Una experiencia que debería haberse prolongado sólo por unos días a partir del 11 de marzo. Y sin embargo, semana tras semana, se fue extendiendo hasta finales de mayo con un pequeño descanso durante la Semana Santa con un total de 66 citas.
“Me sentí abrumado por los acontecimientos”, explica el cardenal, recordando las innumerables invitaciones y peticiones para seguir adelante con las transmisiones del rezo del Santo Rosario.
“Ahora que la Basílica ha retomado su ritmo de celebraciones se hace más difícil, pero si se crearan las condiciones estaría dispuesto a continuar mientras viva”. Y añade: “Puedo decirlo con extrema sinceridad: he tenido la confirmación de que la gente solo busca de parte del sacerdote una ayuda para encontrar a Jesús. Si les damos otras cosas, no resuelven los problemas. Lo que cambia la vida es el encuentro con Jesús”.