Desde pequeño, Elías ya sabía lo que es reponerse a las dificultades. A corta edad perdió a su mamá y se trasladó a vivir a Quepos, donde entró en contacto con el mundo del turismo. Aplicando su don de gentes y su honradez logró obtener su licencia de guía del ICT y con ello ganarse un espacio en el negocio, hasta que la pandemia del Covid-19 se trajo todo abajo.
Hasta hace unos meses se dedicaba al turismo en Manuel Antonio, en un hotel que embestido por la crisis y la falta de ingresos tuvo que suspenderle el contrato con la promesa de volverlo a llamar… “cuando todo esto pase”.
“Mi hotel no quería despedir a nadie, son bastante humanos y entienden la situación personal, pero somos conscientes que están estirando la cuerda… y a pesar de que me cesaron el contrato me dan aun una ayudita para defenderme, sin embargo, no salimos con todas las necesidades básicas, los préstamos, pagos de estudios, gasolina y otras cosas, La situación no es sostenible en el tiempo”, aseguró.
Quepos, como comunidad dedicada casi en su totalidad al turismo, es una de las más golpeadas por las consecuencias económicas de la pandemia.
“Acá nos afectamos todos, desde los restaurantes hasta el taxista, llevamos cuatro meses varados. Imagínese que solo en el parque trabajan 250 guías entre locales y foráneos que llegan de otras partes del país. Pasamos de recibir casi 500 a 60 personas por semana, ahora solo pueden caminar, no pueden ni ingresar a la playa. Acá no se da la agricultura, solo la siembra de Palma Africana y es un trabajo que realizan en su mayoría nicaraguenses”, describió Elías.
“Ha sido un golpe muy fuerte, se siente el olor a tristeza y a desesperación porque el pueblo se mueve alrededor del turismo. A pesar de que el gobierno dio la directriz de suspender préstamos y servicios , las cuentas se acumulan, al final usted debe pagar ese acumulado y si no se tiene el dinero qué vamos hacer”, agregó.
“No me cruzo de brazos”
A pesar de la situación, Elías mantiene la esperanza en Dios de que todo mejorará. “Hay que aprender a vivir con esto, aplicando todas las prevenciones”, dijo, asegurando sin embargo que él no se cruza de brazos ante la crisis.
Y así lo hizo, cansado en los primeros días de estar sentado en la silla del corredor de su casa pensó y repensó qué hacer y junto con un amigo se volvió pescador.
Con ganas de salir adelante y con el deseo de cumplir sus sueños y darle la pelea a la situación Elías buscó una nueva manera de salir adelante. Ahora se dedica junto con su amigo a sacar camarón y pescado con sus propios medios en Parrita. Se traslada cada 8 o 15 días hasta San José a venderlos a sus amigos o a quien le solicite las delicias del mar.
“En Parrita en unos lagos que hay de siembra los sacamos con una tarraya, que es una pequeña red que utilizan los pescadores del mar para agarrarlos, esto nos demora hasta una hora”, dijo.
Elías es consciente de que si no hubiera comenzado este nuevo oficio no podría salir adelante con todas sus cuentas y las de quienes dependen de él.
“No lo niego, me he sentido fatal, si no se abren fronteras el turismo no llegará como antes, tenemos la fe que si Costa Rica logra mantener estable la situación del Covid-19, los turistas vendrán acá porque tendrán la confianza de que es poco probable que se contagien, el punto alto en turismo en nuestro país son las playas y los volcanes. Dios tenga misericordia de nosotros y nosotros pongamos de nuestra parte para salir de esta crisis”, dijo.
Quienes deseen el servicio de Elías de entrega de pescado y camarón, él mismo puede llevarlo hasta la puerta de su casa, fresco, seguro y solidario. Para apoyar a este luchador basta con solo llamar al 6059-2490 y hacer su pedido. Junto con un buen pescado llega un nuevo emprendedor.
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