Como todos los grandes hombres de Dios, el Padre Pío se convirtió él mismo en oración, en cuerpo y alma. Sus jornadas eran un rosario vivido, es decir, una continua meditación y asimilación de los misterios de Cristo en unión espiritual con la Virgen María. Así se explica la singular presencia en él de dones sobrenaturales y de sentido práctico humano. Y todo tenía su culmen en la celebración de la santa misa: en ella se unía plenamente al Señor muerto y resucitado”.
Destacó que, de la oración brotaba la caridad. “El amor que llevaba en su corazón y transmitía a los demás rebosaba ternura, siempre atento a las situaciones reales de las personas y de las familias. Sentía la predilección del Corazón de Jesús especialmente por los enfermos y los que sufrían, y precisamente de esa predilección surgió y tomó forma el proyecto de una gran obra dedicada al ‘alivio del sufrimiento’. No se puede entender ni interpretar adecuadamente esa institución si se la separa de su fuente inspiradora, que es la caridad evangélica, animada a su vez por la oración”.
“El Padre Pío fue generoso dispensador de la misericordia divina, poniéndose a disposición de todos a través de la acogida, de la dirección espiritual y especialmente de la administración del sacramento de la penitencia. También yo, durante mi juventud, tuve el privilegio de aprovechar su disponibilidad hacia los penitentes”.
San Juan Pablo II
Extracto de su homilía en la canonización del Padre Pío, 16 de junio, 2002.
Biografía
El Padre Pío nació en Pietrelcina, provincia de Benevento, Italia el 25 de mayo de 1887, en el seno de una familia muy humilde, conformada por sus padres Horacio Forgione y María Giuseppa.
Francesco Forgione es el nombre que recibió al ser bautizado un día después de su nacimiento, en la Iglesia Santa María de los Ángeles, donde también recibió su Primera Comunión y la Confirmación. Caracterizado por ser un niño muy sensible y espiritual, en este mismo templo tuvo una aparición del Sagrado Corazón de Jesús, a la edad de cinco años. Más adelante tuvo apariciones de la Virgen María, las cuales duraron el resto de su vida.
Ingresó a la Orden de los Frailes Menores Capuchinos, en Morcone, en enero de 1903, a los 16 años. El día anterior de su ingreso, tuvo una visión de Jesús con su Santísima Madre. En esta visión Jesús puso su mano en su hombro, dándole coraje y fortaleza para seguir adelante. La Virgen María, por su parte, le habló suave, sutil y maternalmente penetrando en lo más profundo de su alma.
Ordenación sacerdotal
Fue ordenado sacerdote en la Catedral de Benevento, Italia, el 10 de agosto de 1910. Ese día escribió esta oración: “Oh Jesús, mi suspiro y mi vida, te pido que hagas de mí un sacerdote santo y una víctima perfecta”.
En febrero de ese año se estableció en San Giovanni Rotondo, donde permaneció hasta el día de su muerte, el 23 de setiembre de 1968.
Poco después de su ordenación, las fiebres y males que le aquejaron durante sus estudios le volvieron y fue enviado a su pueblo, Pietrelcina, para que se restableciera. Luego de ocho años de sacerdocio, el 20 de setiembre de 1918, recibió los estigmas de Nuestro Señor Jesucristo en sus manos, pies y costado izquierdo, convirtiéndose en el primer sacerdote estigmatizado.
En una carta a su director espiritual describió los estigmas así: “En medio de las manos apareció una mancha roja, del tamaño de un centavo, acompañada de un intenso dolor. También debajo de los pies siento dolor”.
Más adelante, en el año de 1940 proyectó un hospital que se denominó “Casa del Alivio del Sufrimiento” -el más importante del sur de Italia- “y a la que nombró su obra más grande aquí en la tierra”.
El 5 de mayo de 1956 se inauguró el hospital con la bendición del entonces cardenal Lercaro y un inspirado discurso del Papa Pío XII. La finalidad del hospital es curar al enfermo tanto espiritual como físicamente: la fe y la ciencia, la mística y la medicina, todos de acuerdo para auxiliar la persona entera del enfermo: cuerpo y alma.
“Como todos los grandes hombres de Dios, el Padre Pío se convirtió él mismo en oración, en cuerpo y alma. Sus jornadas eran un rosario vivido, es decir, una continua meditación y asimilación de los misterios de Cristo en unión espiritual con la Virgen María”.
Benedicto XVI
Papa emérito
Su muerte
El 20 de setiembre de 1968, el Padre Pío cumplió 50 años de haber recibido por primera vez los estigmas del Señor Jesús. Fue grande la celebración en San Giovanni.
Celebró la Misa a la hora acostumbrada. Alrededor del altar hubo 50 grandes macetas con rosas rojas por sus 50 años de sangre... A los dos días murmurando por largas horas “¡Jesús, María!”, el Padre Pío muere, el 23 de setiembre de 1968. Los que estaban presentes quedaron largo tiempo en silencio y en oración. Después estalló un largo e irrefrenable llanto.
El funeral del Padre Pío fue impresionante ya que se tuvo que esperar cuatro días para que la multitud de personas pasaran a despedirse. Se calcula que más de cien mil participaron del entierro. Los estigmas desaparecieron al morir, con lo cual el Señor ha confirmado su origen místico y sobrenatural.
Proceso de la Causa del Padre Pío
Muchas han sido las sanaciones y conversiones concedidas por la intercesión del Padre Pío e innumerables milagros han sido reportados a la Santa Sede.
Los preliminares de su Causa se iniciaron en noviembre de 1969. El 18 de diciembre, de 1997, Su Santidad Juan Pablo II pronunció venerable al Padre Pío. Este paso, aunque no tan ceremonioso como la beatificación y canonización, es ciertamente la parte más importante del proceso.
El venerable Padre Pío fue beatificado el 2 de mayo de 1999, en una solemne Concelebración Eucarística en la Plaza San Pedro. Tan grande fue la multitud en la Misa de beatificación, que desbordaron la Plaza de San Pedro y toda la Avenida de la Conciliación hasta el río Tíber sin ser estos lugares suficientes. Millones, además, lo contemplaron por la televisión en el mundo entero.
El día 16 de junio del 2002, su Santidad Juan Pablo II canonizó al Beato Padre Pío, en una solemne misa en la Plaza San Pedro. Desde ese momento pasó a ser el primer sacerdote canonizado que ha recibido los estigmas de nuestro Señor Jesucristo.
Sus restos mortales estuvieron expuestos en Roma para la veneración, en febrero 2016, con motivo del Jubileo Extraordinario de la Misericordia.
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