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Cuando se juzgan personas sin conocerlas

By Willy Chaves Cortés,OFS Orientador Familiar, UJPll / Máster en Comunicación Política, UCR Enero 23, 2025

Antes de juzgar mi vida o mi carácter, es crucial que te pongas en mis zapatos y recorras el camino que yo he recorrido. A mis 51 años, he vivido una vida llena de desafíos y sufrimientos, pero también de aprendizajes y resiliencia.

Mi infancia estuvo marcada por el abuso sexual y el maltrato, experiencias que intentaron definir mi existencia de manera negativa. Sin embargo, a lo largo de este viaje, he descubierto que cada paso que he dado, cada pena que he enfrentado ha contribuido a mi fortaleza.

Desde que era pequeño, mis días estaban llenos de confusión y dolor. Recuerdo momentos en los que el miedo era un compañero constante.

En lugar de jugar y reír como cualquier niño, yo vivía en un mundo de sombras, donde la inocencia se desvanecía rápidamente.

El abuso y el maltrato no solo afectaron mi infancia; también dejaron marcas profundas en mi psique que necesitarían años de trabajo para sanar. Sin embargo, al mirar hacia atrás, sé que esas experiencias, aunque dolorosas, fueron también mis maestras.

La frase "Vive mis penas, mis dudas, mis temores y mis angustias" resuena profundamente en mí. A lo largo de los años, he aprendido a aceptar y enfrentar mis emociones en lugar de reprimirlas.

Este proceso de vivir mis penas ha sido liberador. Aprendí que cada lágrima, cada momento de angustia, era una parte de mi proceso de sanación. En lugar de sentir vergüenza, empecé a ver mis emociones como un camino hacia la autenticidad.

Recorrer los años ha sido un viaje lleno de altibajos. Hubo momentos en los que me sentí atrapado en un ciclo de dolor, donde la esperanza parecía un lujo inalcanzable.

Sin embargo, en esos instantes críticos, encontré la fuerza para levantarme. Cada tropiezo fue una oportunidad para aprender algo nuevo sobre mí mismo. Con el tiempo, entendí que el verdadero poder no reside en no caer, sino en saber levantarse después de cada caída.

Al mirar hacia atrás, puedo identificar momentos específicos que fueron cruciales en mi viaje. Uno de esos momentos fue cuando decidí buscar ayuda profesional.

Durante años, intenté lidiar con mi dolor en silencio, convencido de que debía ser fuerte y enfrentar mis demonios solo.

Sin embargo, un día, una pequeña chispa de esperanza me llevó a buscar terapia. Esa decisión fue un punto de inflexión en mi vida.

Empezar a hablar sobre mis experiencias fue aterrador, pero también liberador. Hablar de mi dolor me permitió empezar a desmantelar las paredes que había construido a mi alrededor.

La terapia no solo me brindó un espacio seguro para expresar mis emociones, sino que también me enseñó herramientas valiosas para comprender mi dolor y manejarlo.

Aprendí sobre la importancia de la autocompasión y el perdón, tanto hacia mí mismo como hacia aquellos que me hicieron daño.

Con el tiempo, empecé a ver mis experiencias no solo como traumas, sino como partes de un viaje más amplio hacia la sanación.¡

El camino hacia la sanación ha estado lleno de descubrimientos. He aprendido que la vulnerabilidad es una fortaleza, no una debilidad.

Al abrirme a los demás, encontré conexiones profundas y significativas. Las relaciones que he forjado en este viaje han sido fundamentales para mi recuperación.

Rodearme de personas que comprenden mi historia y que me aceptan tal como soy ha sido un pilar en mi proceso de sanación.

A medida que he avanzado en mi vida, he comenzado a comprender que el dolor que he experimentado no me define, sino que me ha dado una perspectiva única sobre la vida.

Ahora veo la importancia de ser compasivo con los demás y de no juzgar a quienes están lidiando con sus propias batallas.

Antes de juzgar, es esencial recordar que todos llevamos cargas que a menudo no son visibles.

Cada uno de nosotros tiene su propia historia, y es vital reconocer que lo que puede parecer trivial desde fuera puede ser un desafío monumental para alguien más.

A lo largo de mi vida, he conocido a otros que, como yo, han enfrentado situaciones difíciles. Sus historias me han inspirado y me han recordado que no estoy solo en este viaje.

Hoy, miro hacia el futuro con una mezcla de esperanza y determinación. He encontrado un propósito renovado en ayudar a otros que han pasado por experiencias similares.

Mi historia no es solo mía; es un testimonio de que la esperanza puede surgir incluso de las circunstancias más oscuras.

Al compartir mi experiencia, busco crear un espacio seguro donde otros se sientan validados y escuchados.

 

La sanación es un proceso continuo, y reconozco que habrá momentos difíciles en el camino.

Sin embargo, también sé que esos momentos no son el final de mi historia, sino parte de un viaje más amplio.

He aprendido a abrazar mis cicatrices y a verlas como insignias de valentía en lugar de marcas de vergüenza.

Estas experiencias han forjado mi carácter y han moldeado a la persona que soy hoy: un hombre fuerte, resiliente y comprometido con la vida.

A lo largo de los años, he descubierto la importancia de la autoexpresión.

La escritura se ha convertido en una herramienta poderosa para mí. A través de las palabras, he encontrado una forma de procesar mis emociones y dar sentido a mi historia.

Escribir sobre mis experiencias me ha permitido liberar el dolor que llevaba dentro y, al mismo tiempo, me ha brindado la oportunidad de reflexionar sobre lo lejos que he llegado.

Además, la práctica del autocuidado ha sido esencial en mi vida. He aprendido a priorizar mi bienestar emocional, no solo a través de la terapia, sino también a través de actividades que me nutren y me traen alegría.

Pasar tiempo en la naturaleza, cuidar de mi familia perruna dedicar tiempo a mis pasiones han sido vitales para mi bienestar.

Estos momentos de conexión conmigo mismo me ayudan a recargar energías y a enfrentar los desafíos que la vida me presenta.

Con el tiempo, he llegado a entender que el verdadero crecimiento personal proviene de enfrentar mis miedos y salir de mi zona de confort.

Cada vez que me enfrento a un nuevo desafío, me recuerdo a mí mismo que he superado obstáculos mucho más difíciles.

Esta mentalidad de resiliencia me ha permitido avanzar y prosperar en áreas de mi vida que antes consideraba inalcanzables.

Hoy, tengo una visión más clara de lo que quiero lograr. He aprendido a establecer metas realistas y a celebrar mis logros, por pequeños que sean.

Cada paso hacia adelante es un testimonio de mi fuerza y determinación. He descubierto que, aunque el camino puede ser difícil, cada esfuerzo vale la pena.

La vida me ha enseñado que la verdadera fortaleza no radica solo en resistir, sino en adaptarse y crecer. He aprendido a abrazar el cambio y a ver cada nuevo desafío como una oportunidad para aprender.

Esta mentalidad me ha permitido encontrar significado en mis experiencias y transformarlas en lecciones valiosas.

A medida que miro hacia el futuro, me siento agradecido por el viaje que he recorrido.

Cada experiencia, cada dolor y cada triunfo han contribuido a la persona que soy hoy.

He aprendido a ver la belleza en la imperfección y a reconocer que la vida está llena de matices.

La luz y la oscuridad coexisten, y es en esta dualidad donde encontramos el verdadero significado de la vida.

Mi viaje no solo es un testimonio de supervivencia, sino también de transformación.

He aprendido que la vida puede ser hermosa, incluso después de haber enfrentado el dolor.

La esperanza es una fuerza poderosa que nos impulsa a seguir adelante, y al compartir mi historia, espero inspirar a otros a encontrar su propia luz en medio de la oscuridad.

Así que, antes de juzgar, recuerda que la vida de cada persona es un viaje lleno de lecciones y experiencias.

Si te pones en mis zapatos y recorres el camino que he recorrido, tal vez veas que, al final del día, lo que realmente importa es cómo elegimos levantarnos y seguir adelante.

Todos tenemos la capacidad de sanar y crecer, y juntos podemos crear un mundo más compasivo y comprensivo, donde cada voz sea escuchada y cada historia sea valorada.

Hoy, miro hacia el futuro con esperanza, sabiendo que hay un camino lleno de posibilidades por delante.

Estoy decidido a vivir mi vida con autenticidad y a continuar ayudando a otros en su propio viaje de sanación.

Mi historia es solo el comienzo de una nueva narrativa, una que celebre la resiliencia, la empatía y el poder de la comunidad.

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