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"¿Todas las religiones llevan a Dios?"

By Mons. Vittorino Girardi S. Octubre 10, 2024

“Monseñor: reciba mi saludo y la muestra de mi gratitud. Sin duda usted ha escuchado la afirmación de nuestro Papa Francisco, allá en Singapur, cuando sorprendió diciendo que todas las religiones llevan a Dios. No sólo en los medios de comunicación, sino, también entre nuestros estudiantes de bachillerato (que ya no son niños), esa afirmación ha causado no poca sorpresa. Algunos de mis estudiantes sueltan la pregunta: ¿es entonces lo mismo ser cristiano que ser budista o musulmán? ¿Cómo les deberíamos contestar, Monseñor?”

N. María Fernanda – Guanacaste

 El tema, estimada María Fernanda, da para no pocas páginas. Intentaré ser lo más breve posible, y por eso, voy a ordenar unas fundamentales afirmaciones. Si no resulto claro, usted puede volver a escribirme.

  1. Partimos de la fundamental afirmación. El ser humano no está hecho para este mundo, sino, para la vida eterna, que podemos expresar como “victoria sobre la muerte” y sobre cuanto la prepara, a saber, el sufrimiento. El ser humano se distingue de todos los otros seres que llenan nuestro planeta, porque tiene esperanza, afirmando así que la muerte física no es el final, sino, el comienzo de una vida en plenitud. A esto, le llamamos salvación.
  2. Un segunda afirmación, igualmente importante: el hombre no salva al hombre. Nadie puede dar lo que no posee. Jesús dice, que un ciego no puede conducir, guiar a otro ciego. No debemos olvidar lo que Jesús le declaró al joven rico: “¡Nadie es bueno! Sólo Dios es bueno” (Mc 10, 18). Un ejemplo más: los enfermos no pueden curar a otros enfermos, como un pecador no puede salvar a otros pecadores. La salvación, pues, nos viene de afuera, de Dios, que es bueno, misericordioso y que en la plenitud de los tiempos nos envió a su Hijo como Salvador (cfr. Gál. 4, 4). Sólo Él es el Camino, que nos conduce a la Verdad suprema que es la Vida eterna, victoriosa de la muerte.
  1. Si ahora tenemos presente el fundamental criterio de que el hombre no salva al hombre, una religión, la que sea, en cuanto que originada o fundada por un hombre, no puede ser medio de salvación. Del hombre “pecador” (y no olvidemos que todos lo somos, Mc 10, 18), no puede brotar la gracia, la salvación, como -repitiéndolo- el ciego no puede dar origen a la vista ni para él ni para los demás.
  2. Sin embargo, estimada María Fernanda, hay que tener presente, además, el dogma cristiano de la voluntad salvífica universal de Dios. Leemos esta importantísima verdad en 1Tim 2, 4: “Dios quiere que todos los hombres se salven”. Además, siempre conviene recordar que nadie se condena sin culpa propia y no es ninguna culpa para alguien que profese una religión en que ha sido educado según la tradición de la propia cultura; al igual que nosotros no tenemos ningún mérito por haber sido bautizados cuando niños.
  3. Ahora bien, si Dios quiere que todos se salven, esto implica que a todos Dios les da los medios suficientes para que puedan salvarse. Esto implica que Él con su gracia, con su luz, alcanza a todos los hombres y ahí, en donde concreta e históricamente se encuentren. A su vez esta afirmación implica que Dios alcanza a todos, con su gracia, también a todos los que profesando una religión, que de suyo no pueda ser medio de salvación, porque fue propuesta por un hombre. Dios alcanza a todos con su gracia, a la que cada uno en conciencia, está invitado a responder. Tenemos pues, esta sorprendente situación histórica: los hombres y mujeres que viven profesando una religión que de suyo no puede ser medio de salvación (lo repetimos: por ser obra meramente humana), Dios actúa en todos ellos para que se abran a acoger el ofrecimiento de la salvación. Un simple ejemplo: si un budista, un musulmán o uno de otra religión, creyendo que la suya es la verdadera, impulsado por la gracia, eleva su oración a Dios, la suya es una auténtica oración y no menos valiosa que la oración de un cristiano. Es por eso que en 1986 San Pablo II, invitó en Asís, a todos los representantes de las religiones para que se unieran en oración… A pesar de su diversidad religiosa, todos se dirigían al mismo Dios; si lo hacían, como creemos, de acuerdo a la propia conciencia.
  1. No hay pues, que ver las religiones en contraste, la una en contra de las otras… Debemos pensar que la auténtica intención de cada religión es la de buscar la Verdad, y bien sabemos que la Verdad suprema es Cristo. Aún sin saberlo, entonces toda religión, aunque con sus límites (a veces, graves) está orientada hacia Cristo que es la Verdad. Con otras palabras, toda religión pretende buscar y darle a la vida un “sentido”, y bien sabemos que sólo Cristo constituye el “Sentido”, a saber la dirección de la vida y de todo.

Concluyendo, estimada María Fernanda, propiamente hablando, no todas las religiones son en sí mismas, camino de salvación, en sentido propio o en el mismo sentido: la religión cristiana, en cuanto que don sobrenatural y revelada por Dios, lo es en sí misma y por sí misma, debido a su Fundador; las otras, aunque no lo sean en cuanto que son obra meramente humana, lo pueden ser por la acción gratuita de Dios que alcanza a todo ser humano, ahí donde se encuentre, y en la religión que profese, en cuanto que Dios quiere que todos se salven y a todos les otorga, para ello, los medios suficientes. A cada uno, en definitiva, le corresponde dar respuesta a la iniciativa divina, en coherencia con su conciencia (cfr. GS16).

 

¿Tiene preguntas sobre la vida de la Iglesia o dudas acerca de la fe? Escríbale a Monseñor Vittorino Girardi, obispo emérito de Tilarán-Liberia, al correo Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. y espere la respuesta.

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