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Jueves, 25 Abril 2024
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Hace 800 años, San Francisco de Asís quiso realizar el primer belén y el Papa Honorio III (1216 a 1227) aprobó la Regla Franciscana o Regla bulada a la naciente Orden de los Hermanos Menores. En recuerdo de este doble aniversario, este año el pesebre de la plaza de San Pedro y del Aula Pablo VI procederán del valle de Rieti, en la diócesis de Rieti, mientras que el árbol de Navidad monumental procederá del alto valle del Maira, en el municipio de Macra, en la diócesis de Saluzzo y provincia de Cúneo.

“Los avances en el campo de la IA (Inteligencia Artificial) están teniendo un impacto cada vez más profundo en la actividad humana, la vida personal y social, la política y la economía”, por lo que el tema del mensaje del Papa Francisco para la próxima Jornada Mundial de la Paz del 1 de enero de 2024, anunciado por el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral el martes 8 de agosto, será “Inteligencia Artificial y Paz”.

“El Papa Francisco llama a un diálogo abierto sobre el significado de estas nuevas tecnologías, dotadas de un potencial disruptivo y de efectos ambivalentes”, subraya el comunicado, resaltando “la necesidad de estar vigilantes y de trabajar para que en la producción y uso de tales dispositivos no arraigue una lógica de violencia y discriminación, a expensas de los más frágiles y excluidos: la injusticia y las desigualdades alimentan conflictos y antagonismos”.

La urgencia, por tanto, es “orientar la concepción y el uso de las inteligencias artificiales de manera responsable, para que estén al servicio de la humanidad y de la protección de nuestra casa común”, con la necesidad de extender esta reflexión ética al ámbito de la educación y del derecho. “La protección de la dignidad de la persona y el cuidado de una fraternidad efectivamente abierta a toda la familia humana son condiciones indispensables para que el desarrollo tecnológico contribuya a promover la justicia y la paz en el mundo”, añade la nota.

El Papa Francisco está feliz de compartir el camino eclesial con los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, consagrados, consagradas y agentes de pastoral, con sus cansancios y esperanzas. Lo reconoció él mismo en su homilía, pronunciada en español, el miércoles 2 de agosto en el rezo de las vísperas, celebrado en el Monasterio de los Jerónimos, en Lisboa.

En la segunda actividad pública de su 42º viaje apostólico en el marco de la Jornada Mundial de la Juventud, el Papa agradeció las palabras de Monseñor José Ornelas Carvalho, obispo de Leiria-Fátima y presidente de la Conferencia Episcopal Portuguesa, y manifestó su deseo de rezar con ellos para que, como dijo el Prelado, “podamos ser, junto con los jóvenes, audaces en abrazar el sueño de Dios y encontrar caminos para una participación alegre, generosa y transformadora, para la Iglesia y la humanidad”.

En su frondoso discurso, el Pontífice destacó la belleza del país, al que describió como una tierra de paso entre el pasado y el futuro, lugar de antiguas tradiciones y de grandes cambios, adornado por valles exuberantes y playas doradas que se asoman a la hermosura sin límites del océano, que bordea Portugal.

“Esto me evoca el entorno de la llamada de Jesús a los primeros discípulos, a orillas del mar de Galilea”, dijo el Papa y se detuvo en la llamada, que pone de manifiesto lo que se escuchó en la Lectura breve de Vísperas: el Señor nos ha salvado y nos ha llamado no por nuestras obras, sino por su gracia (cf. 2 Tm 1,9).

El Santo Padre hizo notar un contraste: por una parte, los pescadores bajan de la barca para lavar las redes, es decir, para limpiarlas, conservarlas bien y volver a casa; por otra parte, Jesús sube a la barca e invita a echar de nuevo las redes para la pesca. Resaltan las diferencias: los discípulos bajan, Jesús sube; ellos quieren guardar las redes, Él quiere que se echen nuevamente al mar para la pesca.

 

La importancia de recomenzar

 

Partiendo de los pescadores que bajan de la barca para lavar las redes, Francisco subrayó que a Cristo lo que le interesa es llevar la cercanía de Dios precisamente a los lugares y las situaciones donde las personas viven, luchan, esperan, a veces teniendo entre las manos fracasos y frustraciones, justamente como esos pescadores que durante la noche no habían sacado nada. “Jesús mira con ternura a Simón y a sus compañeros que, cansados y amargados, lavan sus redes, realizando un gesto repetitivo, pero también lleno de fatiga y resignación: no quedaba más que volver a casa con las manos vacías”, añadió.

El Obispo de Roma reconoció que, a veces, en el camino eclesial, podemos experimentar un cansancio similar, cuando nos parece que entre las manos solo tenemos redes vacías. Lo considera un sentimiento bastante difundido en los países de antigua tradición cristiana, afectados por muchos cambios sociales y culturales, y cada vez más marcados por el secularismo, por la indiferencia hacia Dios y por un creciente distanciamiento de la práctica de la fe.

“Y esto a menudo se acentúa, prosiguió, por la desilusión y la rabia que algunos alimentan en relación a la Iglesia, en algunos casos por nuestro mal testimonio y por los escándalos que han desfigurado su rostro, y que llaman a una purificación humilde y constante, partiendo del grito de dolor de las víctimas, que siempre han de ser acogidas y escuchadas”. Pero el Papa advirtió del riesgo de bajar de la barca y quedar atrapados en las redes de la resignación y del pesimismo.

Por eso, pidió confiar en que Jesús continúa tendiendo la mano y sosteniendo a su amada Esposa y llevar al Señor nuestras fatigas y nuestras lágrimas, para poder afrontar las situaciones pastorales y espirituales, dialogando entre nosotros con apertura de corazón para experimentar nuevos caminos a seguir.

 

“Este es el tiempo de gracia”

 

Continuando su análisis de la escena, Francisco acotó que, apenas los apóstoles bajan a lavar los instrumentos utilizados, Jesús sube a la barca y luego los invita a echar nuevamente las redes.

En el momento del desánimo, de la “jubilación”, el Papa nos recordó la invitación a dejar que Jesús suba a la barca de nuevo, con la ilusión del primer tiempo, esa ilusión que debe ser revivida, reconquistada, re-editada, admitiendo, sin embargo, que no es fácil.

“Él viene a buscarnos en nuestras soledades y en nuestras crisis para ayudarnos a recomenzar”, dijo, evidenciando la “espiritualidad del recomienzo”. “No le tengan miedo. Así es la vida: caer y recomenzar, aburrirse y recibir de nuevo la alegría, recibir esa mano de Jesús”, fue su llamamiento.

El Sucesor de Pedro afirmó que también hoy pasa por las orillas de la existencia para reavivar la esperanza y decirnos también a nosotros, como a Simón y a los otros: “Navega mar adentro, y echen las redes” (Lc 5,4).

Francisco aseguró que vivimos un tiempo difícil, pero el Señor hoy pregunta a esta Iglesia: “¿Quieres bajar de la barca y hundirte en la desilusión, o dejarme subir y permitir que sea una vez más la novedad de mi Palabra la que lleve el timón? ¿Te conformas solo con el pasado que tienes detrás o te atreves a echar nuevamente con entusiasmo las redes para la pesca?”.

El Señor nos pide reavivar la inquietud por el Evangelio, según el Santo Padre. Porque, “cuando uno se va acostumbrando y se va aburriendo y la misión se transforma en una especie de “empleo”, es el momento de dejar lugar a esa segunda llamada de Jesús, que nos llama de nuevo siempre. Nos llama para hacernos caminar, nos llama para rehacernos. No le tengan miedo a esa segunda llamada de Jesús. No es ilusión, es Él que vuelve a golpear la puerta".

“Y podemos decir que esta es la inquietud ‘buena’ que la inmensidad del océano les entrega a ustedes portugueses: ir más allá de la orilla, no para conquistar el mundo, sino para animarlo con la consolación y la alegría del Evangelio”.

“Hermanos todos”

Noviembre 10, 2023

En latín Fratelli tutti, la tercera encíclica que el Papa Francisco firma en Asís el 4 de octubre, el día de su onomástico. En ella se nos invita a que vivamos unidos por el amor y que, consecuentemente, seamos entre nosotros y a todos los niveles más justos y solidarios, más cercanos, más atentos a ayudar al prójimo, especialmente al más necesitado. Y esto lo lograremos estando más cerca de Dios, nuestro Creador y Padre, más abiertos a su presencia y amor; hechos a imagen y semejanza suya, somos hermanos todos, la humanidad entera. Ensanchando el concepto de “salvación”, el Papa afirma: “Nadie se salva solo” y ha llegado el momento de que “soñemos como una única humanidad” en la que “todos somos hermanos”.

Estaba plenamente consciente de lo que acontecería en esa gélida mañana porteña. En mi interior sabía que la experiencia que estaba por vivir me brindaría un calor que abrazaría mi corazón, disipando el invernal manto que envolvía la ciudad.

Ese día se grabaría en mi memoria como un recuerdo imperecedero el esperado encuentro con el fraile Luis Pascual Dri OFM Cap, confesor del Papa Francisco cuando todavía era Arzobispo de Buenos Aires.

La posibilidad de verlo y dialogar con él cobró forma cuando se hizo público, el pasado domingo 9 de julio, que el Santo Padre le conferiría el cardenalato a aquel que había sido su confesor. Fue entonces cuando comenzó a germinar en mi mente la idea de conocer a este venerable hombre, cuya influencia y relación espiritual con el Papa trascendían los límites del confesionario.

Con pasos firmes alcanzamos la imponente puerta de su monasterio, en el Santuario de Nuestra Señora del Rosario de Nueva Pompeya, donde se encuentra la curia provincial y la enfermería.

Con los latidos del corazón en un compás acelerado, rogamos a Nuestra Señora que intercediera por la salud del Padre, pues habíamos sido informados de que estaba afectado por un resfrío. Gracias a Dios, nuestras plegarias fueron escuchadas y el amable fraile nos recibió con benevolencia en su morada.

Ya frente a él, no pude dejar de notar que en los trazos de su rostro se distingue un fulgor radiante que refleja la sabiduría acumulada a lo largo de los años. A pesar de su dolencia y el severo resfrío que aquejaban su cuerpo, lo más sobresaliente fue su deseo inquebrantable de recibirnos.

Entonces me presenté y expliqué el motivo de la reunión: “Soy un monje de la Orden Libanesa Maronita y mi deseo es compartir su mensaje a través del perínclito periódico “Eco Católico” de Costa Rica”.

Inmerso en un torbellino de emociones, incluso me concedí la osadía de contactar al director de dicho medio de comunicación, el Lic. Martín Rodríguez, quien previamente me había mencionado haber leído gran cantidad de entrevistas sobre el Padre Luis. Con cortesía, el señor cardenal le extendió su saludo y con el corazón lleno de sentimiento, le otorgó una bendición cargada de emotividad.

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