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Alcoholismo: señales de alerta entre adolescentes

By Octubre 16, 2020

La adolescencia es un momento clave en la maduración cerebral, que se completa hacia los 21 años. El consumo de alcohol a esta edad interfiere el proceso produciendo secuelas irreversibles. La preocupación crece porque según datos del IAFA, se registra un aumento en el consumo de bebidas alcohólicas entre colegiales.

 

Juan Pablo tenía 15 años cuando tomó su primera cerveza, una parte de él tenía curiosidad, otra quería demostrar hombría, en fin, no pasó nada grave. En casa había problemas y también había botellas de licor, de las cuales él cogía un poco a escondidas de vez en cuando.

En una fiesta colegial fue su primera borrachera, vomitó en el salón, hizo un ridículo, pero todo eso parecía ser parte de la diversión. Luego, en la universidad solía embriagarse con amigos. Cuando tuvo su primer trabajo destinaba una parte de su sueldo para fiestas y alcohol. Hubo llegadas tardías, irresponsabilidad, problemas con su pareja…

Supo lo que fue dormir en las calles y sufrir a causa del deseo incontrolable de alcohol. Deseaba devolverse en el tiempo, haber tenido más cuidado. Gracias a Dios logró recuperarse y recuperar su vida.

Su caso es uno de muchos, pero al menos él sobrevivió. La Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que anualmente en el mundo se producen más de 3 millones de muertes a consecuencia del consumo nocivo de alcohol, esto representa un 5,3% de todas las defunciones.

El uso nocivo de alcohol es un factor causal en más de 200 enfermedades y trastornos. De hecho, existe una causal entre el consumo nocivo y los trastornos mentales y comportamentales.

 

El uso nocivo de alcohol es un factor causal en más de 200 enfermedades y trastornos. De hecho, existe una causal entre el consumo nocivo y los trastornos mentales y comportamentales.

 

De acuerdo con el Instituto sobre Alcoholismo y Farmacodependencia (IAFA), el consumo de alcohol en Costa Rica ha aumentado, pero lo más preocupante es el aumento de consumo entre colegiales que pasó de 19,5% a 27% (26,9 en el caso de los varones y un 27,1% en el caso de las mujeres).

Esto es preocupante porque el cerebro termina su maduración aproximadamente a los 21 años de edad, siendo la corteza prefrontal la última en desarrollarse, área encargada de tareas como el control de impulsos, el raciocinio y el juicio.

Por esa razón, “los efectos del consumo crean un mayor riesgo de depresión, ansiedad y baja autoestima, con grave afectación en la memoria y el aprendizaje, por lo tanto, los adolescentes bebedores tienden a obtener bajos resultados en su rendimiento escolar, ausentismo y hasta deserción escolar”. 

Asimismo, a nivel físico pueden presentar alteraciones en el desarrollo y crecimiento, alteraciones del ritmo cardiaco, hipertensión arterial y miocardiopatía dilatada por consumo crónico, irritaciones en la pared intestinal que aumentan la probabilidad de desarrollar gastritis, vómito y alteraciones del tránsito intestinal.

Por otra parte, presentan un aumento en la probabilidad de involucrarse en conductas sexuales de riesgo que pueden llevarlos a contraer enfermedades de transmisión sexual, embarazos no deseados y mayor probabilidad de ser víctima de delitos como violación, robo y agresión, según la información suministrada por el IAFA.

Santiago Quesada Venegas, consejero en temas de adicción de la Casa de Acompañamiento Familia (CAF) de la Arquidiócesis de San José, también señala que hay mayor riesgo de sufrir dependencia del alcohol, es decir, adicción al alcohol o alcoholismo, cuando el consumo se inicia en la adolescencia.

Él menciona que una de las situaciones por las que más acuden padres de familia al CAF es por su preocupación con respecto al consumo de licor y sustancias sicoactivas como la marihuana por parte de sus hijos.

Según agrega, los papás y mamás deben de tener un cuidado todavía más especial cuando ellos mismos han sufrido experiencias dolorosas relacionadas con el consumo de alcohol y no quieren eso para sus hijos.

Entre las frases más comunes están: “Nunca me di cuenta que esos primeros tragos harían de mi hijo un alcohólico” o “De haberlo sabido nunca me tomo ese primer trago”.

 

Mitos

 

Quesada expone que hay mitos relacionados con el alcohol que generan popularidad entre los jóvenes. Por ejemplo, que tomar es “vacilón” y vuelve a las personas más “ligadoras”, El alcohol -dice- causa sueño, desorientación, confusión, hace vulnerable a las personas y les dificulta relacionarse con los demás.

Otra frase común es: “Si todos lo hacen ¿por qué yo no?”, algo que más bien demuestra su falta de autoestima y lo influenciable que puede ser.

Un mito muy presente es que “el alcohol hace olvidar los problemas”. “El alcohol hace todo lo contrario, agrava los problemas (…) cuando hablamos de la adicción, en este caso de la adicción al alcohol, hemos dicho que es la enfermedad de la evasión o del escape, a situaciones que no puede enfrentar”, sostuvo Santiago.

Otra creencia es que el alcohol saca de la rutina, esto -menciona- es una justificación para tomarse unos tragos sin sentir culpa. Se suma también la idea de que “me presionaron para que tomara”. Esto -indica- es una manera de justificarse o de demostrar no tener capacidad de decisión, además -expone- los verdaderos amigos respetan las decisiones de cada persona.

 

Recomendaciones a los padres

 

Santiago recomienda a los padres estar atentos a signos o cambios de comportamiento que presenten sus hijos, los cuales pueden indicar que necesitan ayuda. Para detectar esto es necesario que presten atención a sus hijos, conozcan a sus amigos, sus pasatiempos, sus preferencias, etc.

Asimismo, aconseja no hablar o regañar al joven cuando está en estado de embriaguez, pues eso no ayudará a que abandone el alcohol, solo advertirle que al día siguiente se hablará del asunto.

“Al día siguiente, una vez pasado el efecto del alcohol, se dialogará con el joven. El propósito es irlo educando, atraerlo, indagar del por qué lo hizo”, señala.

Una vez recuperado el joven, es importante preguntarle cómo se encuentra, mostrarle la preocupación por él, indagar en su forma de consumo, es decir, si es puntual, habitual, cuándo y en qué circunstancias, así como hablarle de las consecuencias del consumo de alcohol.

“Se ponen límites o reglas en común. Nunca hay que perder la calma ni las esperanzas de que la situación va a tener un final feliz, tampoco buscar culpables”, comentó el consejero.

De acuerdo con él, no se trata de que la familia se convierta en una especie de policía o de agredirlo verbalmente por la situación que vive, ni castigarlo de manera desproporcionada.

Tampoco es minimizar la situación o que evadan su responsabilidad, con comentarios como: “Son cosas de la edad” o “ya le pasará, eso hasta yo mismo lo hice”. 

Si los padres o familiares sienten que la situación los sobrepasa deben buscar ayuda. Santiago recomienda buscar fortaleza espiritual en las consejerías que la Iglesia tiene a disposición de todos y el apoyo de especialistas. La CAF ofrece acompañamiento. Las personas que lo necesiten pueden llamar al 2221-4510.

También pueden acudir al Centro Nacional de Atención Integral en Drogas para Personas Menores de Edad del IAFA Casa JAGUAR que es un centro especializado en la atención de personas menores en consumo de sustancias psicoactivas y en condición de vulnerabilidad, cuyo teléfono es: 2224-6122.

 

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Last modified on Viernes, 16 Octubre 2020 15:22
Danny Solano Gómez

Periodista, licenciado en Producción de Medios, especializado en temas de fe católica, trabaja en el Eco Católico desde el año 2009.

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