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Viernes, 29 Marzo 2024
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El 14 de enero de este año, recibimos una carta del Padre General de la Orden Libanesa Maronita. En la misiva, nos instaba a responder al llamado del Patriarca Maronita para hacer sonar las campanas a las 10:30 de la mañana de hoy viernes 19 de enero 2024, uniéndonos a la Santa Sede en el Vaticano para celebrar la entronización del mosaico de san Charbel Makhlouf, (1828-1898). Este mosaico fue develado cerca de la tumba de San Pablo VI, quien lo beatificó el 5 de diciembre de 1965 y lo canonizó el 9 de octubre de 1977. Un momento inefable, que resalta la espiritualidad de este prodigioso santo de la Iglesia Universal.

Este artículo está dirigido con afecto a los costarricenses de origen libanés y a la comunidad costarricense en general que comparten una devoción por San Charbel Makhlouf.

Durante mi estancia en Costa Rica, fui testigo de la profunda devoción a San Charbel y de los milagros que, por su intercesión, ha realizado, así como las conversiones que ha propiciado al acercar a las personas al Dios uno y trino con su poderosa intervención.

Los dos libros dedicados a él que he escrito, uno titulado “Flor Admirable de Santidad” y el otro “La Gloria de la Orden Libanesa Maronita”, fueron entregados personalmente tanto al Santo Padre Francisco como al Papa Benedicto XVI.

He tenido el privilegio de escribir personalmente un librito titulado “Orar con san Charbel Makhlouf”, el cual ha sido una expresión de devoción y guía espiritual para los devotos a este gran místico maronita.

Es de conocimiento público que el Papa Francisco es un devoto ferviente de san Charbel desde sus días como arzobispo de Buenos Aires. Su sonrisa al bendecir el mosaico en la Plaza de San Pedro refleja la profunda relación espiritual que mantiene con este santo.

En numerosas ocasiones, hemos presenciado al Santo Padre expresando su devoción al darle un beso a un icono de San Charbel. Asimismo, lo hemos visto solicitando la intercesión de este santo por la paz en el Líbano, mostrando así su compromiso espiritual y su deseo por la armonía en esa región.

Presentamos a San Charbel, cuya vida de humildad, oración fervorosa y caridad lo convierte en un testigo del Reino, siendo una memoria evangélica tanto para los cristianos como para el mundo. Este hombre impregnado de Dios, con un fervor místico intenso, brilla como una de las figuras más emblemáticas de la santidad durante los siglos XIX-XX.

Su legado abarca desde la segunda mitad del siglo XIX hasta nuestros días, floreciendo en el silencio de los monasterios y destacándose como el icono de la santidad maronita. San Charbel Makhlouf, un auténtico “experto en Dios”, irradió la luz divina del evangelio, convirtiéndose en uno de los santos más queridos por el pueblo libanés. Su vida eremítica, marcada por la ascesis y el silencio como sacrificio voluntario del amor, lo llevó a ser un padre espiritual y un testimonio vivo de la transfiguración de la Luz del Espíritu.

La teología experiencial de Charbel destaca la adquisición del Espíritu de Dios como el fin de la vida cristiana, reflejando la riqueza espiritual de la tradición cristiana oriental.

San Charbel vivió bajo un itinerario ascético, tanto corporal como espiritual, acorde a las reglas y normas de la Orden Libanesa Maronita. El llamado “amigo de Dios”, solía trabajar en el campo exhaustivas horas labrando la tierra y cultivando la viña; dormía solamente seis horas, aunque su corazón se mantenía siempre despierto repitiendo sin cesar: “En tus manos entrego mi espíritu”. La oración poseía la vida del anacoreta, pues tenía muy claro que la fe se presenta como un acto de confianza motivada por la autoridad divina. 

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