La Hermana Marina, religiosa indígena que nació del servicio evangelizador de la congregación en este territorio, dijo: “Al ser yo de Talamanca fue una bendición de Dios. Me enamoré de su carisma y de su vida. No es un cierre, la misión continua porque la semilla quedó sembrada”.
Por su parte, Ramón Buitrago, representante del territorio indígena, expresó que “la partida de las hermanas es lamentable, fueron 56 años que tejieron con nosotros la fe católica junto con otros sacerdotes, ellas acompañaron mucho a las familias en la catequesis, en la educación, la salud y fueron personas que atendieron a la población día y noche”.
Buitrago recordó como las religiosas trabajaban visitando los pueblos los sábados y domingos, tanto del territorio bribri como cabécar, incluso en las profundidades de la montaña. “Llevaron medicamentos a los lugares inaccesibles y fueron capaces de estar con nosotros en medio de nuestras limitaciones”, destacó.
“Estamos agradecidos. Su partida es dolorosa, pero su trabajo queda en nosotros nos inculcaron el amor a la familia y a la Iglesia, todos tenemos grandes recuerdos de lo que hicieron por nosotros”, concluyó.
“Su partida es una tristeza. La caridad que ellas hicieron en Talamanca era de mucho bien. Nos faltó mas oración para la proliferación de vocaciones acá en el territorio, aun no asimilo su partida”, declaró por su parte el también indígena Eufemio Buitrago.
