Oscar Mario Carmona es uno de los ocho diáconos que son ordenados presbíteros mañana sábado 7 de diciembre en la Catedral Metropolitana. Tiene 32 años y es oriundo de Mora, una comunidad que, luego de muchos años, ve nuevamente el fruto de la oración a Dios por nuevas vocaciones a la vida sacerdotal.
Oscar Mario es bachiller en Estadística de la Universidad de Costa Rica y actualmente sirve en la Parroquia Nuestra Señora del Sagrado Corazón, Llorente de Tibás.
¿Cómo nace su vocación al sacerdocio?
Creo que ha sido un llamado paulatino a través de la vida. De pequeño recuerdo cómo me llamaba la atención acompañar a mi abuela a todo lo relacionado con la fe: novenarios, posadas, rosarios, visitar al Santísimo, etc. Ya allí había un acercamiento al Señor.
Propiamente a la vida sacerdotal diría que en mi época de juventud. Cuando estoy en Pastoral Juvenil me llama la atención el poder servir al Señor en un estilo de vida sacerdotal, así como el testimonio de sacerdotes cercanos con los cuales me fui involucrando más en la dinámica parroquial.
Aunque tenía la inquietud vocacional, recuerdo que tenía miedo de dar el paso a discernir la posible vida sacerdotal. Esto fue cerca del 2008.
Ingresé a la Universidad de Costa Rica donde estudié Estadística, Luego, trabajé por poco más de dos años en la Aresep, pero la inquietud seguía en el corazón. En el 2013, tengo la oportunidad de ir a la JMJ en Río de Janeiro. Recuerdo las palabras del Papa en la vigilia donde nos invitaba a sembrar una semilla en el corazón, dejar que esa inquietud o deseo se quedara allí y se lo diéramos a Dios, Él iba a cuidar ello (comparándola con la parábola de la semilla). Esto me marcó profundamente, por lo que decidí iniciar el proceso de discernimiento vocacional; primero en Encuentros Vocacionales en la Arquidiócesis, en el 2015 y luego en el Seminario Nacional Nuestra Señora de los Ángeles (2016-2023).
¿Quiénes señalaría como personas clave en su proceso de discernimiento vocacional?
Ciertamente el Señor es el fundamento de este proceso de discernimiento vocacional; solo conversando con Él, dejándose mirar con amor por Él se puede escuchar con atención para hacer Su voluntad. En su infinita misericordia ha puesto personas en este camino. Mi familia ha sido importantísima en el proceso, por su apoyo, cercanía y oración, en especial de mis papás, hermanas, así como de mis abuelos. De mi abuela paterna debo también su acompañarme a descubrir la voz de Dios y le agradezco que me acercara a Él.
También, el testimonio de figuras sacerdotales que me han acompañado en este caminar, como son el Pbro. Jaime Campos, Pbro. Víctor Hugo Munguía y el Pbro. Oscar Brenes.
El Seminario también es clave en este camino, tanto en los padres formadores como en mis compañeros, ya que con sus palabras, testimonio y consejos se palpa la voz de Dios.
¿Cómo fortalece su vida espiritual?
La vida espiritual es fundamental en este camino porque ayuda a integrar todas las dimensiones del ser vocacionado. Para fortalecerla busco siempre ese espacio para el Señor: desde la oración con la Liturgia de las Horas, la Santa Misa, la visita al Santísimo. En mi vida personal, el rezo del Rosario ha sido muy importante porque me ha dado la paz en momentos convulsos, me ayuda a acercarme a Jesús de la mano de la Virgen, quien ha estado muy presente en mi vida.
Creo que es importante también, para la vida espiritual, el tratar de ser consciente que todo lo hacemos para Dios. Es decir, el orar por la comunidad, servir con las tareas diarias, ayudar en las actividades, saludar al otro, si lo hago consciente de mostrar a Dios, es buscar fortalecer esta dimensión espiritual.
Además, la fraternidad con los hermanos, especialmente en el ministerio, me ha fortalecido espiritualmente porque nos hace ver que no vamos solos, nos apoyamos mutuamente en este camino discipular.
Oscar Mario tiene 32 años y es oriundo de Mora.
¿Qué significa llegar al día de su ordenación?
Es un momento de muchas emociones: alegría, temor, nervios, etc. Para mí significa ser mirado por Dios con amor, como lo dice el lema que me ha regalado el Señor para este ministerio (“…y fijando en él su mirada lo amó” (Mc 10,21)). Me siento mirado por Dios con un amor misericordioso, capaz de tomar este débil instrumento para utilizarlo como canal de gracia para los demás. Esto sorprende muchísimo.
¿Qué sacerdote desea ser?
El sacerdote que Jesús desea, tratar de ser como Él. Hay muchos buenos testimonios de vida sacerdotal, entregados, precisamente porque han dejado a Dios mostrarse a través de ellos. Como lo decía el papa Benedicto XVI: “Dios es la única riqueza que en definitiva los hombres desean encontrar en un sacerdote”. Es dejar este pequeño y frágil corazón para que sea como el Suyo: compasivo, cercano, misericordioso.
¿Qué significa para usted la imagen del Buen Pastor?
Es la imagen a la cual seguir, la voz a escuchar, en donde poner la mirada y el corazón. Ver al Buen Pastor es recordar que he sido tomado por Él, me ha buscado en muchos momentos y me ha llevado al rebaño en sus hombros. Esto que el Señor ha hecho conmigo, hoy quisiera, con su gracia, hacerlo con los demás: llevar a los hombres a Dios y Dios a los hombres. Esto lleva a seguir los pasos del Pastor al punto de cruz, de entregarse como Él.
“En medio de la época del relativismo y la inmediatez, creo que uno de los principales retos es no perder de vista el don del ministerio, es decir, recordar siempre quién soy: sacerdote de Cristo”.
Diácono Oscar Mario Carmona
Futuro neopresbítero
¿Es consciente de los retos y exigencias de la vida sacerdotal en el tiempo actual?
Ciertamente cada momento histórico trae sus retos, este no queda exento de ello. En medio de la época del relativismo y la inmediatez, creo que uno de los principales retos es no perder de vista el don del ministerio, es decir, recordar siempre quién soy: sacerdote de Cristo (su identidad). Sabiendo quién es, ser instrumento de la gracia de Dios, en todo lugar puede llevar este mensaje de salvación.
¿Cómo desea responder a ellos?
Como decía, deseo responder tratando de trasparentar a Cristo. El corazón del ser humano sigue teniendo deseos de eternidad, aun cuando busque saciarlo en lo temporal. Es momento de mostrar con las palabras, testimonio, con el mismo ministerio que Dios los ama y busca ser quien sacie estos deseos. Esto implica ser cercano, escuchar, no tener miedo de mostrar a Dios (especialmente con el testimonio), dialogar.
Oscar Mario es bachiller en Estadística de la Universidad de Costa Rica
¿Qué significa ser una de las pocas vocaciones a la vida sacerdotal en la historia del cantón de Mora?
Un joven de origen guatemalteco, perteneciente a los Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús, será ordenado diácono mañana sábado 15 de junio. Se trata de Mynor Rolando Chávez Ixchacchal de 35 años de edad.
Escucharon el llamado del Señor en la Santa Eucaristía o en adoración frente al Santísimo Sacramento, o un seminarista sirvió de guía para su camino. Tres jóvenes abiertos a responder a Jesús, tres varones dispuestos a servir.
La Diócesis de Limón está de fiesta, pues el joven acólito Jairo Agustín Miranda González es ordenado diácono este sábado 1 de agosto, en una misa presidida por Monseñor Javier Román Arias en la catedral diocesana. Jairo será acompañado por familiares y sacerdotes siguiendo el protocolo sanitario para evitar contagios de Covid-19.
Para Jairo este momento significa una oportunidad para reafirmar su fe y su vocación al amor de Dios a servir en la Iglesia y en su pueblo. Su lema de ordenación es tomado de Juan 12, 26: “...y dónde yo esté, allí estará también mi servidor”.
“Desde que empecé el proceso le dije al Señor: Aquí estoy, vengo para quedarme contigo, quiero ser tu discípulo, seguirte, porque mi meta está en ti y eso es lo que me ha llevado a seguir respondiendo al Señor”, manifestó el joven, cuya familia sanguínea está en Nicaragua.
“Me llaman dos o tres veces cada quince días para saber cómo estoy, y me dicen siempre: “Hijo yo le rezo a la Virgencita para que estés bien y que el Señor te bendiga para que cumplas tu sueño que escogiste”, contó emocionado. En nuestro país, Jairo fue “adoptado” por una familia que igualmente lo apoya y reza por él.