En Costa Rica, aunque la disputa de poder político es un hecho constante, a través de la reciente convocatoria a elecciones se dio el inicio oficial la campaña electoral, momento en el cual los partidos presentan sus nóminas de candidatos para puestos de elección popular. Aquí vuelve a emerger la interrogante: ¿Para qué?
Claro está, la política como nos ha dicho el Papa Francisco, puede desempeñar el más alto servicio de caridad cuando pone su fuerza de acción y transforma las estructuras para el servicio del Bien Común y en función de en los descartados de la sociedad equilibrando las desigualdades, y no para maquillar el propio ego o el deseo de ideologizar a los ciudadanos. De hecho, la política tiene incidencia sólo si aporta al país los beneficios que favorezcan y equilibren las grandes desigualdades existentes, no para alimentar el propio ego, el deseo de ideologizar a las nuevas generaciones o instrumentalizar a los pobres.
Ya Santo Tomás de Aquino, desde el siglo XIII había planteado estas cuestiones: ¿Quién ejerce el poder? y ¿Cuál es el fin que se persigue? Para Tomás el poder es un medio no un fin, y lo que hace plenamente feliz al hombre no es poder como posesión sino el fin que con él se persigue.
Hemos de alimentar la esperanza, que se convierte en un deseo de todo el pueblo, que las posiciones de poder se ejerzan para construir el bien común, mirando sobre todo a los que más necesitan, abriendo oportunidades y dejando de lado todo egoísmo e individualismo. Es la solidaridad el sendero que ha de recorrer nuestro país en todo momento.
Si el poder no es entendido como servicio, tal cual el Señor nos los enseña, y sigue siendo asumido como privilegio o compensación, nuestra sociedad no podrá encaminarse a la prosecución del bien común ni reconstruir una y otra vez su orden político y social, su tejido de relaciones, su proyecto humano.
Pido al Señor que avive nuestros corazones para que, mediante el servicio desinteresado trabajemos por la igualdad y la justicia, y que, revestidos con los mismos sentimientos de Cristo, amemos a Dios en los hermanos.