La respuesta es bien simple: porque el Papa no ha nombrado a ninguno todavía. Es así, el Sumo Pontífice elige libremente a los cardenales, no hay requisitos formales, solo que sea obispo.
El Papa anuncia los nuevos purpurados en un consistorio, que básicamente es una reunión de cardenales. Así entran a formar parte del Colegio Cardenalicio.
Los cardenales, en general, brindan apoyo y asesoría a Su Santidad. Portan un birrete rojo y un anillo cardenalicio. El color simboliza que están dispuestos a derramar su sangre por fidelidad al Papa.
Entre las razones que puede tener un Papa para nombrar a un cardenal está el conocimiento, la experiencia y la confianza que tenga hacia esa persona. También muchas veces se busca representar a la Iglesia en toda su diversidad.
Por ejemplo, Francisco nombró al 80% de los que votarán en el cónclave, algunos vienen de lugares considerados alejados o donde hay pocos cristianos, podría decirse que de las llamadas periferias.
Con cada pontificado, la tendencia es a aumentar el número de purpurados. Hasta la fecha no ha habido un cardenal costarricense, pero eventualmente podría haberlo en el futuro si el Papa así lo considera.
Costa Rica nunca ha tenido un cardenal, pero sí otros países vecinos como Panamá, Nicaragua, Honduras, Guatemala y El Salvador. Sobre esto, Mons. Daniel Blanco, obispo auxiliar de San José, reitera que “la elección de los cardenales es una decisión personal y libre del pontífice de turno”.
Recordó una pregunta similar hecha directamente al Papa Francisco por periodistas paraguayos, a la cual el fallecido pontífice respondió: “No tiene nada que ver con los méritos, el cardenalato no es un ascenso… Siempre hay que elegir hasta un número, uno no puede designar más de 120 cardenales electores, entonces, será por eso”.
Incluso, Monseñor Blanco menciona que antes Centroamérica solo tenía un cardenal (el de Guatemala), posiblemente por razones históricas, al ser la sede más antigua de la región. Después, cuando San Juan Pablo II vino a la región en 1983 y vio el sufrimiento de la Iglesia en Nicaragua, nombró un cardenal de ese país, Card. Miguel Obando y Bravo (q.d.D.g). Más tarde vino el nombramiento de Mons. Rodríguez Maradiaga de Honduras.
Con la llegada del Papa Francisco se dieron algunos nombramientos históricos, como el de Mons. Gregorio Rosa Chaves, obispo auxiliar de San Salvador y quien fuera cercano a San Óscar Romero.
También se nombraron cardenales obispos de diócesis, sin ser obispos metropolitanos, como ocurrió con Card. Álvaro Ramazzini, obispo de Huehuetenango, Guatemala, y el obispo de David en Panamá, Card. José Luis Lacunza.
De acuerdo con Mons. Blanco, esto apunta a la política de Francisco de dar cardenales a las periferias, pues se trata de diócesis fronterizas.
“El hecho de que Costa Rica no tenga cardenal, es algo que sólo conoce el Papa y por lo que no podría responder a esa pregunta”, reiteró Mons. Blanco.