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Un momento de gracia para caminar juntos

By Mons. Daniel Francisco Blanco Méndez / Obispo Auxiliar de San José Agosto 06, 2021

Es motivo de mucha alegría participar junto con ustedes del lanzamiento del proceso de escucha para la asamblea eclesial que Dios mediante estaremos celebrando, por voluntad de SS. Francisco, el próximo noviembre de este año.

Sin lugar a dudas éste será un momento de gracia en medio de este periodo particularmente difícil que vivimos a nivel social y eclesial a causa de la pandemia.

Recibí la encomienda por parte de la Conferencia Episcopal de Costa Rica para conformar la Comisión de Animación que acompañará los preparativos para este gran acontecimiento eclesial.  A ellos agradezco el empeño y dedicación que han puesto en la realización de esta actividad.

Como ya les decía, este es un tiempo particular, pero también un tiempo para caminar juntos como pueblo de Dios. Es un tiempo para hacer efectivo aquello que el Papa Francisco nos dijo en el discurso del 50 aniversario de la institución del Sínodo de los Obispos: “El camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio”.  Hoy queremos dar el banderazo de salida al proceso de escucha para la Asamblea eclesial.

La idea que como Comisión de Animación tenemos es que cada estructura eclesial de nuestro país cuente con las herramientas necesarias para poder llevar adelante este proceso de escucha, de manera que podamos mirar la realidad, contemplar el paso de Dios en medio de cada circunstancia, reaccionar ante estas situaciones con espíritu evangélico sostenido por la oración y la reflexión de la palabra de Dios, y de este modo discernir sobre las acciones que puedan consolidar el anhelo de San Pablo VI cuando nos decía que evangelizar es “llevar la buena nueva a todos los ambientes de la humanidad y, con su influjo, transformar desde dentro, renovar a la misma humanidad” (EN 18).

Éste proceso de escucha pretende involucrar a toda las realidades eclesiales de nuestro país. Son muchas las maneras en que Dios se manifiesta en la vida de tantas comunidades y personas que conforman nuestra Iglesia costarricense y las cuales pueden brindar en este momento un gran aporte con su testimonio, con su reflexión, con sus ideas, para llevar así adelante la transformación eclesial. De este modo contribuirán a que el mensaje evangélico penetre cada vez más no sólo en las conciencias sino en las estructuras sociales que sostienen la vida de nuestro país y de todo nuestro continente.

 

Somos discípulos-misioneros

 

Esta asamblea de manera específica y el proceso de escucha como tal están llevando a la praxis lo que por siempre hemos afirmado desde nuestra doctrina: que cada bautizado está llamado a ser protagonista en la misión de la Iglesia porque cada bautizado por su propia condición es un enviado, un misionero.

Ya el Documento de Aparecida nos hizo recordar que somos discípulos-misioneros, no discípulos y misioneros sino discípulos-misioneros. Y así rescatando las palabras del querido Papa emérito, Benedicto XVI, el discipulado misionero es las dos caras de una misma moneda.

Podría entonces atreverme a decir que el fundamento teológico de esta asamblea consiste en la convicción de que la Iglesia es pueblo de Dios. Una iglesia que define al cristiano por el bautismo, tal como debe ser, y no por el ministerio que realiza. Desde esta perspectiva cada miembro de la Iglesia es un agente activo y comprometido en la tarea evangelizadora de la misma. Tal como lo dijo el Papa Francisco, no es una asamblea de élites, sino que esta asamblea eclesial procura que todos los miembros de la Iglesia se sientan involucrados pero sobre todo escuchados y atendidos en sus preocupaciones, para juntos transformar estas preocupaciones en verdaderos desafíos y respuestas.

De esta clave teológica deriva entonces la propuesta metodológica, que está sustentada en el principio de sinodalidad, el cual nos pone a caminar juntos, orar juntos, reflexionar juntos, discernir juntos, pero también, decidir juntos.

No debemos confundir la sinodalidad con democratización eclesial. Mientras la democratización tiene como sustento la armonía sociológica, la sinodalidad tiene como sustento la comunión, que deriva del servicio a un bien superior. Es decir, cuando la Iglesia camina junta es porque tiene una meta superior a sí misma, y es la búsqueda de alcanzar esta meta la que orienta sus decisiones. De aquí entonces, que en la sana sinodalidad, es el espíritu de Dios el que orienta y dirige nuestro actuar.

 

Una Iglesia que se escucha

 

No se trata entonces meramente de una Iglesia que escucha, sino de una Iglesia que se escucha. La sinodalidad nos hace entender que todos tenemos algo que decir porque todos estamos buscando una meta común: el ser discípulos-misioneros del Señor, que buscan ser fieles a Él en esta historia, construir la comunión que Él anhela, hasta ser ciudadanos plenos en la nueva Jerusalén del cielo.

El proceso de escucha por tanto no es meramente una estrategia evangelizadora, sino ante todo una exigencia teológica pues, Nuestro Señor es el primero que utiliza la escucha y el diálogo como el modo para llevar el mensaje al corazón de cada uno.  

Ya el Antiguo Testamento afirma contundentemente que Dios escucha el clamor de su pueblo, y nuestro Señor Jesucristo, de múltiples maneras, nos muestra que es a través de la escucha y el diálogo como el evangelio, con su fuerza, irrumpe en el corazón de las personas.

La sinodalidad es además una forma para reconocer y poner en acción el Sensus fidelium, a través del cual reconocemos la acción del Espíritu Santo en la vida de todo creyente, y hombre y mujer de buena voluntad.

Esta asamblea eclesial permite también articular Aparecida con el magisterio del Papa Francisco, sobre todo en los caminos de conversión que el mismo Papa nos ha venido ofreciendo desde el inicio de su pontificado:

 

  • Conversión pastoral – Evangelii Gaudium: de una pastoral de mera conservación a una pastoral decididamente misionera
  • Conversión ecológica – Laudato Si: Búsqueda de una ecología integral, que supere la idea de dos crisis, una ecológica y otra social, y contemple de manera conjunta ambas bajo el principio de que todo está interconectado.
  • Conversión social – Fratelli Tutti: La construcción de la amistad social, cuyo tema es durante este mes la intención de oración del Papa
  • Conversión cultural – Querida Amazonia: encuadrada en los cuatro sueños que el Papa nos propone en este documento y que mira En la diversidad cultural una riqueza más que una amenaza
  • Conversión sinodal – Episcopalis communio: en donde se nos recuerda que todo proceso sinodal tiene su punto de partida y también su punto de llegada en el pueblo de Dios.

 

Esta articulación parece muy bien recogida en el lema: “Todos somos discípulos-misioneros en salida”.

 

Un momento para aportar todos

 

El Papa Francisco nos ha recordado además que la Iglesia se da al partir el pan, es por eso que durante este proceso de escucha daremos una amplia participación a todos los que quieran unirse.  Este es un momento para que todos aportemos, para hacernos sentir como verdaderos miembros del pueblo de Dios.

Hoy por hoy, no podemos dejarnos de sentir impactados de manera particular por la situación de la pandemia. Esta nos pone delante de la misma disyuntiva que el Papa Francisco menciona en la encíclica Fratelli Tutti: o pasamos de largo de frente al dolor o nos detenemos para curar las heridas. El modo particular en que la realidad irrumpe en nuestro caminar debe hacernos también buscar respuestas que sólo en el evangelio se consiguen, pues ahí están las palabras de vida eterna.

Aprovechamos además este momento para unir la celebración del centenario de la Provincia Eclesiástica.  Es un momento para recobrar la esperanza y recordar la manera particular y concreta en que la fe cristiana ha configurado las grandes instituciones de nuestro país, pero además como ha sostenido en el caminar a miles de personas que a lo largo de estos 100 años, como bien lo atestiguan los exvotos de nuestro Santuario Nacional, han puesto su confianza a los pies de la madre del cielo Nuestra Señora de Los Ángeles, “la Negrita”.

A ella encomendamos este camino de escucha, y le pedimos que nos regale la gracia para poder escucharnos atentamente y buscar en el interno de nuestros corazones la voluntad de su hijo Jesucristo.

Les invito a vivir esta experiencia eclesial con una profunda alegría.

 

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