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Sagradas Escrituras: El novio mesiánico

By Pbro. Mario Montes M. / Animación bíblica, Cenacat Noviembre 23, 2020

El comienzo de la vida pública de Jesús acontece en una fiesta de bodas, momento de mucha alegría y esperanza. Por esto mismo, las bodas de Caná tienen un significado simbólico muy fuerte.

Siguiendo con los protagonistas del Evangelio de San Juan y habiendo visto, en el domingo anterior, a la madre de Jesús en las bodas de Caná (Jn 2,1-12), hoy nos podemos preguntar sobre el novio ¿Quién es? ¿Por qué no es nombrado? Pues, sabemos que entre nosotros, cuando somos invitados a una celebración de bodas, en la tarjeta de invitación, sabemos los nombres de los futuros esposos o nos enteramos de otra manera. Pero en la narración de las bodas de Caná, ignoramos sus nombres o quiénes son estos jóvenes judíos de Caná y del susodicho novio, solamente se nos dice lo siguiente:

El encargado probó el agua cambiada en vino y como ignoraba su o rigen, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al novio y le dijo: “Siempre se sirve primero el buen vino y cuando todos han bebido bastante, se trae el de inferior calidad. Tú, en cambio, has guardado el buen vino hasta este momento” (Jn 2,9-10)

 

¿Quién es el novio o esposo?

 

Les pedimos a ustedes que lean en su ejemplar de la Biblia o del Nuevo Testamento, allá en su casa, el texto completo de Juan 2,1-12. Verán el comienzo de la vida pública de Jesús, que acontece en una fiesta de bodas, momento de mucha alegría y esperanza. Por esto mismo, las bodas de Caná tienen un significado simbólico muy fuerte. En la Biblia, el matrimonio es la imagen usada para significar la realización de la perfecta unión entre Dios y su pueblo. Estas bodas entre Dios e Israel eran esperadas desde hacía mucho tiempo, ¡más de ochocientos años! Y Yahvé era presentado como el Esposo fiel y apasionado por su pueblo (ver Os 2,21-22; Is 62,4-5).

Y precisamente en una fiesta de bodas, junto a una familia y una comunidad, Jesús realiza su “primer signo” (Jn 2,11). La madre de Jesús se encontraba en la fiesta. Jesús y sus discípulos fueron invitados. O sea, la madre de Jesús formaba parte de la fiesta, simbolizando a la antigua alianza, al pueblo de Israel. También Jesús está presente, pero vestido de invitado (aparentemente). Él no forma parte del Antiguo Testamento. Junto a sus discípulos, él es el Nuevo Testamento que está llegando. La madre de Jesús ayudará al dar el paso del Antiguo al Nuevo Testamento.

Sin embargo, san Juan en su relato introduce una modificación. En el Antiguo Testamento siempre es Yahvé, a quien se anuncia como el novio de la boda. En cambio, san Juan presenta a Jesús como el “novio” que se desposa o casa en Caná. Y lo primero que hace Jesús es suministrar una gran cantidad de vino a los invitados de la fiesta, cambiando 600 litros de agua en 600 litros de vino… ¡Demasiado guaro!, diríamos en Costa Rica, máxime para aquella gente que ya había bebido bastante. El verbo griego que se emplea aquí es “methúo”, que significa literalmente “emborracharse”, “embriagarse”.

Según el mayordomo o encargado de la fiesta, aquellos invitados habían bebido bastante y estaban borrachos (“jumos”, diríamos nosotros…). Y a esa gente borracha, Jesús les suministra una cantidad exagerada de vino y encima, de superior calidad, un vino delicioso… Es decir, que a Jesús “se le pasó la mano”, sabiendo que el exceso de vino es dañino para la salud (ver Prov 23,31-35). Claro, está, si leemos o interpretamos el relato al pie de la letra, cuando lo quiere decir, es que, en las bodas de Dios con su pueblo, el vino abundaría y en exceso, como señal de alegría (ver Am 9,13; Is 25,6-7; Jer 31,12-14; Jl 2,24).

Es cuando el encargado no sale de su asombro por este nuevo vino servido, pero no se dirige a Jesús que lo ofreció, sino al novio para decirle: “Siempre se sirve primero el buen vino… pero, tú, en cambio, has guardado el buen vino hasta este momento”. Si Jesús había hecho el milagro de cambiar el agua en vino ¿por qué el mayordomo le dice al novio que lo había guardado hasta ahora? ¿Es posible que, al terminar esta narración, un desconocido novio, del que nada sabemos,  se lleve el mérito y hasta los aplausos que, en justicia, le corresponderían a Jesús? ¿No es él quien merecía las felicitaciones?

A menos que se trate de un detalle intencionado de San Juan o un “malentendido” literario, para dejarnos una hermosa enseñanza: Jesús es el novio de las bodas de la nueva alianza con la humanidad, como Dios en el Antiguo Testamento, fue el novio del pueblo de la antigua alianza. La siguiente vez que aparece un novio en el relato evangélico (ver Jn 3,29), será en las palabras de Juan el Bautista, que presenta a Jesús como el novio y a sí mismo, como el amigo del novio. Por eso, el mensaje del conocido texto de las bodas de Caná, es que Jesús ha hecho las veces de Dios. Él es el novio que ha venido a celebrar las bodas de su pueblo y a quedarse con ellos para siempre.

 

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