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¡Si yo no tengo amor! ¡Yo nada soy Señor!

By Willy Chaves Cortés, Orientador Familiar UJPll / Máster en Comunicación Política, UCR Diciembre 04, 2023

En estos tiempos en que la cristiandad se prepara para celebrar el natalicio del niño Jesús en el portal de belén, es un tiempo propicio para reflexionar sobre el sentido de nuestras vidas, No sé si nos hemos dado cuenta de que el mundo actual, del cual todos somos parte, apunta cada vez más al secularismo, y lo hace de una manera tan sutil que hasta los que hemos nacido y crecido con instrucción cristiana, quizás no nos hemos fijado desde cuándo Jesús ya no es el motivo visible de la Navidad; mucho menos de que su presencia a menudo no es ya el centro de nuestras vidas.

¡Qué triste!, en mi niñez nos preparábamos en el barrio para organizar las posadas esa algarabía daba sentido de armonía a la navidad, acudíamos con fervor cristiano a preparar esa gran fiesta que era el nacimiento del salvador de la humanidad, Jesús en el portal de belén.

La Navidad está a la vuelta de la esquina. ¿Has pensado ya qué valores quieres trabajar con tus hijos en esta época del año? Aprovecha para hablar sobre la solidaridad ¡y ayudar a quien lo necesita!

Por tanto, recordemos que la Navi­dad es una de las fiestas más impor­tantes que celebra el cristianismo, junto con la Pascua de Resurrec­ción y Pentecostés: el Nacimiento de Jesucristo en Belén. Y me pregunto: ¿Dónde está el pesebre de Jesús en nuestro alrededor? ¿Dónde está escrita la expresión “Feliz Navidad”, ¿que hasta hace unos años se veía por doquier?

No sé si a ustedes les pasa lo mismo, pero yo me identifico hoy más que nunca con aquel pasaje de la escritura que dice: “Me consume el celo por tu casa” (Salmo 69,9). Quizás sea este el tiempo más adecuado para preguntarse: ¿Dónde está Jesús en mi vida? ¿Cuán importante es realmente Él para mí?

En este tiempo de navidad en el que nos dejamos llevar una vez más por lo material, la hipocresía y los formalismos, quiero acordarme de que la crisis económica sigue hipotecando conciencias y bolsillos.

La Navidad es tiempo de perdón. Tal vez te suene a cliché, pero es una realidad. La Navidad es la oportunidad de volver a nacer, permitiéndole a Dios la oportunidad de nacer en mí, como en aquel pesebre hace más de 2000 años.

Pero Dios no puede nacer de nuevo en un corazón que está lleno de rencor.

Qué triste albergar en nosotros resentimientos y falta de perdón, cuando Dios mismo nos perdona nuestras faltas, mucho mayores que las que cualquier persona nos haya hecho.

 Por encima de comercios, luces y derroche, hay mucha gente que permanece invisible a los demás. Solitarios y solitarias, que buscan la atención de unas palabras de ánimo y afecto, familias donde la enfermedad les ha sumido en la desesperación, hogares donde la pérdida reciente de un ser querido, han colmado sus rincones de tristeza y amargura.

Pobres seres humanos, cuya posición social hacen mantener en secreto, el dolor de su desgracia.

 Ellos necesitan ayuda no sólo humanitaria, sino humanística. Y no hay que mirar muy lejos; el problema está a la vuelta de la esquina.

 Desempleados sin dinero, ancianos olvidados, animales abandonados, inocentes enrejados, personas en situación de calle, inmigrantes explotados, víctimas del juego, el alcohol y la droga, el sicariato; seres humanos alienados, maltratados, acosados, amenazados, embargados, extorsionados... De todos hay que acordarse en Navidad y durante todo el año.

No todo es comercio, comida de empresas, juguetes, pierna de cerdo y tamales. A veces, unas palabras de apoyo, un café compartido, una visita a los que lo necesitan... es el mejor regalo. Para ellos y para usted. Recordemos que hay otra navidad, y que nadie está a salvo de problemas. Seamos solidarios de corazón... ¡siempre!

En esta Navidad no puedo dejar de reconocer y agradecer el inmenso amor con los pobres que realizan los hermanos del Sodalicio de Vida Cristiana, durante todo el año estos hermanos y hermanas, se organizan para ayudar a las personas en condición de pobreza en especial los que habitan en las islas peninsulares, eso es lo que el Papa. Francisco, pide de las personas consagradas salir del confort ir en búsqueda de la oveja perdida, quienes hacen parte del Sodalicio hacen un gran bien a las familias en especial a los jóvenes que reciben gracias ellos una permanente y buena formación cristiana. 

Las Hermanas Betlemitas a cargo de la Fundación Santo Hermano Pedro, tienen un centro de acogida para niños y niñas en condición de cuidados paliativos, que vienen de la zona rural del país a recibir tratamiento médico en el hospital nacional de niños y son acogidos junto a su madre o padre, en el caso de las madres, muchas víctimas de violencia psicológica, física y patrimonial, que reciben atención integral mientras sus hijos están en el albergue, por cierto, esa obra tiene 45 años de atender a la niñez en condición paliativa y a sus madres, ojala en esta navidad nos despojemos del consumismo y renunciemos a lo superfluo y ayudemos en obras como esta, dando no lo que nos sobra, sino despojándonos del consumo innecesario a favor de quienes más lo necesitan. 

Conozco una mujer buena humilde con un sólido proyecto a favor de la niñez y de las personas adultas mayores y sobre todo madres jefas de hogar, hablo de Marisol esa samaritana de rincón Grande de Pavas, líderesa  de las Damas Vicentinas, que diariamente da de comer a más de 300 personas en extrema pobreza, gracias, Marisol por dar ese testimonio de amor y entrega al prójimo, no puedo dejar de agradecer a doña Adriana Wagner, lideresa de Chepe se baña, quien dedica su vida a mejorar la vida de las personas habitantes de calle, mujeres como ustedes marcan la diferencia, me llenó de inmensa alegría que este año el INAMU, en la conmemoración del día nacional e internacional de la No violencia contra las mujeres les reconoció por meritocracia sus aportes a la sociedad.

La Navidad es tiempo de perdón, de paz y de amor.

Es tiempo de dejar brotar del corazón esos sentimientos aprisionados por el rencor el dolor. Es un regalo que te das a ti mismo que te permite abrirte a nuevas experiencias de amor en tu vida en la que abren oportunidades de cambios. Es el momento ahora de romper con todas es cadenas del pasado que ya no sirven para tu momento presente.

La Navidad es tiempo de la reconciliación con el amor, la navidad es tiempo de perdón a uno mismo, de aprender a ser menos duros con esos errores que cometimos y soltar.

¿Cuál ha sido tu experiencia con el perdón? ¿Qué has hecho para poder perdonar a la persona que más te ha lastimado? ¿Qué es el perdón para ti?

La Navidad nos llama a estar unidos por los lazos de amor y la amistad, a encender la llama inagotable de sentimientos que nos hacen ser humanos y ser dignos de formar parte de ese hermoso grupo de viejos amigos que llamamos familia.

 Si no hay una persona a tu lado que te dé amor y cariño, sería una vida vacía.  Es precioso dar amor sin esperar nada a cambio, ya que estás haciendo una obra buena.

Porque hay personas que, por cualquier circunstancia, no se atreven a dar ese amor, e incluso piensan que el amor es malo. Pero si tú te acercas a esas personas poco a poco, y día a día, esas personas verán que no es tan malo y te abrirá su corazón con mucho agradecimiento.

Estas fechas son de oportunidad de reconstruir lo que destruimos, de levantar los muros que una vez cayeron, o de olvidarnos por completo del castillo que se hizo arena y reiniciar la ruta de un nuevo viaje al horizonte, hacia donde nos llama el Sol que anuncia una nueva vida.

Navidad es tiempo sin ataduras, en el que se rompen las amarras del orgullo y se vuelven agua salada nuestras penas, nuestros recuerdos.

Es la mejor temporada para la llegada inusitada de los recuerdos y para el retorno de las amistades perdidas.

También es el momento para el perdón y el derrame inevitable de los impulsos compungidos.

Es decirle al hermano y hermana que como humano fallaste y pedirle perdón y ofrecerle: Hoy quiero ser mejor, comenzar por vencer mi orgullo, valorarme y valorarte a ti.

Dar un abrazo no cuesta nada, en cambio eleva nuestra autoestima y además nos une, aleja el rencor y nos permite disfrutar de la magia de un cálido momento navideño que cumplió su función de unirnos y de volver a empezar.

Mi regalo de amor de esta navidad, me lo obsequio una mujer que quiero como mi segunda madre, doña. Argemira, con sus 94 años, me abrazo con ternura me dijo al usted no venir a visitarme, creí que se había olvidado de mí, eso jamás, como olvidarme de una santa y buena mujer que me quiso así imperfecto como soy, me introdujo en su familia, como un integrante más, esas dosis de amor de energía positiva, que siempre ella me transmite cuando me bendice y me persigna es lo que da el verdadero sentido a la navidad, si no tienes donde ir esta noche buena, ven a mi casa esta navidad.

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