Eco Católico aprovechó su estadía en el país para conversar con él sobre la opción preferencial por los pobres y la Pastoral Indígena, temas en los que ha destacado a lo largo de su ministerio.
-Usted exclama: ¡Primero los pobres! Expone que debe darse a ellos una atención desinteresada, sin embargo advierte que hay quienes lo hacen para obtener algo a cambio.
He conocido casos donde hay personas que sacan provecho a expensas de los pobres. Por ejemplo, líderes políticos o representantes de instituciones, fundadas por personas católicas, con programas muy buenos y exitosos, que se aprovechan para sus intereses personales.
He visto en ocasiones cómo la mayoría del dinero que reciben instituciones de ayuda social se queda en el personal y no llega a las personas necesitadas. Me escandalizo cuando veo directivos de algunas de estas ONG (Organizaciones No Gubernamentales) que reciben sueldos estrafalarios, pero a los pobres no les llega casi nada. Es algo que me ha tocado ver y lo advierto.
También he visto el populismo, cuando le regalan dinero a los pobres no tanto por misericordia sino por interés para que voten por ellos, utilizarlos para estos fines es degradarlos.
¿Qué pasa en la actualidad con la opción preferencial por los pobres? ¿Se ha quedado como un bonito discurso?, ¿hace falta un nuevo impulso?
El Papa Francisco, a los pocos días de ser elegido pontífice, dijo: “Quiero una iglesia pobre para los pobres”. Eso es algo en lo que él ha insistido mucho, podemos verlo en Evangelii Gaudium (Num. 198), el Santo Padre busca transmitir esto por fidelidad a Cristo, que siendo rico se hizo pobre.
Así que motiva a que asumamos este compromiso, porque no es una moda de la Iglesia, ya que desde los primeros siglos de la Iglesia podemos encontrar este mensaje. San Juan Crisóstomo, Padre de la Iglesia, insiste mucho en eso (“¿De qué serviría adornar la mesa de Cristo con vasos de oro, si el mismo Cristo muere de hambre?”, homilía sobre el evangelio de san Mateo 5,3-4).
En ese sentido, el Papa no es que sea un revolucionario, de hecho, esa preocupación por las realidades en la actualidad ha estado presente en el pontificado de Benedicto VI, San Juan Pablo II, San Pablo VI... Tenemos los documentos emitidos por la Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, que se ha celebrado en Medellín de Medellín, Puebla, Santo Domingo y Aparecida.
No es por moda o populismo, sino por fidelidad a Jesucristo. En el Evangelio de San Mateo 25 el Señor es claro en que si no haces nada por los demás no podrás entrar al Reino de los Cielos.
-Usted es obispo emérito de una diócesis con gran población indígena. Este año habrá una Misa con comunidades indígenas en la Basílica de los Ángeles ¿Qué piensa de este signo?
Desde hace años he visitado Costa Rica por razones de trabajo, con sacerdotes hermanos y obispos. He visto que a Costa Rica les ha costado asumir la Pastoral Indígena. Así ha sido en muchas partes de Latinoamérica. Solo en México tenemos 16 millones de indígenas que se reconocen como tales y tenemos otros tanto que no se reconocen como tales.
Conozco las luchas de varios servidores y misioneros, que trabajan y luchan para que se asuma en la Iglesia esta línea pastoral. Veo esto además como una necesidad. De paso, si buscamos pobres entre los pobres, pues precisamente esos son los indígenas. Recordemos a la Virgen de Guadalupe, cuando se apareció a San Juan Diego, ella escogió aparecerse e un indígena, dialogó con él en la lengua de él, el náthualt. No es que la Virgen quiera desconocer la jerarquía de la Iglesia y por eso no se apareció al obispo, pero su preferencia fue el indígena.
-¿Qué aprendió durante su labor con pueblos originarios?
Yo empecé a aprender de los indígenas desde que fui párroco de una población indígena, tres años y medio, confieso -y me avergüenzo de esto- que sentía cierto desprecio... Pero Dios me dio el don de amarlos, quererlos y aprender de ellos. Tienen otra forma de ser, otras costumbres y maneras de actuar, pero poco a poco empecé a respetarlos y valorarlos.
También, siendo rector del Seminario, comencé a ir a misiones populares y con frecuencia íbamos a comunidades indígenas para compartir el Evangelio. En San Cristóbal de las Casas, donde fui nombrado obispo, un 75% de la población es indígena y hay diversos grupos indígenas. Allí aprendí a convivir con ellos, comprendí que es una cultura diferente a la mía. Claro que en ella hay aspectos que no son evangélicos, como la marginación de la mujer o el sacrificio a los animales en sus ritos, esto está superado en el Ministerio de Cristo. Se trata de estar cerca de estas comunidades, saber comunicarles la riqueza del Evangelio, que no destruye lo que ellos tienen y no pretende hacerlo, sino que más bien lo lleva a la plenitud de su desarrollo.
-¿Qué recomendaría a los misioneros que trabajan con población indígena?
Que sigan el ejemplo de Jesucristo, que no se inculturó en Roma o en Grecia, que en ese entonces eran las grandes urbes, sino en Nazareth, una región marginada; estuvo 30 años ahí ante de empezar a cambiar o proponer alguna cosa. Así que recomiendo que cuando llegues a una comunidad indígena no juzgues y no quieras cambiar las cosas de inmediato, yo cometí esos errores. Primero conócelos, a veces ni siquiera tendrás respuestas, pero primero conócelos y ámalos mucho. Cuando se sientan amados y te abran su corazón y los secretos de su cultura, verás acciones, pero si no lo haces, se esconderán de ti, temerán que el sacerdote los condene, te dirán: ¿quién te crees tú para venir de afuera a decirnos cómo vivir?
- Nos visita en el marco de la Fiesta Nacional en honor a la Virgen de los Ángeles ¿cuál es su mensaje para los católicos de nuestro país?
El mensaje es que la Virgen quiere estar con la gente, quiere estar con nosotros, acompañarnos en nuestras penas y alegrías. Ella no desea tanto el culto para ella, por medio de una imagen (que asume de manera diferente según el contexto, como ocurre con la Virgen de Guadalupe), ella quiere que estemos cerca unos de otros. A ella
no le interesa tanto que le rindamos culto, sino que aprendamos de ella.
