Nació en Poitiers, Francia, en el seno de una ilustre familia. Él mismo nos dice que fue educado en la idolatría y hace una narración detallada de como Dios lo llevó al conocimiento de la fe, recibiendo el bautismo a una edad un tanto avanzada.
Obispo
Hacia el año 350, fue elegido Obispo de Poitiers. Después de su elevación al episcopado compuso antes de partir al destierro en Frigia, un comentario sobre el Evangelio de San Mateo, que ha llegado hasta nosotros. Sin embargo, sus principales escritos son sobre el arrianismo.
Amante de la verdad
San Hilario amaba la verdad sobre todas las cosas y no escatimaba ningún esfuerzo, ni rehuía alguno por defenderla. Así, San Hilario defendió ardientemente los decretos del Concilio de Nicea, cuando éste se vio amenazado por las intenciones del emperador Constancio quien reunió un concilio de arrianos de Selucia de Isauria, a fin de neutralizarlo. Hilario murió en Poitiers, probablemente en 368.
Mansedumbre
El Papa Benedicto XVI destacó la que considera es su mayor cualidad: conjugar la fortaleza en la fe con la mansedumbre en la relación interpersonal. San Hilario ve en todos los salmos la transparencia del misterio de Cristo y de su Cuerpo, que es la Iglesia.
Fundador
En varias ocasiones, San Hilario se encontró con San Martín: precisamente el futuro obispo de Tours fundó un monasterio cerca de Poitiers, que todavía hoy existe.
Doctor de la Iglesia
San Hilario falleció en el año 367. Su memoria litúrgica se celebra el 13 de enero. En 1851 el beato Pío IX le proclamó doctor de la Iglesia.
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