La imaginaria visita a Sierpe de Osa fue un conclave significativo, donde se abordaron las necesidades de resolver los problemas sociales de nuestro país.
En esta reunión ficticia, la Ilustrísima doctora Daisy Corrales, exministra de salud, comenzó hablando de la importancia de ser buenas personas, de no dañar a nadie jamás con nuestras decisiones y de la necesidad de dedicar tiempo a la escucha asertiva.
Su reflexión nos invita a considerar cómo nuestras acciones impactan a los demás, resaltando que la ética debe ser un pilar fundamental en la construcción de políticas públicas.
A esta reflexión se unió mi amigo personal, el erudito escritor y dramaturgo costarricense Daniel Gallegos Troyo, quien enfatizó la importancia de invertir en educación y cultura.
Su discurso nos hizo reflexionar sobre cómo una sociedad educada y culturalmente rica puede generar cambios profundos y duraderos.
La inversión en educación no solo es un derecho humano, sino una herramienta esencial para combatir la desigualdad y la pobreza en Costa Rica.
La necesidad de fortalecer nuestros sistemas educativos es apremiante, y sus palabras resonaron con fuerza en un contexto donde muchas instituciones aún luchan por cumplir sus propósitos.
Luego, Samuel Rovinski se sumó a esta línea de pensamiento, expresando su interés en que se eleve aún más la inversión en cultura y educación.
Su llamado a unir el consenso de la clase política es un recordatorio de que, para que estos cambios sean efectivos, es fundamental que todos los sectores trabajen juntos y reconozcan la educación y la cultura como pilares del desarrollo social. Sin un compromiso colectivo, las iniciativas pueden quedar en meras intenciones.
Mi gran amiga Anna Katharina Müller Castro, con su amplia experiencia en organismos internacionales y su pasado como exministra de educación, nos habló de la realidad y complejidad del estado costarricense.
Señaló las numerosas trabas y la ineficiencia de instituciones que a menudo no cumplen su función.
Este exceso de burocracia se convierte en un obstáculo para la implementación de políticas efectivas.
La necesidad de reformar el estado es urgente, y su intervención nos recordó que debemos abordar estas complejidades con valentía y determinación.
En este contexto, Monseñor Daniel Francisco Blanco Méndez, Obispo, nos instó a tener presente a Dios en toda decisión.
Nos recordó que no podemos dejar de pensar en los pobres al construir políticas públicas.
Su enfoque espiritual nos recuerda que la compasión y la justicia deben ser los motores de nuestras acciones.
La ética y la moralidad son fundamentales para garantizar que nuestras decisiones no solo busquen el beneficio personal, sino que también respondan a las necesidades de los más vulnerables.
En medio de estas reflexiones, Pepe Ambrozic nos ofreció café bien cargado y, con su sonrisa, nos habló de la importancia de la ética en toda decisión.
Señaló que Dios debe ser el centro de todo lo bueno y nos instó a leer algunos documentos del magisterio de los últimos papas para comprender la realidad social.
Su intervención es un recordatorio de que la espiritualidad y la ética deben estar entrelazadas en nuestras decisiones, ya que la verdadera justicia no puede existir sin un fundamento moral sólido.
A medida que avanzamos en nuestras discusiones imaginarias, queda claro que la construcción de una sociedad más justa en Costa Rica requiere un compromiso colectivo.
Debemos unir nuestras voces y esfuerzos para asegurar que la ética, la educación, la cultura y la compasión sean los pilares sobre los cuales se edifique nuestro futuro.
La tarea es grande, pero la voluntad de los presentes en esta reunión ficticia nos da esperanza.
La necesidad de un cambio profundo es evidente, y nuestras decisiones deben ser guiadas por un sentido claro de responsabilidad social.
Cada uno de nosotros, desde nuestra posición, puede contribuir a este esfuerzo. La escucha activa y la colaboración son fundamentales para construir un país donde todos tengan la oportunidad de prosperar.
La unión de esfuerzos es clave; al hacerlo, no solo mejoramos nuestras políticas, sino que también fortalecemos el tejido social que nos une como nación.
En la reunión imaginaria en Sierpe de Osa ha sido un llamado a la acción.
La voz de cada uno de los participantes resuena en el contexto de una Costa Rica que necesita más que nunca de líderes éticos, de una inversión decidida en educación y cultura, y de un compromiso sincero con los más vulnerables.
Cada una de estas reflexiones nos invita a mirar hacia el futuro con esperanza, a trabajar juntos por un país donde la justicia, la equidad y la compasión sean más que ideales, sean la realidad que construimos día a día.
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