La CECOR exhorta a los partidos y candidatos a centrar sus campañas en propuestas viables y acuerdos interpartidarios sobre temas urgentes como la seguridad, la educación y la salud. También pidieron que el debate político se realice con respeto, sin odio ni manipulación, y que los medios de comunicación asuman con responsabilidad su papel como facilitadores del discernimiento ciudadano.
El mensaje insiste en que una democracia viva depende de una ciudadanía informada y comprometida. Los obispos animan a ejercer un voto consciente y responsable, libre de presiones, y a mantener la participación cívica más allá del día de las elecciones.
Una luz desde la fe
Monseñor Javier Román, obispo de Limón y presidente de la Conferencia Episcopal expresó que este documento nace como una luz desde la fe y la Doctrina Social de la Iglesia, “para interpretar el momento histórico que vivimos y ofrecer una palabra que oriente el discernimiento ético y ciudadano ante la responsabilidad electoral”.
“Partimos de una convicción profunda: la vida política y social no es ajena a la vocación cristiana. Es, más bien, un espacio donde el Evangelio puede ser fermento de esperanza, justicia y paz. La Iglesia, como madre y maestra, se siente llamada a acompañar el caminar de la Nación, recordando que la democracia no es solo un conjunto de reglas, sino una forma de convivencia que se edifica sobre valores compartidos”.
En concreto, señaló los principios fundamentales que deben guiar la vida política, y que están contenidos en el mensaje: la dignidad inviolable de toda persona, el compromiso con el bien común, la justicia social que integra y no excluye, la solidaridad como respuesta a las desigualdades, y la esperanza activa que abre caminos incluso en medio de las dificultades.
Estos valores son el cimiento de una democracia auténtica y la brújula para discernir en tiempos electorales.
Este mensaje -apuntó Monseñor- no está pensado para ser simplemente leído, sino para ser vivido y compartido: “Por ello invitamos a que sea trabajado en nuestras diócesis, parroquias, movimientos eclesiales, comunidades laicales y grupos de reflexión. Puede convertirse en un recurso valioso para organizar espacios de análisis comunitario, momentos de oración y diálogo, y talleres de formación ciudadana. Así, se transforma en una herramienta concreta para que los cristianos participemos responsablemente en la vida pública”.
“Queremos subrayar que la voz de la Iglesia no pretende imponer soluciones técnicas ni sustituir a los actores políticos. Su propósito es ofrecer un marco ético y espiritual que ayude a cada ciudadano a discernir, con libertad y madurez, su voto y su participación cívica. La fuerza de la democracia reside en una ciudadanía activa, consciente y comprometida, capaz de exigir respeto, propuestas viables y un estilo de servicio en quienes se postulan a cargos de elección popular”, agregó Monseñor.
“Les invito a acercarse a este mensaje con espíritu abierto, a dialogarlo en comunidad y a dejar que la esperanza sea la que guíe nuestro discernimiento. Nuestra patria necesita hombres y mujeres capaces de mirar más allá de los intereses particulares, dispuestos a construir juntos un proyecto común basado en la justicia y la solidaridad”, concluyó.