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Martes, 16 Abril 2024
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Comunicado de la Pastoral Social-Caritas en el Día del Agricultor, cierre del Año Jubilar dedicado a San Isidro Labrador.

Al término de este Año Jubilar dedicado a San Isidro Labrador, la Pastoral Social-CARITAS, de la Conferencia Episcopal de Costa Rica, saluda con sincero afecto y cercanía a todos nuestros agricultores, que desde la mañana hasta avanzada la tarde están labrando la tierra para que llegue el alimento a la mesa de todos los habitantes del país.

Hoy no son pocas las parroquias que están de fiesta, celebrando al santo Patrono de los agricultores, en la alegría y esperanza, de que al igual que los agricultores colocan la semilla en el surco que recibe las primeras lluvias y que el calor del sol hace germinar, la semilla del Evangelio sembrada en el corazón de muchos de el fruto deseado de santidad, paz, justicia social y fraternidad, valores que por la acción y fuerza del Espíritu hemos de fortalecer todos los días. Es la hora de apostar por todo ello, como fermento que fortalece también nuestra democracia, nuestra vida en sociedad y el sentido de comunidad.

Qué hermoso pensar que la espiritualidad vivida por San Isidro Labrador es en gran medida la que viven la mayoría de nuestros agricultores, quienes confían plenamente en la providencia divina, y desde ahí cultivan hermosas virtudes en el núcleo de sus hogares. Luchan por la unidad de la familia, el respeto y humildad, el amor al trabajo honesto, imprimiendo todo el empeño que es requerido, poniendo toda su confianza en el Señor. Estilo de vida que ha marcado nuestra identidad y que no podemos desechar sin más, por mirar únicamente resultados económicos. La vida humana es más que números, hay que mirar a la persona humana con todas sus implicaciones, y saber leer el proyecto de Dios al crearnos, en el que nos quiere disfrutando de la plenitud de vida que sólo Él nos puede dar.

Desde esta perspectiva, es que se considera urgente la articulación de los diversos actores, instituciones públicas y privadas, desde un genuino diálogo nacional para lograr integrar planes, proyectos y acciones comunes que faciliten procesos para el desarrollo integral de nuestros campos y de todas las personas en nuestra sociedad.

Cabe mencionar temas como las ferias del agricultor, los mercados de mayoreo y otras formas de comercialización de los productos agrícolas deben facilitar la justicia social y no el empobrecimiento de los pequeños agricultores, además de posibilitar la justa comercialización de los productos.

De ahí que, entre otros temas consideramos se debe atender: la intermediación comercial de los productos agropecuarios, costo de insumos agrícolas, escasez de espacio de áreas de cultivo, recurso hídrico, erosión de suelos, riqueza por la biodiversidad, reactivación económica del área, situación de los trabajadores agrícolas incluidas las mujeres, agricultura sustentable y sostenible, seguridad alimentaria.

Es importante igualmente señalar, la importancia de impulsar un desarrollo integral de los territorios agrícolas y atención de la desigualdad entre los territorios. Temas como la agroindustria, las microempresas, el emprendedurismo de las mujeres, la agricultura orgánica y otros, desde una visión de desarrollo económico, cultural y social en nuestras comunidades rurales podrían resolver en parte la realidad adversa por el desempleo, la pobreza, y la falta de reactivación del agro costarricense.

En este tiempo pascual en que experimentamos, si cabe más, el abismo de gracia y misericordia del Padre en la portentosa intervención salvífica de la resurrección de Cristo que, sobreabundando sobre el mal, nos restaura, nos libera, nos regenera, nos disponemos a vivir un nuevo jubileo. La iglesia celebra y difunde esa oferta de gracia y misericordia de Dios y se complace en ofrecernos su abundante caudal, esta vez, con ocasión de los significativos aniversarios que se cumplen en torno a la gran figura de San Isidro labrador.

Es una nueva invitación a vivir la vocación que tenemos todos a la santidad, a acoger la Vida nueva que brota de la resurrección, por acción del Espíritu, y centrar nuestra vida en la dinámica del amor que nos asegura haber nacido de Dios. En San Isidro se manifiesta eso que el Papa Francisco llama la santidad de la puerta de al lado, una santidad muy “normal”. Se santificó viviendo una vida sencilla y cotidiana, a la que lo había llamado el Señor, pero vivida con la intensidad de la referencia a Dios que lo hizo feliz, dichoso, bienaventurado, junto a su familia, en el contexto que le tocó vivir.

La conciencia de la Providencia divina, de estar inmerso en el misterio de la benevolencia de Dios, lo llevó a una fe profunda que conformaba totalmente su vida, planteada siempre en la relación con el Señor, y que le permitía asumir actitudes que le daban una admirable talla humana. La vivencia del amor en el contexto del matrimonio, de la familia, lo fue madurando, justamente en la entrega de su vida a su esposa, con la que compartió el camino de santidad, y a su hijo, en un proyecto común que significaba, para todos, la presencia del amor de Dios.

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