“Monseñor ante todo un cordial y agradecido saludo. En el calendario, se indica que el 7 de octubre se celebra la memoria de nuestra Sra. del Rosario. Es lo que desde siempre yo he sabido. Sin embargo, de alguna amiga del Movimiento Matrimonio en Victoria, he escuchado que en el mismo día cabe celebrar la fiesta de N. Señora de la Victoria. Después de la sorpresa que experimenté, me he preguntado, a qué se deba esa identificación. Monseñor, ¿puede darnos a mí y a mis amigas del Matrimonio en Victoria, alguna luz al respecto? Siempre con mucha gratitud”.
Wendy Rodríguez M. – San José
Estimada Wendy, en 1566 fue elegido Papa, el Card. Miguel Ghislieri, que pertenecía a la Orden de los Dominicos, detalle este de no poca importancia en relación a la fiesta de Nuestra Señora del Rosario. En efecto, todos sabemos que los dominicos han sido siempre, desde su fundación por Sto. Domingo de Guzmán (1170 – 1221) grandes “apóstoles” del Santo Rosario.
Ahora bien, en 1570, Turquía había declarado guerra a la República de Venecia para conquistar a la Isla de Chipre. San Pío V, con el temor y la preocupación de que los musulmanes avanzaran hacia Europa, promovió una alianza entre Venecia, España, Génova, Savoya y el mismo Estado Pontificio. Tomó el mando de la Armada, el famoso comandante Juan de Austria, hijo del Emperador Carlos V.
Las dos flotas se enfrentaron en la zona de Lepanto, en el Golfo de Corinto, en el sur de la actual Grecia, 7 de octubre del 1571. La victoria fue de los que habían constituido la alianza (Liga). Alguien (Ranke) la describió como “el día de batalla más feliz que la cristiandad jamás había alcanzado”.
Mientras tanto en Roma, en los días anteriores a aquella batalla, San Pío V había promovido un prolongado período de oración, de procesiones penitenciales, invocando particularmente la intercesión de María Santísima. Esas prácticas religiosas se extendieron también en otras ciudades.
La victoria no fue considerada solo como resultado de la organización y de la valentía de cuantos integraban la armada, sino como “gracia” y milagro alcanzado por la intercesión de la Virgen María. Ella pues, bien se merecía el título de Nuestra Señora de la Victoria.
De su parte San Pío V, con ocasión de la victoria de Lepanto, el año siguiente (1572) publicó una Bula con el título Salvatoris Domini, con que instituía la fiesta litúrgica como recuerdo de aquella victoria. En aquella Bula, San Pío V, presentaba las razones para fomentar el rezo del Santo Rosario: la necesidad de la oración para superar las dificultades de las guerras, de las pandemias y de otras calamidades; el Santo Rosario es una práctica sencilla que todos los fieles pueden entender y practicar; esta práctica religiosa ha sido siempre de grande eficacia en contra de herejías y peligros de nuestra fe; y por eso hay que exhortar al rezo del Santo Rosario a todo el pueblo cristiano.
El mismo Pontífice, Pío V, confirmó la fiesta de Nuestra Señora de la Victoria, como fiesta de Nuestra Señora del Rosario, para el mismo día de la Victoria, es decir, 7 de octubre. De su parte el Papa Clemente XI, en 1716, extendiendo la fiesta a toda la Iglesia, la fijó para el primer domingo de octubre. Sin embargo, con la reforma querida por el Concilio Vaticano II, que ha devuelto al Domingo toda su importancia, la fiesta de N. Señora del Rosario (o de N. Señora de la Victoria) ha vuelto al 7 de octubre. Lepanto pues, por la intercesión de María, N. Señora de la Victoria detuvo el avance del Islam hacia Europa.
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