Guido fue precursor del pentagrama, él creó el tetragrama (la pauta con cuatro líneas), con lo cual la altura de las notas, su duración y el compas era más preciso. Más adelante, en el siglo XV, otro fraile italiano, Ugolino de Orvieto, le agregaría una línea más, con lo cual se establecería el definitivo pentagrama.
Una vez que las notas tuvieron una posición definida todo fue más fácil y el sistema de notación musical continuó su desarrollo, asimismo, las composiciones adquirieron mayor complejidad.
Aunque no se tienen datos exactos, se cree que Guido nació a finales del siglo X y falleció en el año 1050. Fue compositor, musicólogo, teórico musical y escritor.
Sus innovaciones llegaron a oídos del Papa Juan XIX, quien lo invitó a Roma para enseñar sus conocimientos, sin embargo, parece que una enfermedad lo obligó a regresar a Arezzo.
Fue alumno del Papa Silvestre II y, al parecer, algunas crónicas indican que fue beatificado inmediatamente después de su fallecimiento, no obstante, no hay fuentes que lo confirmen.
Importancia para la música
El músico y seminarista, Ernesto Mora Prado, expone que los aportes como el de Guido de Arezzo ha sido como un milagro y una herencia a la espiritualidad.
“¿Por qué era importante esa transmisión de sonidos? Porque para la vida, el desarrollo de un pueblo, la madurez de una sociedad y el amor a Dios de un pueblo siempre fue y será más que unas cuantas palabras, es una vida, es una interioridad y la música toca esa interioridad, saca la interioridad de expresiones de fe, expresiones de ánimo y sentidos de vida”, comentó.
El seminarista recordó unas palabras del profesor, escritor, músico y filósofo, Dr. Bernal Martínez Gutiérrez, quien dice que el monje benedictino, Guido D’Arezzo fue sin duda, una de las figuras más representativas de la “revolución” musical, que se generó a partir de las primeras décadas del siglo XI.
Martínez expone que “si bien, no fue propiamente un compositor, fue claramente un gran teórico musical, cuyos aportes lo colocan como precursor de las nuevas formas de notación musical”. “Guido Monaco”, como reza el monumento erigido en su honor, en la ciudad toscana de Arezzo, que le vio nacer, bien puede ser catalogado como el primer sistematizador de la música, que conoció la cultura del arte medieval”, explica.
“Hoy la historia del arte de los sonidos sería muy distinta, sin la notable figura de aquel gran pedagogo de la melodía, que puso la música al servicio de la fe. Con Guido D’Arezzo, la fe y la música, entran en armonía, para perseguir una sinergia muy bien lograda, en la lejanía de la Edad Media”, concluye Martínez.
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