Con profunda alegría me dirijo a ustedes, catequistas, en esta Semana Nacional de la Catequesis, un tiempo especial para reconocer, celebrar y agradecer su incansable labor al servicio de la evangelización y la formación de la fe en nuestras comunidades.
Ustedes, queridos catequistas, son un pilar fundamental en la misión de la Iglesia. Con generosidad y dedicación, asumen la hermosa tarea de transmitir el mensaje del Evangelio a niños, jóvenes y adultos, ayudándoles a crecer en su relación con Cristo y en su compromiso con la Iglesia. Su entrega es un verdadero testimonio de fe viva y de amor al Señor.
Hoy más que nunca, en un mundo tan necesitado de esperanza y de verdad, su labor adquiere una relevancia particular. En medio de los desafíos que enfrentamos como sociedad —la falta de valores, la indiferencia religiosa y las crisis familiares—, ustedes son luz y guía para aquellos que buscan a Dios. Con su paciencia, comprensión y testimonio de vida cristiana, siembran en los corazones la semilla de la fe, que dará frutos en el futuro.