Dicha coronación fue un privilegio otorgado por decreto de Su Santidad Pío XII en el contexto del II Congreso Eucarístico Nacional y contó con la presencia del legado papal el Cardenal de la Torre, quien coronó la imagen en un magno evento multitudinario.
“Fue un día glorioso, eminentemente mariano, como preparación al Magno Congreso Eucarístico, que por intercesión de la Reina Inmaculada resultó, ese Congreso, una apoteosis al Dios de los Altares”, reseña la edición de la época.