Con el futuro sacerdote generaleño Jorge Álex Ortiz conversamos y este es un extracto del diálogo.
Tu ordenación llega en un momento especial, difícil si se quiere, por la pandemia, ¿cómo interpretas el contexto en el que el Señor te llama?
Es ciertamente un tiempo muy difícil para la Iglesia y para el mundo entero, es una realidad que a todos nos ha complicado la vida “normal” que llevábamos, pero es el tiempo en el cual Dios me llama y en el que la Iglesia no deja de pregonar la esperanza. Una ordenación por tanto es una luz una esperanza para la Iglesia, estoy llamado a ser esperanza y luz para quienes me rodean, este ministerio es una respuesta para el pueblo de Dios que implora su misericordia y su amor, sabemos que somos instrumentos pobres, pero valiéndose de nosotros el Señor lleva su Palabra a todos los que pierden la esperanza y nos pide que nos mantengamos firmes es la fe y en el amor y que no dejemos de creer en Él.
La pandemia nos ha mostrado lo frágiles que somos y lo interdependientes que estamos, ¿a qué está llamado un sacerdote de Cristo frente a esta realidad?
La pandemia ha venido a desinstalar la vida de todos, el mundo estaba puesto en bases materialistas, en el dinero, en el placer y en el tener, y al desinstalarse esto hemos quedado frágiles, los sacerdotes estamos llamados a ser como Cristo: luz para el mundo. Dios es necesario para nuestras vidas, un sacerdote debe hacer presente a Cristo en medio de sus hermanos, que por donde un sacerdote pase quede la huella de Dios, Él nos ayuda a mantenernos y como piedra angular sostiene nuestra vida, que tal vez se ha visto desmoronada por no poner el corazón donde debíamos.
¿Qué rescatas de este año de diaconado en tu camino para confirmar tu vocación?
Ha sido un diaconado largo, de dos años, y en este tiempo Dios me ha preparado el corazón para interpretar que el ministerio no es fácil, conlleva un sacrificio, una muerte a las cosas del mundo para vivir para Dios, conlleva entrega y eso he aprendido, que el ministerio es para entregarlo todo, para servir a los demás y hacer presente a Cristo en medio de los demás. Ha sido un tiempo muy provechoso para la oración, para la la reflexión y para pedirle a Dios que me haga ser un santo sacerdote como el Cura de Ars y que sostenga mi vocación y la de todos los sacerdotes, la de los seminaristas, y que el Señor suscite siempre santos sacerdotes según su corazón.
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¿Qué mensaje tienes a las puertas de tu ordenación sacerdotal para tu familia?
A mi familia le agradezco que me hayan apoyado siempre en estos 14 años de proceso, siempre han estado para ayudarme y para aconsejarme. Mi mamá siempre me ha apoyado, nunca ha dejado de hacerme sentir que yo podía recibir este regalo de Dios, igual mi papá y mis hermanos, les agradezco de todo corazón, y bueno, para eso es la familia, para estar unidos, ayudarnos, apoyarnos y darnos amor.