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Stephanny: seducida por Dios

By Octubre 21, 2022
Stephanny asegura ser feliz siguiendo la voluntad de Dios en su vida. Stephanny asegura ser feliz siguiendo la voluntad de Dios en su vida.

Cuando sobrevienen los cambios en la vida, o cuando nos enfrentamos al dolor por la ausencia de un ser querido, solo poniendo la confianza en Dios se puede mirar lo sucedido a la luz de la fe y darle sentido dentro de nuestra historia personal de salvación.

Es el testimonio que Stephanny Aguilar, una joven de 26 años vecina de Escazú, ofrece cuando le pedimos que nos cuente su historia y nos explique cómo siendo ingeniera agrónoma con un futuro promisorio, decide escuchar la voz de Dios y formarse como misionera comboniana.

Nuestra conversación se da a pocos días de su despedida, pues parte a México donde vivirá por dos años el postulantado junto a otra joven costarricense, Amanda Venegas, en una casa de atención para migrantes que la congregación tiene en Tapachula.

Stephanny es hija de la catequista Sonia Artavia y de don Eduardo Aguilar, ya fallecido, quien toda su vida fue oficial de seguridad. Es la menor de 5 hermanos y está graduada de agronomía de la Universidad Nacional.

De niña era muy activa en las cosas de Dios. Fue monaguilla en la Parroquia San Miguel de Escazú y participó en grupos juveniles, pero no necesariamente porque tuviera una relación con Dios, sino porque su mamá estaba metida de lleno en las actividades parroquiales.

Precisamente su mamá, quien tuvo un matrimonio hermoso por 25 años, sufrió la pérdida violenta de su esposo. Stephanny tenía solo 7 años, pero recuerda esta etapa familiar como profundamente dolorosa, que acarreó una situación económica difícil, frente a la cual dan testimonio de la Providencia divina, pues gracias a ángeles que Dios puso en su camino, nunca les faltó nada.

Uno de los apoyos principales lo recibieron de parte de la parroquia, a través del diezmo que las personas ofrendan. Ahí entendieron para qué servía. Cuando los hermanos mayores pudieron hacerlo, salieron a trabajar para ayudar también al hogar.

Cuando Stephanny entra en la Universidad recibe lo que ella llama un choque de realidad, pues de vivir casi en una burbuja, rodeada de gente buena y en un ambiente de fe, se enfrenta a personas y situaciones del mundo que la alejan de Dios.

“Poco a poco, en la misma universidad fui perdiendo valores, daba cabida a otras cosas que no eran buenas, pasé dos años completamente en el mundo, pero en el mundo”, resume.

Pero todo aquello, lejos de llenar su corazón, la dejaban con un vacío que se iba haciendo cada vez más grande. “Me di cuenta que ni las fiestas, ni las discotecas, ni el alcohol llenaban mi corazón. Lo que hacía en ese momento no me representaba, no me sentía feliz y por más que pareciera divertido llegaba a la casa y sentía un gran vacío en el corazón”, relata.

“Llegó un momento en el que toqué fondo y vi que unas amigas estaban haciendo un campamento juvenil, era el grupo de jóvenes al que yo pertenecía antes, es un grupo ecuménico entonces había católicos y evangélicos, pedí incorporarme y aceptaron a pesar de que ya no tenía la edad”.

En ese campamento, fue cuando Stephanny tuvo un encuentro con Dios. “Sentía miedo y vergüenza de regresar a la Iglesia, porque me sentía hipócrita, pero cuando fui a ese grupo de jóvenes me recibieron con amor. Sentí a Dios diciéndome: te estuve esperando, no te iba a recibir ni con reproches ni con nada, estoy para ti”. Luego y sin cuestionar los tiempos de Dios, participó en un grupo de jóvenes católicos llamado “Encuentros de Promoción Juvenil”, donde una hermana comboniana costarricense, Norma Allen Brown llegó a dar una charla.

“Ella no fue a decirnos que nos hiciéramos hermanas, solo fue a compartir con nosotros el encuentro, pero rompió todos los esquemas que yo tenía sobre una religiosa, yo pensaba que desde pequeñas eran casi santas y que no habían pasado nada en sus vidas, solo rezaban y cantaban todo el día, que no compartían con los jóvenes, sino que eran regañonas y estrictas, conceptos que a uno le meten en el cine y lo que le dice a uno la gente”, explica. “Por ejemplo, ella estuvo a punto de casarse, pero en ese proceso prematrimonial descubrió que deseaba hacerse religiosa, es profesional y yo decía ¡wow!”, relata.

A partir de ahí nació en Stephanny la gran inquietud: “¿Será que yo podré ser religiosa?”. “Durante el encuentro estuve con esa pregunta. Me decía que sería súper lindo si Dios me llamara para esto… entonces me sentí indigna, no suficiente para hacer algo así tan grande, pensaba que no podía ser que Dios me llamara a mí para esto si soy lo más corriente del mundo, no me veía en eso, pero esa duda seguía en mi corazón y no sabía cómo responder”.

En oración le dijo a Dios que si Él quería que fuera religiosa que estaba dispuesta a todo, hasta dejar su familia. “Yo había sentido en mi corazón un gran amor por Él y que quería ser motivo para que muchas más personas lo conocieran… estaba dispuesta a dar un si radical”, afirma.

Frente al Santísimo confirmó aquella determinación: sería religiosa. Y desde aquel momento todo lo vivido tuvo sentido. Por cuatro años ha discernido su vocación con las hermanas combonianas y su viaje a México es confirmación de que el Señor quiere que siga adelante.

“Invito a todos los jóvenes a vivir este proceso. Sea que Él los llame o no, uno aprende a escuchar la voz de Dios. Ha sido un proceso de crecimiento. Soñaba con casarme y tener hijos, pero por Dios uno renuncia a todo”, asegura.

“Es elegir entre muchas cosas buenas alguna que es la más grande, a partir de una elección libre, de eso se trata la libertad. La vida se trata de renunciar a algo, por otra cosa que a mi parecer es más grande”, concluye.

Laura Ávila Chacón

Periodista, especializada en fotoperiodismo y comunicación de masas, trabaja en el Eco Católico desde el año 2007.

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