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¿Qué son los milagros eucarísticos?

By Mons. Vittorino Girardi S. Agosto 29, 2021

“Monseñor, sin duda que usted conoce a Carlos Acutis beatificado recientemente por el Papa Francisco y cuya admiración y devoción se están difundiendo. De este adolescente se pone de relieve particularmente su profunda devoción a la Santa Eucaristía. Leyendo acerca de él, voy sabiendo que se había vuelto un experto de los milagros eucarísticos, conociendo en detalle, muchos de ellos. Comprendo, más o menos, lo que hay que entender por “milagros eucarísticos”, sin embargo, no sabría decir con suficiente precisión en qué consisten y cómo acontecen. Mucho le agradecería, Monseñor, si me diera más información al respecto”.

Armando Segura L. – San José

 

Estimado don Armando: como a usted y a muchos otros, a mí también me ha sorprendido y edificado la breve vida terrena del beato Carlos Acutis. Como diría nuestro Papa Francisco, para mi familia se trata de un “santo de la casa del al lado”, ya que vivió en Milán y mi hermano con su familia, no viven muy lejos de la que era su casa.

Se trata de un adolescente que “quemó etapas”, que murió antes de cumplir los quince años y que dejó una huella profunda por donde pasó mostrando la belleza y el atractivo de una vida cristiana auténtica, muy eucarística. De su participación diaria a la Santa Misa acostumbraba decir: “La Eucaristía, autopista al Cielo”.

Pero volvamos a su pregunta. Tengamos presente lo que se entiende por “milagro”. Se trata de un hecho, evidente y bien constatado, que no puede ser explicado por las leyes naturales, sino, que las supera. Es el caso, por ejemplo, de uno de los primeros milagros que acontecieron en Lourdes (Francia), a partir de las apariciones de la Virgen Inmaculada a Santa Bernardita Soubirous, en 1858. Un obrero que, por un accidente, había perdido un trozo de hueso de su pierna, inesperada y rápidamente, se le creció con perfecta medida, casi como si no hubiese pasado nada.

Si ahora, aplicamos la noción del milagro al misterio eucarístico, constatamos que se dieron hechos que superan toda expectativa humana y toda explicación natural.

Me conformo, don Armando, con narrar brevemente dos de ellos. Uno de hace siglos, pero muy bien documentado y uno muy reciente.

En 1264, un sacerdote peregrino alemán, en camino hacia Roma, estaba celebrando la Santa Misa en Bolsena, un pueblo a orillas de un lago del mismo nombre. Durante la celebración, aquel sacerdote empezó dudando acerca de la real presencia de Jesús en la Eucaristía, cuando, inesperada e improvisamente empezó saliendo de la Forma Consagrada, sangre que manchó abundantemente el corporal, que es ese cuadrado de lino blanco o de otro tejido, sobre el cual el sacerdote celebrante pone la patena con las formas a consagrarse y el cáliz con el vino. Rápidamente se difundió la noticia de ese milagro y el Papa Urbano IV, que por aquel entonces vivía en la vecina ciudad de Orvieto, no muy lejos de Roma, quiso que ese corporal “manchado” con la sangre que había brotado de la Forma Consagrada, fuera llevado a esa ciudad… Como es sabido, aún hoy, muy numerosos son los peregrinos que visitan el templo en que se guarda ese santo Corporal.

El Papa Urbano IV una vez que constató la plena evidencia del “Milagro de Bolsena” se sintió impulsado a establecer, en ese mismo año (1264), la solemnidad del Corpus Domini (Cuerpo del Señor) para la Iglesia universal.

Mucho más reciente es el milagro de la “Hostia sangrante”. En Legnica, una ciudad de unos cien mil habitantes, en Polonia, en el 2013, se produjo un impactante milagro Eucarístico con una Hostia sangrante, cuyo tejido, una vez analizado, correspondía al de un corazón humano que había sufrido mucho. El Obispo del lugar, lo reconoció y la Santa Sede (Roma), tras una acuciosa investigación, permitió su exposición pública, en el 2016… El milagro aconteció en la Navidad del 2013. Una Hostia consagrada había caído en el suelo. Una vez recogida fue colocada, según las normas litúrgicas en un recipiente con agua para que así se consumiera, sin embargo, en lugar de lo que naturalmente debía acontecer, apareció una gruesa mancha roja de una sorprendente textura que hacía pensar en un tejido humano. Los científicos la analizaron y llegaron a una probada y evidente conclusión: el tejido era de origen humano y, más concretamente, con la estructura propia del músculo cardíaco, con las alteraciones que aparecen frecuentemente durante la agonía que antecede a la muerte.

Sobra decirlo: Legnica en Polonia, ya es meta de peregrinos de todo el mundo y lugar de muy numerosas conversiones. “La fe es noche”, ha escrito San Juan de la Cruz, pero Jesucristo, con su providencia nos da abundante luz para iluminarla y así no equivocarnos de camino.

 

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