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Los discípulos ambiciosos

By Pbro. Mario Montes M. Junio 18, 2020

Debemos oponernos a los esquemas de poder y de dominio, de quienes gobiernan este mundo y hacer posible la globalización de la solidaridad.

Los Evangelios no ocultan los defectos y limitaciones de los discípulos de Jesús, igual que nosotros. Hoy vamos a conocer a dos: a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo que, en el texto de Mt 20,17-28, aparecen como discípulos ambiciosos. Aun así, Jesús los escogió para estar con él y para las tareas del Reino de Dios:

Cuando Jesús se dispuso a subir a Jerusalén, llevó consigo sólo a los Doce, y en el camino les dijo: "Ahora subimos a Jerusalén, donde el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas. Ellos lo condenarán a muerte y lo entregarán a los paganos para que sea maltratado, azotado y crucificado, pero al tercer día resucitará".

Entonces la madre de los hijos de Zebedeo se acercó a Jesús, junto con sus hijos, y se postró ante él para pedirle algo. "¿Qué quieres?", le preguntó Jesús. Ella le dijo: "Manda que mis dos hijos se sienten en tu Reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda". "No saben lo que piden", respondió Jesús. "¿Pueden beber el cáliz que yo beberé?". "Podemos", le respondieron.

"Está bien, les dijo Jesús, ustedes beberán mi cáliz. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes se los ha destinado mi Padre". Al oír esto, los otros diez se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús los llamó y les dijo: "Ustedes saben que los jefes de las naciones dominan sobre ellas y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero que se haga su esclavo: como el Hijo del hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud".

El Evangelio habla del tercer anuncio de la pasión de Jesús (Mt 20,17-19), de la petición de la madre de los hijos de Zebedeo (Mt 20,20-23) y de la discusión de los discípulos que ambicionan el primer puesto (Mt 20,24-28). Vayamos a la narración:

  • Mateo 20,17-19: El tercer anuncio de la pasión. Van caminando hacia Jerusalén. Jesús los precede. Sabe que le matarán. Isaías lo había anunciado (Is 50,4-6; 53,1-10). Su muerte no es el fruto de un plan preestablecido, sino consecuencia de un compromiso asumido, de la misión recibida del Padre. Por esto, alerta a los discípulos sobre el sufrimiento y la muerte, que encontrará en Jerusalén. El discípulo ha de seguir al maestro, aunque sea para sufrir con él. Los discípulos están asustados y con miedo. No entienden. El sufrimiento no concuerda con la idea que tienen del mesías (Mt 16,21-23): un rey glorioso y poderoso.

 

  • Mateo 20,20-21: La petición de la madre que pide el primer puesto para los hijos. En otros textos la conocemos como Salomé (Mc 15,40; 16,1). Los discípulos no sólo no entienden el alcance del mensaje de Jesús, sino que continúan con sus ambiciones personales. Jesús insistía en el servicio y en la entrega, y ellos seguían con sus deseos inconfesables y ansiaban los primeros puestos en el Reino. La madre de Santiago y de Juan, llevando consigo a sus dos hijos, se acerca a Jesús y pide un lugar en la gloria del Reino para ambos, uno a la derecha y el otro a la izquierda de Jesús. No entendieron la propuesta de Jesús. Estaban preocupados con sus propios intereses. Querían una recompensa por el hecho de seguir a Jesús. Las mismas tensiones existían en las comunidades en el tiempo de San Mateo y existen hoy en nuestras comunidades cristianas.

 

  • Mateo 20,22-23: La respuesta de Jesús. Jesús reacciona con firmeza: “No saben lo que piden”. Y les pregunta si son capaces de beber el cáliz que él va a beber, y si están dispuestos a recibir el bautismo que él va a recibir. Es el cáliz del sufrimiento, el bautismo de sangre. Jesús quiere saber si ellos, en vez del lugar de los primeros puestos, aceptan entregar su vida hasta la muerte. Los dos contestaron: “¡Podemos!” Parece una respuesta de labios para fuera, pues pocos días después, abandonarán a Jesús y lo dejarán sólo en la hora del sufrimiento. No tienen lucidez, ni perciben la realidad personal. El lugar en el Reino de Dios, aquel que lo da es el Padre. Lo que Jesús tiene que ofrecer es el cáliz y el bautismo, es decir, el sufrimiento y la cruz.

 

  • Mateo 20,24-27: “Entre ustedes no debe ser así”. Jesús habla, de nuevo, sobre el ejercicio del poder (Mc 9,33-35). En aquel tiempo, los que detentaban el poder no prestaban atención a la gente. La sociedad estaba caracterizada por el ejercicio represivo y abusivo del poder. Hoy, en nuestro mundo, sucede lo mismo con los sistemas políticos y económicos de turno. Pero Jesús tiene otra propuesta. Dice: “Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes”. Enseña en contra de los privilegios y de las rivalidades. Quiere cambiar el sistema e insiste en el servicio como remedio contra la ambición personal.

 

  • Mateo 20,28: El resumen de la vida de Jesús. Jesús define su misión y su vida: “¡No he venido para ser servido, sino para servir!” Vino a dar su vida en rescate de una multitud. Él es el Mesías Siervo, anunciado por el profeta Isaías (Is 42,1-9; 49,1-6; 50,4-9; 52,13-53,12). Aprendió de su madre María, que dijo al ángel Gabriel: “¡He aquí la esclava del Señor!”(Lc 1,38). Propuesta totalmente nueva para la sociedad de aquel tiempo y para nosotros, que también nos vemos tentados por la ambición y por el abuso del poder en todas sus formas. ¡Advertidos estamos!
Last modified on Sábado, 20 Junio 2020 19:02

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