Ecología Integral es el cuidado de las relaciones de la familia de Dios, de toda la obra creada por Dios, las criaturas que convivimos en un espacio común que es el planeta, el cosmos.
La Ecología Integral entiende que estos vínculos son sagrados, son de hermandad, que todo está interconectado. Este es el primer elemento que parece complejo, porque la mayoría de personas en el mundo asocia ecología a lo verde, a la naturaleza, sin considerar al ser humano.
El Papa nos pide una transformación conceptual para entender que lo ecológico tiene que ver con hogar (la palabra ecología viene del griego “oikos” que significa “hogar” y “logos” que significa “estudio”), es decir, con las relaciones dentro del hogar, que son relaciones multicolores, no solo verdes.
El cuido de la Casa Común es una tarea evangélica permanente que debe ser asumida en la Iglesia como prioridad, sin embargo, como usted menciona, en general no se asumido la tarea ¿Qué ocurre que no se pasa de las palabras a los hechos?
Es una pregunta compleja. Si consideramos que lo ecológico tiene que ver con lo externo y no incorporamos al ser humano en todas sus dimensiones, incluida la espiritualidad y su escala de valores, pues entonces pensamos que lo ecológico es algo adicional, complementario, no esencial. Los católicos tratamos de incorporar esos cambios en nuestra forma de actuar.
Lo segundo es que hay ideologías, concepciones políticas que se anteponen a la interpretación de la fe. En esencia, lo que el Papa dice es que si eres cristiano debes ser custodio o guardián de la Casa Común, simplemente por estar en comunión con el Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Hay quienes dicen que eso del ecologismo es de izquierda, una nueva forma de comunismo… Entonces hay confabulaciones y miedos que impiden llegar a la profundidad de la experiencia de fe. La creación alaba a su Creador, dice el Salmo 148. Jesús pone ejemplos de la naturaleza, nos habla de la higuera, las ovejas, el sembrador… Y así encontramos referencias en toda la Biblia. También, muchas veces pensamos el cristianismo como un asunto ritual, de liturgia, nos sentimos católicos cuando celebramos Misa en un templo, pero no olvidamos que el principal templo es la vida misma, que nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo y que tenemos que evangelizar en el parque como en el estadio de fútbol. El planteo ecológico implica un planteo social, la dimensión ecológica es social, de ahí que la Pastoral Social redunde en una Pastoral Socioecológica.
En el mensaje para la Jornada de Oración por el Cuidado de la Creación de este año, el Papa invita a escuchar “la llamada a estar al lado de las víctimas de la injusticia ambiental y climática”. ¿Quiénes son y dónde están esas víctimas?
El problema más englobante en este tema es el cambio climático. El planeta en ebullición, la casa en llamas. Es la situación más grave, consecuencia de la acción humana, y está llevando los límites planetarios al umbral. Las condiciones de vida están en riesgo, porque somos mucha gente, consumimos mucho, y lo que consumimos deja una huella ecológica muy grande, consumimos muchos de los dones y bienes de la Creación en el proceso de alimentación, transporte, construcción de edificios…
Frente a eso la Iglesia hace una reflexión ética moral. El control de natalidad no puede ir en contra de la libertad de las personas, hay gente que se alegra cuando hay una pandemia o una catástrofe y mueren muchos seres humanos, pero eso no entra en nuestras ideas, somos provida, defendemos la vida desde la concepción hasta la muerte, y aun más, creemos en la Resurrección después de la muerte.
Cuando te preguntas quiénes son las víctimas, son todas las personas cuyas expectativas de vida se ven frustradas, la muerte prematura, gente que muere contaminada, envenenada. Pienso también en los migrantes y perjudicados por el cambio climático, víctimas de la sequía o los deslizamientos de tierra, los agricultores que ya no pueden producir alimentos.
Hay enfermos, personas enfermas de cáncer y hay una cantidad de enfermedades idiopáticas que aparecen, la gente muere y no saben por qué y tiene que ver con la contaminación de alimentos, el aire que respiramos, el agua, ondas electromagnéticas…
Además, podría mencionar a los defensores de los territorios, personas que se oponen al extractivismo voraz, y que dicen: “Acá tenemos que conservar el agua, la tierra, la selva…”. A esas personas las amenazan y las matan.
Asimismo, las personas más empobrecidas, las excluidas socialmente, son las más vulnerables porque no tienen cómo defenderse.
Antes de terminar, me gustaría mencionar a las víctimas que están por venir, las generaciones que están por llegar, ¿Cuál es el mundo que vamos a dejar a nuestros hijos? Si consumimos todos los bienes de la tierra ¿qué les vamos a dejar a los otros? Esa ética del futuro nos hace muy sensibles a pensar en las parejas que quieren tener hijos, en los que están naciendo y no quizá no tengan agua potable, aire limpio o un ambiente sano.
El concepto de conversión ecológica que ya había sido introducido por Juan Pablo II, ¿es hoy más vigente que nunca?, ¿qué impacto deberían tener las acciones de los creyentes en el ámbito social y político?
San Juan Pablo II, en 1990, escribe el mensaje: “Paz con Dios creador, Paz con toda la creación”, con motivo de la XXIII Jornada Mundial de la Paz. Ahí revela cuán profunda es la crisis moral del hombre, una crisis que implica conversión, por eso hoy hablamos de una conversión ecológica integral.
Como católicos, apostamos a una conversión ecológica integral, una conversión a Jesucristo, no solo de hábitos ambientales y ecológicos. Tenemos la Plataforma de Acción Laudato Si’, la cual nos presenta siete dimensiones para vivir la ecología integral. No basta con responder al clamor de la madre tierra, también hay que responder al de los más pobres, buscar una economía circular, la economía de Clara y Francisco de Asís, como dice el Papa.
Es promover estilos de vida sustentable, brindar una educación ecológica. El Papa propone un pacto educativo global, esta educación que tiene su plenitud en la espiritualidad ecológica, una espiritualidad trinitaria, vivir y convivir en el lugar común. Y en la política, la concreción de comunidades resilientes que participan para ir a las raíces de la crisis.