Cuando los judíos se fueron saliendo de Palestina y dispersándose en varias otras naciones (diáspora), mezclándose con otras poblaciones, tenían el riesgo normal de no recordar con precisión las vocales que correspondían a cada palabra de los textos bíblicos. Entonces, un grupo de expertos, defensores de la tradición, conocidos en la historia, como los Masoretas, término que equivale a “los de la tradición”, decidieron indicar con particulares signos convencionales, las vocales que correspondían a las palabras de la Biblia, para que el lector, ahí en donde se encontrara, la leyera con seguridad y acierto.
Llegando al tetragrama divino YHVH, indicaron las vocales poniendo las propias de la palabra Adonai (A, O, A), dejando la I (iod) final ya que en hebreo es considerada una consonante. Con sorpresa, en lugar de la primera vocal A, los Masoretas pusieron E, y de ahí la palabra YEHOVÁ. Sin embargo, al mismo tiempo se iba difundiendo la otra vocalización, no leyendo YEHOVÁ, sino, YAHVÉ.
Como era obvio, se realizaron ulteriores estudios, comparando varios nombres hebreos compuestos, porque llevan en sus letras una clara referencia al nombre de Dios o tetragrama. Esto no nos debe sorprender, ya que se trata de un caso frecuente también en otros idiomas. En español, por ejemplo, decimos Adeodato, que significa “dado por Dios”, o Cristóforo que equivale a “portador de Cristo”…
Tenemos así los conocidos nombres de Elías, Abdías, Jeremías, Isaías… y vemos que las letras que se referían al nombre de Dios (en la forma del tetragrama) se leían con la vocal A y no E. Por ejemplo, Elías, se compone de “El” (mi Dios) y “YH” que son las dos primeras letras del tetragrama, y juntando las dos partes tenemos el nombre “Elías”, que equivale a decir, aunque en forma abreviada: “Mi Dios es Yahvé”. Así acontece en los otros nombres compuestos (llamados teóforos, en término técnico) en que se aprecia que la vocal interpuesta entre la letra Y y la letra H, es A, no E. De lo contrario, tendríamos que leer Elíes, Jeremíes, Abdíes… Se confirma así la lectura de Yahvé y no de Yehová.
Las mismas ediciones protestantes, (de las comunidades cristianas del protestantismo histórico), de la Biblia, han preferido el uso del nombre YAHVÉ y no de YEHOVÁ, como prefieren los Testigos.
Actualmente, gracias al diálogo ecuménico, se ha llegado a aceptar que en lugar de leer YAHVÉ, por ejemplo, en los salmos, se lea SEÑOR; aunque en la edición aparezca, como en los antiguos manuscritos el tetragrama YHVH.
Estimada Anayansi, le ofrezco aquí una compleja explicación para un tema no difícil… Espero no haberla confundido.