El aporte de la Iglesia latinoamericana a este Sínodo, particularmente a esta Segunda Parte de la Asamblea de los Obispos, me parece que va en cuatro direcciones: la primera es el aporte de una Iglesia que siempre ha sabido sentirse, vivirse y ejecutar accionar como pueblo de Dios. Ciertamente aun nos falta, pero hay una conciencia muy lúcida con mucho aporte significativo. Luego, la opción preferencial por los pobres, un proceso que de alguna forma el Concilio Vaticano II inspira a partir del mensaje de Su Santidad San Juan XXIII, cuando habla de la Iglesia de los pobres y a partir de la lectura que hace de ello la Iglesia latinoamericana en Medellín. Este segundo elemento me parece sustancial, sobre todo visualizado no como un asunto del mundo de las ideas, sino a partir de los rostros sufrientes que ha desarrollado a lo largo de los años el magisterio latinoamericano.
El otro aporte que me parece importante señalar es en el campo de la ecología integral, el cuidado de la casa común, la lucha permanente de las redes territoriales como la Red Eclesial de la Amazonía, la de Mesoamérica, la eclesial del Manto Acuífero guarní, y la eclesial en Brasil, ha sido una lucha fuerte y han abierto un gran panorama con la actual Comisión de Ecología Integral de America Latina y el Caribe.
El cuarto aporte me parece que es en la dimensión de los itinerarios de los discípulos misioneros, que por ahí la Iglesia desde Aparecida vino marcando una propuesta y me parece que esos puntos son los fundamentales, aunque obviamente hay más.
¿Es cierto lo que se dice que la semilla del camino sinodal en la Iglesia fue plantada en el 2007 en Aparecida?
Bueno, eso es una opinión, pero soy más agresivo, yo diría que la Iglesia Latinoamericana marcó el camino sinodal en Medellín, con dos documentos que me parecen fundamentales, que son las Comunidades Eclesiales de Base, que marcan todo un itinerario de caminar juntos, de experiencia sinodal, y lo que es la Pastoral de Conjunto, creo que son dos factores muy importantes sin hablar de la justicia y la paz que son también claves en Medellín, pero por la esencia misma de la sinodalidad estos dos documentos ya marcan una trayectoria en la Iglesia latinoamericana. Ese proceso encuentra en Aparecida un punto crucial de concreción y de desafío, porque lo lanza a una dinámica distinta que encuentra una expresión muy específica de sinodalidad en la primera Asamblea Eclesial de America Latina y del Caribe, entonces hay hitos, pero me animo a pensar que Medellín fue el gran aporte, el gran momento cuando la Iglesia latinoamericana empieza a decir “aquí está la sinodalidad”.
¿Como toma forma el grito de los pobres latinoamericanos en el Sínodo?
Es importante que ya en la primera parte de esta Asamblea, en octubre de 2023, teníamos en el Instrumentum laboris un apartado sobre la opción preferencial hacia los pobres, captando la riqueza teológico-pastoral de lo que empezó con Puebla con los famosos rostros de los pobres. Eso se mantiene presente hasta lo actual. Ya hay una expresión de Iglesia universal, una conciencia lúcida y clara de que somos la Iglesia de los pobres o no somos Iglesia y eso ya es una contundencia bastante sólida, pero además hemos agregado un factor importante a partir de Laudato Si, que es el grito de la tierra, y ya como dice el documento, es un clamor que llega al cielo de nuestra hermana y madre tierra. Creo que concretando la opción preferencial por los pobres desde la dimensión de los rostros, ahora con este nuevo rostro absolutamente enorme que es este macrocosmos llamado Planeta Tierra, estamos dando una pauta muy significativa, pero me alegra que ya no es solo un tesoro latinoamericano, es realmente una dinámica de la vida de la Iglesia universal.
La mujer toma protagonismo en este Sínodo, ¿que opinión tiene al respecto?
Esa dinámica de la presencia de la mujer en la Iglesia latinoamericana empezó hace mucho rato, desde los años 70 tuvimos un primer encuentro de la mujer en la vida de la Iglesia y hoy está muy concreto y muy presente en la Iglesia latinoamericana a través de la Red Latinoamericana y Caribeña de Mujeres en la Iglesia y la Sociedad, que se anima desde el CELAM. Pero su dinámica no es ahora, realmente en los 80 tuvo una gran dinámica, las Caritas de America Latina y el Caribe juegan un rol importante en todo este esfuerzo, la Conferencia Latinoamericana de religiosos y religiosas también es una gran dinamizadora y se han juntado, ahora son una gran locomotora que anima todo este esfuerzo de la presencia de la mujer en la vida de la Iglesia.
Desde la Asamblea pasada este tema estaba muy fuerte. Obviamente que hay grandes puntos para seguir reflexionando como el diaconado de la mujer, la presencia de la mujer en la toma de decisiones, reconocer su papel protagonico en muchas de las dinámicas de evangelización donde inclusive los presbíteros casi no podemos estar presentes, por ejemplo en la Amazonía el rostro femenino es fundamental. Como Iglesia debemos ir reconociendo su protagonismo, sus esfuerzos, sus aportes, su dinámica de agentes de pastoral y al mismo tiempo reconocer que muchos de sus servicios pueden potencialmente convertirse en acciones ministeriales.