Nos corresponde la tarea de generar una cultura vocacional, un ambiente que promueva en cada uno la conciencia de ser llamado y que favorezca la respuesta a los distintos llamados. Una “cultura” diferente a la que impera, en la cual prima la propia satisfacción y la realización al margen de los demás, del entorno social y natural en el que vivimos. Una cultura en la que se transformen «con la fuerza del Evangelio los criterios de juicio, los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento, las fuentes inspiradoras y los modelos de vida de la humanidad, que están en contraste con la palabra de Dios y con el designio de salvación» [2].
En la Iglesia todos somos protagonistas y cada uno ha sido llamado a ponerse «al servicio de los demás con los dones que han recibido, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.» (1Pe 4,10). Como nos lo recordó también el Papa Francisco «el don de la vida exige una respuesta generosa y fiel». La Iglesia se edifica a sí misma como comunidad de servidores dispuesta a lavar los pies de sus hermanos.
Construir con y para los jóvenes un horizonte de esperanza
Gestar una cultura vocacional pone en juego, como exigencia, nuestra capacidad para entretejer una experiencia de encuentro vital con nuestros jóvenes, ser capaces de «una mirada de amor» hacia ellos que les interpele sobre el sentido de la vida y que les cuestione sobre lo que es bueno (cfr. Mc 10, 17.21; Mt 19.20). Al respecto, decía san Juan Bosco : «No hay jóvenes malos. Solo hay jóvenes que no saben, que pueden ser buenos… ¡Y alguien tiene que decírselo!».
El Papa Francisco nos dijo que los jóvenes son el «ahora de Dios»[3], para hacerles conscientes de su inmensa grandeza, y para recordarnos nuestra responsabilidad para con ellos. «Se nos pide acoger, discernir y acompañar el camino vocacional de las nuevas generaciones», de forma que, armados de esperanza y sabiamente acompañados, hagan experiencia del llamado que brota de lo más profundo de la existencia humana y que no puede apagar ninguna de las realizaciones parciales ni satisfacciones pasajeras o ilusorias.
Juntos jóvenes y adultos debemos forjar un camino de esperanza que nos permita ver más allá de lo inmediato y hacer de la vida un proyecto que trascienda las dificultades y los tropiezos para motivarnos hacia metas de mayor plenitud. Aprender a escuchar y discernir la voz de Dios que «es fiel» (1Cor 10,13; 1Tim 1,12) y que llama en medio de tantas voces para orientar el rumbo que Él sueña para nosotros.
Animar en la esperanza a las familias
No podemos dejar de insistir en el valor primordial de la familia[4], ella, por naturaleza, es el lugar en el que surge la consciencia vocacional, pues es en ella donde aprendemos a vivir con y para los demás.
La grave crisis por la que atraviesa la estructura familiar no debe ser un motivo de desaliento, sino una realidad que nos rete a buscar respuestas creíbles y oportunas. Debemos proponer la vida familiar como una vocación, a la cual no se debe arribar sin un camino de discernimiento serio y un acompañamiento permanentemente, que ayude a descubrir en cada una de sus etapas las diferentes connotaciones que la articulan: vocación a la vida matrimonial, a la paternidad, a la educación de la prole. Sólo así, la historia familiar podrá ser camino de esperanza, del cual surjan numerosas y diferentes vocaciones. En definitiva, «se trata de hacer experimentar que el Evangelio de la familia es alegría». [5]
Con el deseo de que la celebración de Jesús Buen Pastor avive en todos nosotros la consciencia de nuestra vocación, saludamos a todos fraternalmente.
San José, en la Sede de la Conferencia Episcopal de Costa Rica, a los 9 días del mes de mayo del Año del Señor 2025.
Mons. Javier Román Arias
Obispo de Limón
Presidente de la Conferencia Episcopal de Costa Rica
Mons. Bartolomé Buigues Oller
Obispo de Alajuela
Secretario General de la Conferencia Episcopal de Costa Rica
[1] Esta cita y las siguientes que no tengan otra referencia están tomadas del Mensaje del Santo Padre Francisco para la 62.ª Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones 11 de mayo del 2025
[2] Pablo VI, Exhort Ap. Evangelii Nuntiandi 19
[3] Exhort. ap. postsin. Christus vivit, 178
[4] Cfr. Francisco, Exhot. Ap. Amoris laetitia 2
[5] Ibid 200.