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El sentido auténtico de las prácticas cuaresmales

By Marzo 23, 2023

Ayunar y abstenerse de algunos alimentos son prácticas a las que estamos llamados los católicos en el tiempo litúrgico de la Cuaresma.

El ayuno consiste en hacer una sola comida fuerte al día, mientras que la abstinencia se basa en no comer carne.

Con estos sacrificios, se trata de que las personas participen en un acto donde reconozcan la necesidad de hacer obras con las que reparen el daño ocasionado con los pecados y para el bien de la Iglesia.

 

El ayuno verdadero

 

A propósito de ello, el Papa Francisco reflexionó sobre el ayuno verdadero, socorrer al prójimo, y el falso, la mezcla de la religiosidad con las especulaciones sucias y los sobornos de la vanidad.

“El Señor, sin embargo, pide un ayuno verdadero, atento al prójimo”, dijo.  El otro ayuno es “para hacerse ver o para sentirse justo, pero mientras tanto he hecho injusticias, no soy justo, exploto a la gente”.

“‘Pero yo soy generoso, haré una buena ofrenda a la Iglesia’… Pero dime, ¿tú pagas lo justo a tus empleadas domésticas? ¿A tus empleados les pagas en negro? ¿O como dice la ley, para que puedan dar de comer a sus hijos?”, cuestionó.

El Pontífice relató un hecho ocurrido inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial al sacerdote jesuita Pedro Arrupe, cuando era misionero en Japón. Un hombre rico de negocios le entregó una donación para su actividad evangelizadora, pero con él estaban un fotógrafo y un periodista. El sobre contenía sólo diez dólares:

“Esto es lo mismo que nosotros hacemos cuando no pagamos lo justo a nuestra gente. Nosotros recibimos de nuestras penitencias, de nuestros gestos de oración, del ayuno, de la limosna, recibimos un soborno: el soborno de la vanidad, del hacernos ver. Y eso no es autenticidad, es hipocresía. Por eso cuando Jesús dice: ‘Cuando recen háganlo a escondidas, cuando den la limosna no hagan sonar la trompeta, cuando ayunen no se hagan los melancólicos’, es como si dijera: ‘Por favor, cuando hacen una obra buena no reciban un soborno de esta obra buena, es sólo para el Padre’”.

 

Vigilantes contra las tentaciones

 

Precisamente, el Papa Francisco ha llamado la atención sobre las tentaciones de la vanidad, el orgullo y la riqueza en repetidas ocasiones. Recordamos también sus palabras el 14 de febrero de 2016 durante su visita a México y en 2014 en Casa Santa Marta: “Tres tentaciones que buscan degradar y degradarnos”, decía.

“Las riquezas son buenas, sirven para hacer un montón de cosas buenas, para llevar adelante la familia: ¡esto es verdad! ¡Pero si tú las acumulas como un tesoro, te roban el alma! Jesús, en el Evangelio, vuelve sobre este tema, las riquezas, sobre el peligro de las riquezas, sobre el poner las esperanzas en las riquezas”, advirtió.

En México, lo analizó desde otro ángulo: “Adueñándonos de bienes que han sido dados para todos y utilizándolos tan sólo para mí o ‘para los míos’. Es tener el ‘pan’ a base del sudor del otro, o hasta de su propia vida. Esa riqueza que es el pan con sabor a dolor, amargura, a sufrimiento. En una familia o en una sociedad corrupta es el pan que se le da de comer a los propios hijos”.

“La vanidad: el tesoro de tener un prestigio, de hacerse ver”. Y Jesús, advirtió Francisco en Santa Marta, “siempre condena esto”.

A las familias mexicanas les advirtió también sobre el orgullo, o sea, “ponerse en un plano de superioridad del tipo que fuese, sintiendo que no se comparte la ‘común vida de los mortales’, y que reza todos los días: ‘Gracias Señor porque no me has hecho como ellos’”, dijo.

El Papa también ha advertido de la astucia de Satanás y que no se puede dialogar con él. “En la tentación no se dialoga, se reza: ‘Ayúdame, Señor, soy débil. No quiero esconderme de ti’. Esto es valor, esto es vencer. Cuando tú comienzas a dialogar terminarás vencido, derrotado. Que el Señor nos dé la gracia y nos acompañe en este coraje. Y si somos engañados por nuestra debilidad en la tentación, que nos dé el coraje de levantarnos y de ir adelante. Para esto ha venido Jesús, para esto”, dijo en otra homilía en Casa Santa Marta.

Las prácticas cuaresmales ayudan a las personas a reparar el daño causado con el pecado, pero deben ser hechas con sinceridad. 

Laura Ávila Chacón

Periodista, especializada en fotoperiodismo y comunicación de masas, trabaja en el Eco Católico desde el año 2007.

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