Sin imaginarlo un día y a raíz de una situación familiar que le tocó el alma y llenó a su familia de dolor e incertidumbre, decidió ponerse el hábito café y solicitar la intercesión de la Madre Santísima ante el diagnóstico de que su nieta, de año y cuatro meses, tenía leucemia y debía someterse a tratamientos durísimos de quimioterapia, aparte de eso, la niña contrajo una bacteria por la picadura de una garrapata.
Conocido el resultado de la enfermedad de la pequeña María Gabriela, doña Rosibel le preguntó a la Virgen qué quería que hiciera para obtener la gracia de la sanación para la niña. Relató que sintió que la Virgen le dijo que se pusiera el hábito.
Y así lo hizo, por cinco meses lo vistió para ir a misa y salir a diversas actividades religiosas. Para ese entonces en la Parroquia de Ciudad Colón a la que pertenece, estaba de párroco Jaime Campos, fiel devoto de la Virgen, fue él quien le consiguió un rosario, el escudo y hasta un fajón carmelita.
Confiesa que en la casa no lo usa, en pandemia lo usó mucho tiempo y que sobre todo cada 16 de julio lo viste, en especial para ir a la misa en honor a la Virgen. La primera vez por cinco meses, luego por un mes.
Y así, esta devota obtuvo la gracia de sanación de la menor, orando y rezando el rosario con su esposo y familia: “La primera vez me lo ponía a donde fuera, por varios años lo usé para todo, pero ya se cumplió la promesa”, dijo.
Nuevamente volvió a prometer que lo usaría del 16 de julio hasta diciembre para pedir a la Madre su intercesión por uno de sus hijos. “Recuerdo a mi madre y mi abuela pidiendo la intercesión de ella y la Virgen les concedía. Nunca se acostaban sin rezar el rosario”.
Según dijo, el milagro de Dios a su nieta fue grande: “Se puso la confianza en ella y tiempo después se le quitó el tratamiento a la niña”.
Su nieta ahora le pregunta por qué usa el hábito y ella le responde que “porque la ayudó a usted, es la prueba más dura que he vivido”. “Ella aguantó los tratamientos gracias a la intercesión de la Virgen”, concluyó doña Rosibel.