Esta Semana Nacional es también una invitación para todos nosotros, como sociedad costarricense, a cultivar una mirada más humana y más justa hacia quienes están en esta situación. No podemos limitarnos a una visión punitiva; estamos llamados a abrir caminos de justicia restaurativa, de reinserción y de reconciliación. Una sociedad que ofrece segundas oportunidades es una sociedad que refleja mejor el rostro de Dios.
Como Iglesia, reafirmamos nuestro compromiso de acompañar pastoralmente, a los privados de libertad, de apoyar a sus familias y de orar con ellos y por ellos. llevando consuelo, escucha, formación y sobre todo la misericordia de Cristo. Quiero agradecer de corazón a los capellanes, agentes de pastoral penitenciaria, religiosos y laicos que con generosidad visitan los centros penales, llevan la Palabra de Dios, ofrecen formación y acompañamiento espiritual. Expreso también mi reconocimiento a los funcionarios y trabajadores del sistema penitenciario que, con esfuerzo y entrega, realizan una labor tan exigente y necesaria para el bien de la sociedad.
Pidamos juntos al Señor que esta Semana sea ocasión de oración, solidaridad y de compromiso concreto para que nadie se sienta excluido del amor de Dios ni de la comunidad. Que María, nuestra Señora de las Mercedes, acompañe a los privados de libertad, a sus familias y a todos los que les tienden la mano.