“Te pedimos por América Latina, el continente que tú visitas con los pies descalzos”, este extracto de la oración a Nuestra Señora de América sirvió de inspiración para La Virgen Descalza, una obra del reconocido pintor costarricense, Rafa Fernández, fallecido en 2018.
El artista la pintó y donó a la parroquia de San Pedro, en Montes de Oca, en 1995. Se trata de una obra de más de 5 m. de altura, instalada al interior del templo, sobre la puerta principal.
La historia detrás de este lienzo está llena de matices. De pequeño, Fernández sirvió como monaguillo en esa parroquia, era muy mariano y rezaba el Santo Rosario todos los días, como recordó su esposa, Mirna Tercero, y la hija de ambos, también pintora, Alma Fernández.
El artista vivió siempre en San Pedro y, según cuentan sus familiares, había hecho la promesa de pintar un cuadro para el templo. Mirna formaba parte de un grupo de lectores, un día, tras salir de una reunión, se encontró con el párroco de aquel entonces, el Pbro. Carlos Humberto Rojas, actual párroco de Nuestra Señora de la Soledad, en San José.
En aquella época se realizaban trabajos de restauración en el templo, acababan de demoler la fachada y levantaban la torre. El sacerdote le mostró a la mujer el muro que se levantaba y le comentó: “Dígale a Rafa que cuando quiera tiene toda esa pared para él”.
“Que dice el Padre que le pinte un cuadro”, le dijo ella, “sí, ¿cómo no?, claro”, respondió el artista sin dudarlo. Al día siguiente, a las 7:00 a.m., el Padre Rojas llegó a ver los avances y se encontró con el artista en medio de la construcción haciendo mediciones.
El pintor financió el 100% del costo de la obra. Como era su costumbre, encargó pigmentos muy finos, y además, mandó traer el lienzo al extranjero, ya que en el país no había uno tan grande (el cuadro tiene dimensiones de 5,15 m. x 3,45 m.).
Se dispuso para él la nave lateral sur, allí trabajó durante nueve meses hasta terminar la pintura. Incluso, se instaló una especie de andamio para que pudiera pintar boca abajo sin pisar el lienzo. El Padre Rojas recuerda que en una ocasión amarró el pincel a un palo largo para alcanzar ciertos lugares y poder hacer los trazos.
La Virgen descalza
El resultado es una obra de arte, en la cual se muestra a la Virgen María que asciende entre las nubes, rodeaba de siete ángeles, donde se aprecia fácilmente el inconfundible estilo del maestro Fernández.
El día de la inauguración, cuenta el Padre Rojas, las bancas se colocaron en sentido contrario para que las personas pudieran contemplar la pintura. Detalló que se celebró la Santa Eucaristía, se firmó un acta, hubo un concierto con Editus y un ágape con 500 personas.
“Su obra se caracterizó por la representación de mujeres, decía que por fin pudo pintar a la mujer más sublime de todas”, comentó el sacerdote. Por su parte, Mirna, mencionó que “para él fue una oportunidad de homenajear a la Virgen”.
Fernández tuvo total libertad creativa, antes de comenzar hizo una investigación y creó varios bocetos, de los cuales, el Padre Rojas, con gran cariño y agradecimiento, conserva uno, el último.
La pintura contiene varios símbolos, siete ángeles (número de la perfección), uno de ellos sostiene una trompeta (referencia al Apocalipsis), el rayo de luz en la parte superior (la elegida del Señor), entre otros elementos.
El sacerdote señaló, como detalle curioso de la obra, que uno de los ángeles está cubierto de nubes, pero con el tiempo, en unos 80 años, comenzará a distinguirse.
Alma Fernández, también pintora, destacó que el trabajo de las nubes es magistral, muy rico en color. Explicó que “los ángeles forman un movimiento en espiral, lo que permite que uno recorra todo el cuadro, uno va como envuelto por las nubes, en un suave viaje”.
A propósito, Alma Fernández pintó y donó los cuatro ángeles colocados recientemente en la Parroquia Nuestra Señora de la Soledad, por pedido, nuevamente, del Padre Rojas.
