“La política se encuentra devaluada”, es necesario rescatarla del “fango cenagoso en el que se halla”, porque -como dice el Papa Francisco- desde ella “se puede hacer mucho bien”. Es una idea que comparte Luis Fernando Calvo, director ejecutivo del Instituto Tomás Moro.
Este centro busca ser un espacio de pensamiento político, acorde a los valores cristianos, que tiene como objetivo formar y capacitar a ciudadanos interesados en participar de la vida política del país. Su primera actividad pública, una Lección Inaugural, tuvo lugar el 22 de junio en la sede de la UACA en Curridabat.
¿A qué responde la creación del Instituto Tomás Moro?
Desde hace años, gracias al trabajo que hemos realizado a favor de la protección del derecho universal a la vida, nos hemos dado cuenta de que la perspectiva a favor del aborto, por ejemplo, obedece a un problema social que deriva de la secularización de la sociedad y de la propagación de un ideario social y político según la lógica de un individualismo exacerbado y antisocial.
Vemos que los males que aquejan a la sociedad, en buena medida, vienen de la retirada consistente del catolicismo de la vida de la nación y del avance de un agresivo laicismo que no respeta más que los antojos y caprichos del yo.
A partir de esta constatación es que hemos pensado en contribuir a este debate, no ya exclusivamente sobre el derecho a la vida del nasciturus -cuestión absolutamente esencial- sino que desde una óptica más amplia, la de la vida política y social, que debe perseguir el bien común, así como el bien supremo.
“La Iglesia, por medio de su Doctrina Social, no propone modelos ideológicos alternativos, esta tampoco debe convertirse o tratarse como un justo medio entre los extremos del liberalismo y del socialismo”.
¿Qué frutos que esperan tener?
Quisiéramos formar y capacitar a personas que quieran incursionar en la vida política y social, ampliamente entendidas, es decir, no sólo a favor de quienes quieren optar por puestos de elección popular sino a favor de quienes desean mejorar sus comunidades, crear organizaciones no-lucrativas, ayudar a mejorar la vida en su empresa o lugar de trabajo, en fin, a quien desea vivir con más coherencia su fe en el espacio público, más allá de la seguridad de su hogar.
Estaremos trabajando en la organización de congresos, foros y espacios de diálogo sobre cómo alcanzar el bien común, o en todo caso, sobre la importancia de éste, reflexionando sobre las doctrinas políticas, sobre la filosofía política del conservadurismo y del comunitarismo, las cuales, nos parece, responden a algunas de las problemáticas que estamos viviendo, así como sobre el papel que debe tener la Doctrina Social de la Iglesia en la vida pública de Costa Rica.
¿Qué significa ser un cristiano en política?
Gran pregunta. Ser cristiano significa vivir el Evangelio, sus valores, consecuencias y exigencias, en mi vida profesional, social, en mi vida política, en las urnas; ser cristiano de una pieza, con unidad de vida, viviendo de manera consistente, no de manera esquizofrénica. No podemos separarnos, dividirnos, tener un alter ego en la vida social y otro en la vida privada. No hay oposición y no debe haber oposición entre fe y vida pública.
En cuanto a la otra parte de la pregunta, conviene recordar que la Iglesia, por medio de su Doctrina Social, no propone modelos ideológicos alternativos ni la Doctrina Social de la Iglesia (DSI) debe convertirse o tratarse como un justo medio entre los extremos del liberalismo y del socialismo. El Magisterio pontificio ha sido bastante claro al respecto. Por ejemplo, en la Quadragesimo anno, se describe la DSI como forjada “sin recurrir al auxilio ni del liberalismo ni del socialismo” y más que un tercer “ismo”, “propone la simple y elemental cristianización de la vida económica y social y la reforma moral de las costumbres”. Dicho esto, debemos tomar en consideración que las ideologías tendrán puntos de convergencia con la DSI pero también puntos de contradicción, de franca oposición.
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