En efecto, al sumergirnos en la Palabra, permitimos que, como a los discípulos de Emaús, el Resucitado nos instruya con su mensaje consolador por el camino[3] y abra nuestros ojos y nuestro corazón para percibirlo cercano en todas las circunstancias de la vida, también, en los momentos de oscuridad y dolor, cuando las dudas pesan y la tentación del desánimo crece.
Al contemplar, con enorme preocupación, cómo el Covid-19, además de alterar nuestras rutinas diarias, ha puesto en riesgo la salud, por las presiones económicas y el aislamiento social a que nos hemos visto sometidos, genera, en un gran sector de la población, estrés, ansiedad, miedo y soledad, al punto de agravar trastornos de salud mental, como la ansiedad y la depresión, constato que la vida espiritual y, puntualmente la fe, igualmente están siendo puestas a prueba en medio de esta crisis.
¿Será posible aprovechar este momento histórico como una oportunidad para salir del letargo espiritual que muchos venían experimentando? Es necesario vivir esta crisis en espíritu de confianza y con un discernimiento mayor para descubrir la voluntad del Señor, entonces, ¿Cómo no hacer de la Palabra de Dios ese instrumento propicio para la meditación y el cambio de paradigmas de una sociedad que, poco a poco, ha olvidado sus raíces espirituales?
“Es profundo el vínculo entre la Sagrada Escritura y la fe de los creyentes. Porque la fe proviene de la escucha y la escucha está centrada en la palabra de Cristo (cf. Rm 10,17), la invitación que surge es la urgencia y la importancia que los creyentes tienen que dar a la escucha de la Palabra del Señor”. [4]
Volquemos nuestra atención a la Palabra del Señor pues la espiritualidad cristiana consiste en vivir según el Evangelio de Jesús. No hay que conformarse con simplemente oir o leer la Palabra de Dios, es necesario interiorizar el mensaje y dejarse transformar, que así sea en realidad norma para nuestra vida.
Animo a los agentes de evangelización y, en general, a las comunidades parroquiales a seguir incursionando en la búsqueda de opciones para el acompañamiento y la formación de los fieles, resaltando, en esta especial circunstancia, la importancia de seguir en la vida diaria la lectura, la profundización y la oración con la Sagrada Escritura.
[1] Papa Francisco, 26 de enero del 2020.
[2] Benedicto XVI, miércoles, 14 noviembre 2007.
[3] Cf. Lucas 24,13-35
[4] Papa Francisco, CARTA APOSTÓLICA APERUIT ILLIS, n.7