Face
Insta
Youtube
Whats
Lunes, 08 Diciembre 2025
Image

En Roma, los turistas hacen largas filas para conocer la Basílica de San Pedro, corazón de la vida espiritual del Vaticano, lugar de reposo del apóstol y de numerosos papas, donde se llevan a cabo celebraciones multitudinarias presididas por el Sumo Pontífice.

Pero es otro el templo más importante de la cristiandad, la sede del obispo de Roma y donde se encuentra su cátedra. Hablamos de la basílica de San Juan de Letrán, cuya dedicación celera la Iglesia este domingo 9 de noviembre.

San Juan fue la primera basílica cristiana construida expresamente para reunir a toda la comunidad ciudadana en torno a su obispo. Pero ya antes de la llegada al poder de Constantino, los cristianos habían comenzado a construir iglesias: de ellas se tienen, principalmente, testimonios literarios que afirman que en Roma existían entonces unas cuarenta; mientras que el desarrollo artístico se evidencia en el arte precedente de las catacumbas. Esto demuestra que el cristianismo, a pesar de estar perseguido, era tan vital que necesitaba lugares y medios de expresión propios.

La basílica

Entrando en la basílica, se observa la volumetría de las antiguas basílicas paganas: en efecto, fue erigida por los mismos arquitectos que construyeron las basílicas de los Foros Imperiales, pero con evidentes modificaciones. 

Ante todo, en las basílicas paganas se entraba por el lado más largo, y había un ábside en cada lado corto, a la derecha y a la izquierda de la entrada. En cambio, en San Juan de Letrán se coloca la entrada por primera vez en un lado corto, ya que el edificio está orientado hacia el único ábside -situado frente al ingreso-, que representa a Cristo que viene al encuentro de quien celebra la Eucaristía.  

La posición del altar constituye la segunda gran novedad: mientras que en los templos antiguos estaba en el exterior del edificio, ahora está en el interior, y sobre él ya no se degüellan animales, sino que se celebra el único y eterno sacrificio de Cristo presente en la Eucaristía. Además, mientras que en los templos paganos el pueblo permanecía en el exterior, en la basílica cristiana -de la que San Juan es el prototipo que será imitado en todas partes- hombres y mujeres, esclavos y libres, nobles y plebeyos, son admitidos juntos a la Eucaristía. Del edificio constantiniano se conservan las dos columnas a derecha e izquierda del ciborio. 

En Roma, Constantino subvencionó no solo la construcción de la basílica del Salvador -llamada posteriormente San Juan de Letrán- sino también la de otras nueve basílicas. Para la construcción de la de Letrán, donó el terreno del cuartel de la guardia privada de Majencio. Se siguió utilizando el topónimo “de Letrán” (“in Laterano”) porque con anterioridad el lugar había pertenecido a la familia de los Lateranos.  

La Cátedra del Papa

La basílica custodia la “cátedra” del Papa, símbolo de su ministerio. Las cátedras académicas están constituidas por un atril o una mesa para apoyar los libros; las de las catedrales, en cambio, por una sede o silla, porque la fe se transmite, ante todo, con la palabra hablada y con el testimonio. Enseñar es una de las expresiones más hermosas de la caridad.

Desde la cátedra, el pontífice no enseña o afirma sus propias opiniones, sino la Palabra de Dios, de la que es servidor, para que resplandezca ante todos. La cátedra actual es una reconstrucción realizada tras los trabajos de ampliación del ábside en el s. XIX.

De la precedente, construida en el pontificado de Nicolás IV (1288-1299), se conserva solo el supedáneo, en el que figura un bajorrelieve con cuatro figuras demoniacas -áspid, león, dragón y basilisco- que representan el mal que Cristo ha vencido, y que aluden al salmo 91,13: “Caminarás sobre áspides y víboras, pisotearás leones y dragones”. El Papa, vicario de Cristo, los pisa al sentarse en la cátedra.

El ritual de la elección de cada nuevo Papa se concluye, también hoy en día, con la toma de posesión de esta cátedra. El pontífice se dirige a San Juan de Letrán partiendo de San Pedro, y se sienta sobre la cátedra rodeado de todo el clero de Roma, que reza por él y le aplaude.  

Su dedicación

Dedicar o consagrar un lugar a Dios es un rito que forma parte de todas las religiones. Es “reservar” un lugar a Dios, reconociéndole gloria y honor.

La Basílica fue consagrada en el 324 (o 318) por el Papa Silvestre I, que la dedicó al Santísimo Salvador. En el siglo IX, el Papa Sergio III la dedicó también a San Juan Bautista; y en el siglo XII, Lucio II añadió también a San Juan Evangelista. De ahí el nombre de Basílica Papal del Santísimo Salvador y de los Santos Juan Bautista y Evangelista en Letrán.

 

El P. Édgar de la Trinidad Rivera Garita nació un 24 de octubre de 1925, hoy hace exactamente 100 años, poco después de las 0 horas, en San Rafael de Oreamuno, su querida “Churuca”, justamente amaneciendo el día en que su pueblo se disponía a celebrar con gran alegría a su santo patrono, San Rafael Arcángel.

Cuando nació el P. Rivera Garita en octubre de 1925 el Papa era Su Santidad Pío XI (1922-1939), el Arzobispo Metropolitano de San José era Mons. Rafael Otón Castro Jiménez, I° Arzobispo (1921-1939) y el Presidente de Costa Rica era, por segunda ocasión, el también cartaginés Ricardo Jiménez Oreamuno (1910-1914, 1924-1928, 1932-1936). Se acababan de vivir los estragos de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), el comunismo comenzaba a expandirse por el mundo, se acababa de enfrentar la pandemia de la llamada gripe española (1918-1920), estaba por venir la crisis económica de 1929. En Costa Rica se gestaban los primeros grupos obreros organizados, se vivía en una relativa tranquilidad y paz política y social. Era aún la Costa Rica campesina de los años 20 del siglo pasado.

El papá del P. Rivera es don José Martín Rivera Quirós, nacido el 24 de enero de 1894 y fallecido el 8 de agosto de 1980, hijo de don Silvestre Rivera y de doña Isabel Quirós, los abuelos paternos del padre. Y su mamá es doña María Adoración Josefina Garita Mora, nacida el 13 de marzo de 1901 y fallecida el 16 de noviembre de 1973, hija de Juan Garita y de Micaela Mora, los abuelos maternos del padre. El P. Rivera Garita tuvo 8 hermanos, de los que le sobrevive Elisa, conocida como Elsie, vecina de San Rafael de Heredia, quien inicialmente le acompañó en su ministerio, hasta que contrajo matrimonio en 1968. De sus hermanos tiene gran cantidad de sobrinos.

 

Estudió en la Escuela de los Ángeles y en el Colegio San Luis Gonzaga, ambos en Cartago. Antes de su ingreso al Seminario trabajó en el Banco Crédito Agrícola de Cartago como mensajero, para entregar cheques, donde regresó algún tiempo durante sus estudios superiores.

Su motivación al sacerdocio la encontró en su servicio como monaguillo en Cartago con el Pbro. Enrique Bolaños Quesada, posteriormente Obispo Auxiliar de la Diócesis de Alajuela (1963-1967), Administrador Apostólico de la misma Diócesis (1967-1970) y luego su IV° Obispo (1970-1980), además de ser Administrador Apostólico de la Arquidiócesis de San José (1978-1979).

El joven Rivera Garita ingresó al entonces Seminario Central en 1950, en las nuevas instalaciones del Seminario en Paso Ancho, inauguradas apenas un año antes en 1949. Fue formado por los padres alemanes paulinos, vicentinos, lazaristas o de la Misión, que para entonces regentaban el Seminario. Ingresó al Seminario con 24 años recién cumplidos, lo que para entonces era considerada una vocación adulta o tardía.  

Concluyó sus estudios en 1955 y fue ordenado sacerdote, a los 30 años de edad, el 17 de diciembre de 1955 –el mismo año de nacimiento del actual señor Arzobispo Metropolitano Mons. José Rafael Quirós Quirós–, por lo que el P. Rivera está por cumplir próximamente los 70 años de su ordenación presbiteral. Su lema sacerdotal fue: “Oh María, Madre Inmaculada, asistidme en el servicio de tu Divino Hijo”, reflejando su gran amor y devoción a la Virgen María, que sin duda ha escuchado el ruego del P. Rivera ya casi por 70 años de servicio fiel y generoso a su Divino Hijo.

Según los registros de los Fondos Antiguos del Archivo Eclesiástico Arquidiocesano de San José, la historia de fe de lo que hoy conocemos como la Parroquia San Juan Bautista Norte comenzó a gestarse en 1892.

Las visitas pastorales, los informes del sacerdote del Curato de Santa María de Dota y las constantes cartas de los vecinos dirigidas a Monseñor Bernardo Augusto Thiel marcaron el inicio del camino hacia la erección de esta comunidad parroquial.

Inicialmente, los fieles de San Juan de Tobosi y sus alrededores se reunían en una pequeña capilla ubicada en el caserío llamado San Juan de Minas, al norte de donde hoy se levanta el templo parroquial. Esta ermita, bajo la advocación de San Blas, dependía pastoralmente del Curato de Santa María de Dota. Así lo indican los relatos transmitidos oralmente de generación en generación.

El interés de los vecinos por construir un templo nuevo para la adecuada celebración de los sacramentos y el apoyo del sacerdote del Curato, quien solicitó la separación del territorio pastoral, fueron determinantes para que, el 8 de marzo de 1909, el obispo de origen alemán Juan Gaspar Stork Werth erigiera la comunidad como coadjutoría provisional. El sacerdote Juan Lorenzo Elcoro fue nombrado el primer administrador espiritual de esta naciente estructura eclesial.

El libro de Acuerdos N.º 8, del 8 de marzo de 1909, recoge las palabras del obispo: “Con el objeto de facilitar la cura de las almas y que los fieles puedan con mayor facilidad cumplir con sus deberes de cristianos, hemos determinado nombrar y con firma del presente acuerdo al Señor Pbro. Juan Lorenzo Elcoro para la administración de San Juan de Tobosí, conforme a los acuerdos y prerrogativas que en nuestra diócesis tienen los coadjutores en territorio separado”.

Primer templo (San Juan de las Minas).

El territorio inicial de la coadjutoría comprendía San Juan de Tobosí, Corralillo, Los Frailes, San Cristóbal y el caserío de El Rosario, que anteriormente pertenecía a la Parroquia de Desamparados.

Tras completar la construcción de la nueva ermita y con informes favorables de las autoridades eclesiásticas, que confirmaban la colaboración activa de la feligresía, se erigió oficialmente la Parroquia de San Juan de Tobosi el 15 de mayo de 1910.

En sus inicios, la parroquia contaba con 15 filiales, entre ellas Corralillo, San Cristóbal Norte, Los Frailes, Llano de Los Ángeles, Bustamante, Copalchi y El Rosario. Con el tiempo, y a medida que surgían nuevas comunidades, se agregaron más filiales bajo su guía pastoral.

Debido a la extensión del territorio parroquial, en varias ocasiones los párrocos solicitaron al obispo una reestructuración. Como resultado, nacieron tres parroquias hijas: San Cristóbal Norte, Los Frailes y Corralillo, dejando como filiales de San Juan Bautista Norte a El Rosario, Loma Larga, El Alumbre, El Manzano, Chirogres, Guadarrama y San Juan Sur. Posteriormente, se incorporaron Río Conejo, La Joya y Quebrada Honda.

Aunque inicialmente la parroquia estuvo bajo el patronato del Sagrado Corazón de Jesús, con el paso del tiempo se nombró a San Juan Bautista como nuevo patrono, figura que da nombre a la parroquia hoy.

Para fijar los modelos de comunicación en la Iglesia es preciso conocer los diversos contextos históricos, sociales y culturales, la relación entre estructura y organización, el consenso y la aceptación de determinados principios en el seno de las comunidades, como también los errores y conflictos que generan discordia y desconfianza.

Jerusalén, y el ambiente judío en general, no ofrece seguridad para las pequeñas comunidades cristianas, al mismo tiempo, sabiendo que su naturaleza y vocación es ser misionera- que existe para comunicar- la Iglesia se abrirá caminos reconociendo, en todos los seres humanos y en todos los pueblos, a los destinatarios de un mensaje que conduce a la fe en Cristo.

Hay características particulares con relación a las comunidades, empezando por una experiencia de fe que no se proyecta en unidad, porque la Iglesia es un organismo rico y vital que por la acción del Espíritu Santo busca la comunión asumiendo las diferencias. Él Señor resucitado sigue presente y se comunica mediante los sacramentos, la Palabra, los carismas, los ministerios ejercidos y, por supuesto, por el testimonio de vida, aunque, como recuerda De Lubac: “donde quiera que se reúnan los hombres, es un hecho fatal que, al tiempo que se prestan mutua ayuda, también se molestan los unos a los otros”.[1]

La Santa Sede premió con la Gran Cruz de San Gregorio Magno a los médicos Mariano Figueres Forges y Rafael Calderón Muñoz el domingo 31de diciembre de 1933. Esa fecha se desprende del Correo Nacional, 7 de enero de 1934. La ceremonia tuvo lugar en el Seminario, situado por entonces frente al costado este de la Catedral Metropolitana. El Seminario ofrecía educación secundaria para los aspirantes al presbiterado y asimismo para quienes deseaban adquirir buena formación académica.

Página 1 de 3

Síganos

Face
Insta
Youtube
Whats
anuncioventa25.png
puntosdeventa
Insta
Whats
Youtube
Image
Planes de Suscripción Digital
Image
Image
puntos de venta
suscripciones
Catalogo editoria
publicidad
puntos de venta
suscripciones
Catalogo editoria
publicidad