del país y a la sociedad costarricense.
Monseñor, al mencionar diversos hechos históricos relacionados con la figura de San José expresó que sería significativo que se rescatara el feriado nacional dedicado al Patrono de la capital.
"Damos gracias al Señor, por gozar de una cultura fundada en valores cristianos que nos permite amar la paz y rechazar todo tipo de violencia".
El arzobispo señaló que como sociedad es necesario sembrar solidaridad antes que cultivar la injusticia, preferir invertir en educación antes que en armas.
En esa línea, habló sobre "apreciar y defender el regalo del Código de Trabajo y Garantías Sociales, forjado todo desde la Enseñanza Social de la Iglesia, lo mismo que la seguridad social, plasmada en la Caja Costarricense de Seguro Social.
También se refirió a la capacidad de diálogo entre los distintos sectores de la sociedad, la defensa del derecho al trabajo y de los trabajadores, el justo salario que todos merecen.
Soñemos con una sociedad más equitativa -resaltó- "estos no son momentos para buscar beneficios o hacer cálculos políticos, sino el tiempo para ofrecer las mejores ideas y tomar las mejores decisiones en orden a la reactivación económica, apoyando a los emprendedores, sobre todo a los pequeños".
"Es la hora, -añadió- como lo hizo San José, de convencerse que la cultura de la vida es el verdadero camino del progreso, porque la mirada se fija en el horizonte infinito. Todo lo contrario, la cultura de la muerte que se queda en la podredumbre, inanición y oscuridad del sepulcro".
"Soñemos con una Costa Rica más unida, no permitamos que personas o grupos siembren la polarización como arma política de sus intereses, que sepamos interpretar sus mensajes y acciones y no caigamos en su trampa. No le tengamos miedo al bien, ni a la fuente de todo bien que es Dios mismo", expresó el Arzobispo hacia el final de su Homilía.
La ceremonia contó con presencia de obispos de la Conferencia Episcopal y eméritos; Bruno Musarò, Nuncio Apostólico; Eduardo Cruickshank, presidente de la Asamblea Legislativa; representantes del gobierno de la República y municipales.
