Pretender prescindir de la religión, confiando alguien sólo en sí mismo, manifiesta una peligrosa autosuficiencia, y es peligrosa porque se alimenta del orgullo que nos puede llevar al menosprecio de los medios que Dios, en su bondad, nos ha dado para que conozcamos la verdad. En nuestro caso de católicos, el medio imprescindible es la Sagrada Escritura y cómo ésta ha sido transmitida e interpretada por la Iglesia. Además, estamos llamados a agradecer la ayuda, siempre necesaria, que se nos ofrece en los Sacramentos, así como en los ejercicios de piedad (oraciones varias, el santo Rosario, adoración Eucarística, etc.), para así vivir en coherencia con la verdad conocida y aceptada. Lo expresa con toda claridad el apóstol Santiago en su carta: “La religión verdadera y perfecta ante Dios, nuestro Padre, consiste en esto: ayudar a los huérfanos y a la viudas en sus necesidades y no contaminarse con la corrupción de este mundo” (St 1, 26-27).
Además, estimada Grettel, el querer prescindir de todo tipo de religión, implica caer en un evidente error y, a la vez, en algo que de hecho es imposible.
Implica, primero, caer en el error de negar o no reconocer en la práctica, la naturaleza social del ser humano. Todo lo que somos, conocemos y hacemos, lo vamos recibiendo en una comunidad y por una comunidad: Primero, la comunidad fundamental, que es la familia, luego el grupo al que nuestra familia pertenece, que a su vez se integra en grupos más amplios. Nadie puede prescindir de sentirse en relación con los demás, en un constante intercambio de recibir y de dar.
De ahí que, pretender tener una relación con Dios, por ejemplo, la de la oración, o la de pedir perdón, etc., siempre cabe hacerlo en dependencia de la imagen de Dios que otros (familia, comunidad, grupo…) nos han transmitido, es por eso, que en toda expresión con la que alguien se relaciona con Dios, no puede evitar el uso de lenguaje, expresiones culturales que le derivan de una particular comunidad. Digámoslo con fuerza y convicción: ¡Nadie es una isla, ni puede decidir no serlo! La vida humana con todas sus manifestaciones, siempre se construye en una haz de relaciones, en una cadena de interdependencias.