La Puebla de los Pardos, en Cartago, tiene sus orígenes desde el Siglo XVII. Nuevamente, se aclara que los habitantes de este lugar no eran esclavos ni tampoco todos eran pobres, esto no quiere decir que eso evitara que sufrieran situaciones de abuso por parte de los españoles, como también las vivían los indígenas o los propios mestizos.
En este punto, el Pbro. Benavides hace la salvedad que, a pesar de ciertas situaciones, como la sustracción de negros para llevarlos a servir a casas de españoles, había una cierta relación y convivencia entre los grupos sociales.
Se considera 1635 como fecha del hallazgo de la imagen de la Virgen (aunque podría haber ocurrido años antes). En ese entonces, la Puebla de los Pardos no era conocida como tal, pero sí se sabe que algunos negros se habían instalado en la zona, afueras de la ciudad, lo que se conocía como La Gotera, mientras los españoles estaban instalados en el centro.
Si bien el nombre de Puebla de la Reina de los Ángeles aparece en 1662, ya se le conocía como tal desde antes. Mons. Morel de Santa Cruz dijo: “Reina del Cielo, que tanto se esmera en favorecer a los humildes, les ha hecho la honra de habitar entre ellos y que aquel barrio tenga su mismo apellido”.
Incluso, antes, en 1653 ya existía una cofradía cuya junta directiva estaba compuesta mitad por españoles, mitad por negros, “lo que deja entrever cierto poder de esta etnia”, señala el Pbro. Benavides.
El primer mayordomo fue Luis Rodríguez, un mulato libre. Construyeron un pequeño templo en la Puebla. Es llamativo además que, a pesar de las divisiones entre clases, unos y otros se encontraban a través del culto a María.
Las fiestas en honor a Nuestra Señora de los Ángeles poco a poco comenzaron a ganar fama. Los desfiles, bailes, las mascaradas, la música, los cantos… donde se mezclaba la cultura negra con la española caracterizaron estas coloridas celebraciones hasta principios del Siglo XX.
Había incluso gente que para el 2 de agosto y en la Pasada de la Virgen pintaba su rostro de negro, un detalle que muestra la relación intrínseca del culto con la cultura negra.
“Aun bien entrado el siglo XVIII la acción en torno al culto centrado en el templo de la Virgen en la Puebla de los Pardos, era mérito de los negros y mulatos y no de los españoles de la élite”, indica el historiador.
Ese “blanqueamiento” de la historia que evidencia Pbro. Benavides, se muestra en hechos como que la mujer que halló la imagen “cuando no ha sido convertida en india o mestiza la han reducido a un mayor anonimato al definirla como una simple muchacha”, a pesar de que el relato más antiguo que existe la describe como mulata.
Por otro lado, el rostro de la imagen de la Negrita a veces es descrito con rasgos indígenas o negros, sin embargo, para el Pbro. Benavides, donde no hay duda de los rasgos afrodescendientes es en el rostro del niño que lleva en brazos.
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