Aunque se distingue por su carácter mariano, el Rosario es una oración centrada en Jesucristo, Nuestro Señor. Es contemplativa, como María, que “guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón” (Lc 2, 19).
En el Rosario, la Virgen propone continuamente a los creyentes los “misterios” de su Hijo, con el deseo de que sean contemplados, para que puedan derramar toda la fuerza salvadora.
Al rezarlo, la comunidad cristiana entra en sintonía con el recuerdo y la mirada de María, como dice el Papa Juan Pablo II en su carta apostólica Rosarium Virginis Mariae. En este Mes del Rosario, recordamos algunos aspectos importantes sobre esta devoción:
Los católicos rezamos el Santo Rosario como una manera de dirigirnos a Dios, acompañados de la Virgen María. Sirve como una manera de meditar acerca de los misterios de la fe cristiana, desde la Encarnación hasta la Resurrección de Nuestro Señor.
En la sobriedad de sus partes, concentra en sí la profundidad de todo el mensaje evangélico, del cual es como un compendio (Num. 1 . R.V. M.)
Orígenes
El relato dice que Nuestra Señora se le apareció a Santo Domingo de Guzmán, le entregó el Rosario con sus manos y le enseñó a rezarlo, en 1208. Ella le pidió al santo que propagara esta devoción y la utilizara como arma poderosa en contra de los enemigos de la fe.
Sin embargo, los orígenes pueden rastrearse mucho antes, pues desde los primeros siglos los cristianos recitaban oraciones como el Padre Nuestro o los Salmos. Asimismo, había monasterios que utilizaban cuerdas con nudos o con piedras a modo de cuentas.
El caso es que Santo Domingo de Guzmán comenzó a propagar la devoción, especialmente para luchar contra herejías. En su época hubo una guerra en Francia, por motivos políticos, territoriales y religiosos, contra los albingences (cátaros), quienes defendían ideas heréticas.
Simón de Montfort, el dirigente del ejército cristiano y a la vez amigo de Domingo, pidió que éste enseñara a las tropas a rezar el Rosario. Tras la Batalla de Muret, el militar atribuyó la victoria a ese acto, por lo que, como signo de gratitud, construyó la primera capilla a Nuestra Señora del Rosario.
La Orden de los Predicadores (Dominicos) se encargó de extender esta devoción. Más tarde, en el Siglo XV, el Beato Fray Alano de la Rupe se encargó de reavivarla y, de hecho, es considerado el primer gran difusor del uso devocional del rosario.
La Batalla de Lepanto
En el Siglo XVI, Europa y el cristianismo estaban en peligro. El Imperio Otomano se disponía a invadir el territorio europeo e imponer el Islám como única religión. Ya había tomado Tierra Santa, Constantinopla, Grecia, Albania y gran parte del Norte de África.
El Papa Pío V (1566 - 1572), dominico, buscó la unión entre los reyes católicos, al principio no atendieron a su llamado, pero cuando el peligro era inminente buscaron formar una alianza para hacer frente a los invasores.
El 17 de setiembre de 1569 pidió que se rezase el Santo Rosario. El momento decisivo llegaría en 1571, con la Batalla de Lepanto. Las flotas militares se encontraron en el Golfo de Corinto, cerca de la ciudad griega de Lepanto.
Antes del ataque, las tropas cristianas rezaron el Santo Rosario con mucha devoción. El enemigo era muy superior en número y buques de guerra. Sin embargo, la Liga Santa (España, Venecia, Estados Pontificios y otros aliados cristianos) obtuvieron la victoria.
Se cuenta que durante la Batalla, el Papa rezaba el Rosario en la Capilla y salió para anunciar a los presentes la victoria, según se le había revelado. Semanas más tarde llegó el mensaje oficial del ejército.
Después de esto, Pío V instituyó la fiesta de Santa María de la Victoria, que más tarde fue transformada por su sucesor, Gregorio XIII, en la fiesta en honor a Nuestra Señora del Rosario, celebrada todos los años el 7 de octubre. Además, octubre es el Mes del Rosario.
En otros momentos, la Virgen ha hecho apariciones y ha insistido en el Rezo del Rosario, como ocurrió en Lourdes, Francia (1858), y en Fátima, Portugal (1917).
El Avemaría
El Avemaría es una bella oración que data prácticamente desde los inicios del cristianismo y está compuesta esencialmente por frases bíblicas dirigidas a la Madre de Dios. Inicia con el saludo que da el Ángel a María (Lc. 1, 28): “Alégrate, llena eres de gracia, el Señor es contigo”.
Luego, viene: “Bendita eres entre todas las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre”, que es la exclamación de Isabel cuando se encuentra con María (Lc 1, 42). La siguiente línea dice: “Santa María, Madre de Dios”, en referencia a las palabras de Isabel momentos después “¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme?” (Lc 1, 43).
“Ruega por nosotros, pecadores”, remite al pasaje de las bodas de Caná, cuando al acabarse el vino, María pide a Jesús un milagro (Jn 2, 1-11). Y la oración concluye con: “Ahora y en la hora de nuestra muerte”, esto recuerda que María estuvo con Jesús al momento de su Crucifixión como lo narra Juan 19, 25.
Los cinco grupos de Misterios:
Misterios de gozo: La encarnación y la vida no pública de Cristo (Lunes y sábados, pero son comunes en Adviento y Navidad)
Misterios dolorosos: Pasión de Nuestro Señor (Martes y Viernes, pero también tradicionalmente en Semana Santa)
Misterios de Gloria: El triunfo de la resurrección (Miércoles y Domingos, y tradicionalmente en el tiempo de Pascua)
Misterios de Luz: Momentos significativos de la vida pública de Jesús (Jueves).












