El 12 de enero de 1941 el cuadro brumoso se enfrentaba al Club Sport Herediano en la final del campeonato nacional de fútbol. Al primer tiempo los de la Vieja Metrópoli caían 3-1, sin embargo, remontaron de manera épica y el duelo finalizó 3-4.
Una caravana partió hasta Cartago, los jugadores iban en una cazadora (autobús antiguo) y las calles de la ciudad se llenaron de gente. Del Centro partieron rumbo a la Basílica Nuestra Señora de los Ángeles, allí el Párroco, Pbro. Claudio María Volio, los esperaba en las puertas del templo. Entraron en orden y con mucho respeto dieron gracias, según expone Soto.
De acuerdo con este investigador, este tipo de leyendas urbanas, como la supuesta maldición y el muñeco enterrado en el Estadio José Rafael “Fello” Meza, surgieron sobre todo a partir de la década de 1960, pero sin ningún fundamento, solo “cuentos de la gente”.
“La Iglesia bendice, no maldice”
El actual párroco y rector de la Basílica, Pbro. Miguel Adrián Rivera, comentó que efectivamente los historiadores señalan que fue una celebración ordenada y, como habitualmente ocurre en Cartago, muy respetuosa hacia lo sagrado.
“Todos los que somos miembros de la Iglesia hemos sido formados para bendecir, no para maldecir. La Iglesia bendice, no maldice. No es entendible dentro del contexto sacerdotal proferir palabras por medio de las cuales se le desee el mal alguien o a un grupo de personas, como una institución deportiva”, comentó el Padre Miguel Adrián.
Asimismo, comprende que se haga este tipo de afirmaciones cuando un grupo no alcanza éxitos por múltiples razones, ya sea por organización, problemas económicos, administración u otras. Sin embargo -reafirma- ese tipo de fracasos no tienen que ver con algo sobrenatural.
“Todos los que somos miembros de la Iglesia hemos sido formados para bendecir, no para maldecir. La Iglesia bendice, no maldice”.
Pbro. Miguel Adrián Rivera
Rector, Basílica de los Ángeles