El mes de junio está dedicado al Sagrado Corazón de Jesús y al Inmaculado Corazón de María. Estas devociones se celebran el 16 y 17 de junio respectivamente y nos recuerdan el gran amor de Dios y de la Santísima Virgen por cada uno de nosotros.
La devoción al Sagrado Corazón de Jesús existe desde los primeros tiempos de la Iglesia; sin embargo, en 1675, Jesús le dijo a Santa Margarita María de Alacoque que quería que la fiesta del Sagrado Corazón se celebrara el viernes después de la octava del Corpus Christi. Posteriormente, en 1856, el Papa Pío IX designó la Fiesta del Sagrado Corazón con carácter de universal.
La religiosa, quien nació en un pequeño pueblo de Francia tuvo una experiencia espiritual en torno a Cristo y su amor, quien le mostro su corazón, fuente del amor divino y también le solicitó la fiesta a su Sagrado Corazón esto entre el 27 de diciembre de 1663 y junio de 1675.
Sin embargo, la devoción llegó a instituirse hasta 1689 cuando fue asumida por los jesuitas y por diversas diócesis de Francia, hasta constituirse en inspiración de la espiritualidad personal y diocesana.
Cuatro revelaciones
En 1671, a la edad de 24 años, Sor Margarita María ingresó en el Monasterio de Paray-Le Monial. En ese lugar, en el año de 1673, estando en adoración ante el Santísimo Sacramento, recibió la primera de las cuatro revelaciones con manifestaciones visibles del Sagrado Corazón de Jesús.
La primera de ellas la narró de este modo: “Estando yo delante del Santísimo Sacramento me encontré toda penetrada por su Divina Presencia. El Señor me hizo reposar por muy largo tiempo sobre su Pecho Divino, en el cual me descubrió todas las maravillas de su Amor y los secretos inexplicables de su Corazón Sagrado”.
La segunda revelación se produjo dos o tres meses después de la primera; la tercera ocurrió el primer viernes de junio de 1674. En ella, el Señor le describió a sor Margarita de qué forma se iba a realizar la práctica de la devoción a su Corazón.
En un primer momento, las autoridades religiosas tuvieron recelo de estas visiones hasta que, en los primeros días de febrero de 1675, el Padre San Claudio Colombière (jesuita), habló con sor Margarita y creyó en sus revelaciones.
Fue entonces cuando se produjo la cuarta y última revelación, que se puede considerar como la más importante.
Ocurrió durante la octava del Corpus Christi del año 1675 (entre el 13 y el 20 de Junio). Estando sor Margarita ante el Santísimo Sacramento, el Señor le descubrió su Corazón y le dijo: “He aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombres y que no ha ahorrado nada hasta el extremo de agotarse y consumirse para testimoniarles su amor… te pido que el primer viernes después de la octava del Corpus se celebre una fiesta especial para honrar a mi Corazón […] También te prometo que mi Corazón se dilatará para esparcir en abundancia las influencias de su divino amor sobre quienes le hagan ese honor y procuren que se le tribute”.
Por orden del Padre Colombiére se le mandó a sor Margarita que escribiera todo lo revelado. Diez años después Sor Margarita es nombrada maestra de novicias y asistente de la superiora. Murió en octubre de 1690.
Luego de su muerte, el Papa Inocencio XIII promulgó una bula otorgando indulgencia a todos los monasterios de la visitación con motivo de la fiesta del Sagrado Corazón que el Señor había pedido a Santa Margarita. Años más tarde, el Papa Clemente XIII instituyó en 1765 dicha fiesta en Roma y en 1865 el Papa Pío IX la extendió a toda la Iglesia a celebrarse el viernes siguiente a la octava del Corpus Christi.
El Sagrado Corazón de Jesús le hizo a Santa Margarita unas promesas maravillosas para los que practiquen esta hermosa devoción, por ejemplo: Bendecir las casas donde sea expuesta y honrada la imagen del Sagrado Corazón. Dar paz a las familias. Los pecadores se volverán buenos y a los que ya son buenos los volverá santos. Además, asistirá a la hora de la muerte a los que ofrezcan la comunión de los primeros viernes para pedir perdón por tantos pecados que se cometen.
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